martes, 31 de diciembre de 2013

Decisiones que trastocan la historia

La evaluación de un año que termina no es fácil, sobre todo cuando el mundo se ha convertido en una aldea global, y las decisiones de quienes viven un lugar afectan a las personas que hacen su vida en otro. Por eso, no haré esto, sino simplemente comentar algunas decisiones que por su trascendencia marcarán el rumbo de los acontecimientos futuros.

Me vienen a la memoria cuatro acontecimientos, dos internacionales y dos nacionales.  Los acontecimientos internacionales son la renuncia del Papa Benedicto XVI, y la perdida de referentes para la izquierda. Los nacionales son la aprobación de las reformas energéticas y hacendaria. Seguro que habrá más, pero esta es mi selección al pensar en el futuro.

La renuncia del Papa Benedicto traerá a la historia de la Iglesia y del Papado una reestructura que ya estamos empezando a observar. Por supuesto no al ritmo que requieren muchas voces, pero se percibe cierta democratización al incorporar a cardenales de otras latitudes –no sólo europeos y particularmente italianos- en la reforma de la Iglesia. Hay señales que indican que la Iglesia hará justicia a Latinoamérica, y si bien no usará el término teología de la liberación, ya ha señalado que los pobres son un lugar teológico. Esto es una buena perspectiva. El futuro no es particularmente positivo para el Papa Francisco, que enfrentará en 2014, la oposición más fuerte de los grupos conservadores –tanto de laicos como de la Curia Romana-, así como el embate de los tradicionalistas. El reto del Papa es cambiar la estructura de la Curia, nombrar nuevos cardenales en el Consistorio de 2014 que no tengan mentalidad de príncipes; y elegir a nuevos obispos para las diócesis, que tengan particular interés por adquirir el “olor de ovejas”. Por otra parte, no hay que perder de vista que la renuncia del Papa, una vez que se vio con buenos ojos, será una alternativa para Francisco en algunos años.
La muerte de Hugo Chávez y el silencio de Fidel Castro, así como la multiplicidad de perspectivas de izquierda que no acaban de ponerse de acuerdo, hacen que ésta se vea desdibujada por la pérdida de referentes. El mercado con sus encantos ha fascinado a los líderes populares progresistas, y no se ven en el entorno nuevos líderes que aglutinen las inquietudes que el modelo neoliberal está generando. El nivel de discusión política, ha bajado en el mundo originado por el desinterés y los vínculos líquidos bajo los cuales nos movemos. Surfeamos en lugar de bucear, es decir, nos movemos en la superficie de los problemas y no atendemos sus causas radicales. Esta también parece ser la tendencia en 2014. De no aparecer referentes para la izquierda, el modelo neoliberal implementado en el mundo no tendrá mayor contrapeso que las acciones de queja que no se convierten en alternativa. El reto para 2014, está en el surgimiento de una nueva clase política que piense en el cuidado como alternativa a la antropofagia que genera el mercado.

En el ámbito nacional las cosas no parecen ser distintas. Las dos reformas que Peña Nieto ha impulsado, ganaron la mayoría, sin oposición fuerte que permitiera un replanteamiento de las leyes que realmente beneficien a todos. Hemos visto los funerales de la expropiación petrolera, y seguramente asistiremos a la muerte del supuesto beneficio del petróleo para todos los mexicanos. En el ámbito hacendario, nuevamente se grava a los contribuyentes cautivos sin ampliar la base de contribuyentes para aumentar los recursos. Es el juego de exprimir el jugo al limón que ya ha sido exprimido. El escenario nacional se encuentra en tensión entre lapublicidad pagada por el gobierno federal y el sentir de la población. No parece que pueda hacerse realidad los objetivos de la reforma de los que la sociedad puede tener evidencia: “Bajar las tarifas eléctricas, bajar el precio del gas y bajar el precio de los alimentos. Y, “Crear cerca de medio millón de empleos adicionales en este sexenio”. Veremos que esto no sucederá. Mientras tanto, los legisladores han señalado que se trata del beneficio de México, pero no han aceptado la consulta popular como un mecanismo para avalar la pertinencia de las reformas para todos, y no sólo para los empresarios que se verán beneficiados. Se indignan los legisladores porque se les ha llamado “traidores a la Patria”, pero no han mostrado su compromiso con la población que les eligió. Hay que recordar que la Patria no existe como un objeto, sino como un sentimiento y sentido de unión de los que la forman. Así que mientras no se demuestre lo contrario, y el beneficio no sea para todos en la reforma hacendaria y energética, se les podrá llamar “traidores”. Al tiempo…

