La semana santa es un elemento litúrgico factible de diversas interpretaciones. Ya Leonardo Boff hace muchos años decía que la predicación de la cruz es distinta se se realiza desde una teología descendente o una teología ascendente. En esta entrada publicaré caricaturas incómodas de José Luis Cortés, que tienen la intención de presentar una interpretación más de lo que se puede analizar en semana santa -bueno no sólo ahí-, con el afán de anunciar y denunciar una forma de religiosidad que en nombre de Dios camina en sentido inverso a la propuesta del Reino. Al mismo tiempo, aparecerán cuestionamientos que muchos no gustan de oir, pero que van en la tónica de este blog: preguntemos.
La alianza con los grupos de poder es un elemento que provoca que la Iglesia deje de lado el profestismo ¿cómo denunciar el estado de injusticia, opresión y marginación, y anunciar el reino deseado por Jesús cuando se encuentran sentados en la misma mesa? ¿cómo denunciar a aquellos con los que se comparte no sólo el pan y la sal sino los argumentos y la perspectiva?
La propuesta de Jesús, marca una clara distancia con los grupos de poder. El análisis de su práctica permite reconocer que no se alía con romanos ni herodianos, mucho menos con los referentes religiosos de la época: saducesos, fariseos, zelotas. Sino que se acerca a los grupos marginados: niños, extranjeros, mujeres, desposeídos, enfermos, excluídos... algo que los hombres de Iglesia de hoy parecen olvidar.
Por supuesto que en este contexto pensar en vivir el cristianismo se vuelve un reto. El cristianismo no es una religión cómoda, aunque no por la moralización a la que los pastores -desde Trento- tienen acostumbrado al pueblo, sino porque las exigencias que brotan de la cercanía al otro, del reconocimiento del otro como interlocutor válido que con su existencia interpela el modo de vivir.
Una lectura del evangelio sin intenciones piadosas, más allá de los subtítulos que la tradición ha colocado a los textos para separarlos y poder citarlos, es decir una lectura llana y simple abre la perspectiva de retomar el mensaje de una manera distinta.
Un alejamiento del mensaje originario de Jesús es el que se refiere al trato que se da a las mujeres. No hablo del acceso al ministerio, que el algo deseable pero que tal vez es punto de llegada y no de partida del cambio de la Iglesia en este momento.
La instrumentalización de la mujer ocurre en cualquier parroquia donde se les da entrada para realizar lo que en el México de principios del siglo XX y hasta mediados del mismo se conocía como "dedicarse a las labores propias de su sexo". ¿Qué sería de los templos sin mujeres? Hoy lamentablemente se piensa en las labores de limpieza y en las tareas de catequesis, que implican en muchos casos actuar como niñeras, pero no en el desempeño de las mujeres al interior de la iglesia, en la toma de decisiones, en la organización pastoral. Las pocas mujeres que han tenido una participación más cercana en la vida eclesial ha sido a pesar de la mayoría de los pastores, y muchas veces por la cercanía con algunos pastores visionarios que no han dejado perder su palabra, pero la traición consiste en que después de 2000 años de cristianismo, las mujeres siguen siendo desplazadas... cosa que al parecer no practicaba Jesús ¿o si?
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