Sin embargo, como cada año, la esperanza renace cuando decimos “Feliz Año”. A pesar de la crisis y tal vez por ella misma, la felicitación de año nuevo tiene la particularidad de renovar nuestra esperanza. No dejarla morir es un imperativo ético del que no podemos sustraernos. No sólo para no morirnos de tristeza, sino para ver el horizonte con posibilidades.

“Feliz Año Nuevo” es una utopía que nos permite caminar, así que para todos: Feliz 2014.


jueves, 26 de diciembre de 2013

¿Chango viejo no aprende maroma nueva?

En la cultura popular mexicana se suelen usar los dichos o refranes para señalar alguna cuestión, sobre la que se guarda cierto sentido común pero que no es evidente para muchos. Los dichos, abren o cierran conversaciones por la contundencia de su decir. Reflejan por decirlo así, la sabiduría popular en frases cortas, taxativas sin dosis de ingenuidad pero revestidas de un lenguaje sencillo y sintético. De ahí deriva su fuerza.

Uno de estos dichos populares se puede aplicar a los legionarios de Cristo, congregación intervenida por el Papa Benedicto XVI al aceptarse los crímenes de su fundador, del que se declaró el 1º de mayo de 2010 por parte del Vaticano:
…la conducta del P. Marcial Maciel Degollado ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de profunda revisión.

Los comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales del P. Maciel, confirmados por testimonios incontestables, representan a veces auténticos delitos y revelan una vida carente de escrúpulos y de verdadero sentimiento religioso. Dicha vida era desconocida por gran parte de los Legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones construido por el P. Maciel, que había sabido hábilmente crearse coartadas, ganarse la confianza, familiaridad y silencio de los que lo rodeaban y fortalecer su propio papel de fundador carismático.
El refrán en cuestión es: chango viejo no aprende maroma nueva.

Enfrascados en un dinámica de revisión y resistencia, los legionarios han trabajado en la recuperación del sentido de vida religiosa y de una inspiración fundacional, que a todas luces, resulta difícil de sostener, más allá de la argumentación de que Dios escribe derecho en renglones torcidos. En enero estarán reunidos en Capítulo General para revisar el carisma de la congregación y tomar decisiones para el futuro. Sin embargo, el P. Deomar De Guedes, que tenía el segundo puesto en importancia en el gobierno de la Legión, y que recientemente se ha retirado, señala entre varios asuntos que no parece se resolverán en el Capítulo, dos cuestiones: la mentalidad deudora de Maciel, y el carisma de la Congregación.

Sobre la mentalidad heredada de Maciel indica: 
…es necesario un cambio de mentalidad quitando todo que sean métodos y sistemas "marcialistas" que permanecen, sobre todo a través de personas que llevan años en el mismo puesto y tienen mucho peso en decisiones y elaboración de documentos aun que no ocupen cargos oficiales.
Y respecto al carisma:
¿Cuál es carisma de la Congregación? ¿Hay un carisma? Los documentos de la Iglesia invitan a mirar el carisma del fundador. ¿Cuál es el de la Legión? Creo que se debe buscar esta respuesta.
La estructura, dinámica y modo de proceder de la Legión no parece que pudieran permitir una renovación que requiere más que de maquillaje, de una refundación, es decir, de una desaparición de la institución para formar un nuevo grupo religioso, que permita no un testimonio de continuidad, sino de discernimiento, que retome el planteamiento de Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 21).


¿Será capaz la Legión de ir más allá de la comodidad en que ha vivido -autoridad en nombre de Dios y un fundador sin carisma- y de superar el modus operandi que le caracteriza? Hay elementos para dudarlo, y aquí si se aplica aquello de, “hasta no ver, no creer”.

martes, 24 de diciembre de 2013

Una gran luz



El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, sobre los que habitaban en el país de la oscuridad brilló la luz (Is 9,1-6).

En tiempos de renovación en esta iglesia peregrina, santa y pecadora al mismo tiempo... En tiempos de crisis en todos los sentidos..., en momentos de desolación, cobra especial relevancia esta palabra de Isaías pues devuelve la esperanza.

Navidad es el tiempo de la esperanza.

Feliz Navidad más allá de las traducciones



Las distintas traducciones del texto de Lucas 2,14 señalan que los ángeles que anunciaban el natalicio de Jesús a los pastores, terminan con una frase "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace". La cuestión es que las traducciones se han decantado por señalar "paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", lo cual también es preciso, pero posteriormente se ha traducido la expresión por "paz en la tierra a los hombres que ama el Señor". No se trata aquí de hacer una exposición del griego bíblico, lengua original del texto, así que aquí solo me remito a comentar las consecuencias de las frases.

La primera expresión "paz en la tierra a los hombres de buena voluntad" implica que es en los seres humanos en quien recae la decisión de realizar una transformación de la vida, dado que frente a la mala voluntad existe la posibilidad de la buena voluntad. Es decir, se trata de optar por la benevolencia como un acto decidido por cada persona, diríamos que por propio gusto.

Cuando se traduce del latín la expresión "gloria in altissimis Deo et in terra pax in hominibus bonae voluntatis", en algunas versiones se formula como "paz en la tierra a los hombres que ama el Señor". Esto es más complicado, porque quita a los hombres la tarea de decidir sobre sus opciones morales. Y poco favor le hace al Dios de la historia que queda como un Dios de pocos, es decir, de aquellos que "ama el Señor" independientemente de la voluntad como fuerza proactiva por la transformación benevolente de las condiciones de  miseria. 

Me parece que esta segunda formulación no deja bien parado a Dios, pues se trata de una lectura ideologizada que no tiene que ver con el sentido originario del texto. Por eso, en esta felicitación navideña, he elegido la traducción "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres (de buena voluntad) en quienes Él se complace"(NBLH), que hace justicia tanto a Dios, como al hombre, pues reconoce que cada uno tiene su tarea.

Felicidades entonces al reconocer que Dios se complace al compartir la vida y la historia humana. Esto es lo que celebramos en Navidad: que puso su tienda entre nosotros. 

Felicidades

jueves, 12 de diciembre de 2013

Con todos los auxilios espirituales murió la expropiación petrolera

El diario mexicano El Economista preparó un gráfico para mostrar los punto relevantes de la llamada reforma energética. El diagrama ayuda a comprender lo que estuvo en juego: 



La historia de México está llena de debates y conflictos entre dos posturas antagónicas que muy pocas ocasiones se han puesto de acuerdo: el conservadurismo y el progresismo. En los inicios de la nación el debate fue entre españoles y criollos, posteriormente entre monarquistas y republicanos, más tarde el debate fue entre conservadores y liberales. Más adelante el conflicto fue entre centralistas y federalistas. Una vez que triunfa la revolución, el grupo revolucionario se fortalece y con la creación del Partido Nacional Revolucionario, que se transforma en Partido de la Revolución Mexicana, y finalmente en el Partido Revolucionario Institucional, éstos asumen la defensa de planteamientos que pertenecieron a liberales, republicanos y federalistas. Se crea entonces el mito del partido de Estado que defiende las causas populares. Para sostener este mito fundacional de la política mexicana, del lado contrario quedan los conservadores deseosos del centralismo, que se identifican en este imaginario con el Partido Acción Nacional. Sin embargo en el espectro de la política mexicana, aunque aparecen distintos partidos éstas dos tendencias permanecen. 
  
Lo complicado del asunto es que para sobrevivir, los grupos políticos son acomodaticios y se comportan  como "la Chimoltrufia, que como dicen una cosa dicen otra". Esto genera discursos políticos que se distancian de las prácticas de los políticos. Por eso ante la reforma energética y las que vengan, no es ni será fácil reconocer si se trata de una reforma o una contrarreforma. 

Lo que va quedando claro es que el 18 de marzo dejará de celebrarse porque el Congreso ha finiquitado las decisiones del Presidente Cárdenas. El 12 de diciembre de 2013 ha dejado de existir la expropiación petrolera, que ha fallecido de muerte no natural, atribuida a diputados y senadores que señalando que hablan en nombre de la nación -enorme arrogancia pues apenas representan a los que les eligieron- consideran que es lo mejor para el país. El asunto no sólo es complejo políticamente y tendrá repercusiones previsibles en la economía, y favorecedoras de los sectores que puedan competir por negociar con los llamados "bienes de la nación". Se trata de nuevo de un tema donde la ética mínima ha pasado a un tercero o cuarto término, si es que alguna vez estuvo presente. 

¿Dónde quedaron las instituciones -entre ellas las religiosas- que frecuentemente dicen ser portadores de una reflexión ética? El silencio y la discreción han sido los auxilios espirituales con que los líderes religiosos de las distintas religiones en el país, han llenado de consuelo a los políticos. 

¿Será que las instituciones religiosas del país consideran que lo único que vale la pena defender es la vida sin pensar en la calidad de la misma?



Nota: La imagen ha sido publicada por Teotihuacan en línea

viernes, 6 de diciembre de 2013

Voces contra la ortodoxia. ¿Qué tanto disienten los teólogos progresistas?

El libro Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición surge como consecuencia de un seminario del Centro de Estudios Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, donde coinciden miembros del Seminario Permanente Diálogos Fe y Cultura del Centro Universitario Ignaciano del Iteso. Cada año se elige una temática que guía las discusiones académicas. Entre 2012 y 2013, el tema giró en torno a los teólogos disidentes. Es decir, a todos aquellos personajes, que por su reflexión y sus propuestas se mueven en el límite, como razón vital. Existen dos líneas en las que convergen estos teólogos: se mueven en la frontera de la tradición religiosa, y desean una vivencia más auténtica de la propuesta religiosa que representan. De ahí su fuerza, pues se trata de personajes que realizan un trabajo médico: diagnostican la religión desde la realidad que viven, observan sus conflictos, sus causas, los males y por supuesto, las posibilidades de curación. Esto ya de por sí, a las instituciones religiosas no les suele agradar,  al estar acostumbradas a sostener su palabra como verdad absoluta.

Pero los teólogos disidentes se vuelven más peligrosos porque entre los medicamentos que usan –siguiendo la imagen del médico-, deciden tratamientos radicales. Buscan entre el amplio repertorio de respuestas y eligen algunas para profundizarlas. En otras ocasiones como los antiguos boticarios, construyen la fórmula y preparan el medicamento; es decir, la propuesta que realizan para enfrentar el diagnóstico de enfermedad de la religión –en este caso de la iglesia católica y un ensayo sobre el islam y otro sobre la comprensión del judaísmo- hace más riesgosa su propuesta. Y esto se debe no solo a que muestran las debilidades de la religión cristiana, islámica o judía, sino porque ofrecen respuestas radicales que a muchos les asustan, aunque en sus orígenes toda religión sea radical.

Así surge este texto. Los once académicos que coinciden en el texto, se han preguntado, -más allá de las visiones fatalistas que señalan que las religiones desaparecerán algún día-  ¿qué cosas debe cambiar o atender la religión para ofrecer respuestas sensatas a los hombres y mujeres con quienes se relacionan? ¿qué respuestas ofrecen los teólogos que se mueven en las fronteras de la reflexión y al margen de la tradición, a los problemas que presenta la religión en la actualidad?

Cada uno de los académicos que escriben los ensayos ha realizado un trabajo de profundización, análisis y sistematización para en quince cuartillas señalar los puntos esenciales de su tratamiento a la crisis de la religión. No se trata de un trabajo militante que señale los caminos verdaderos, sino de explorar en las respuestas de los que hemos llamado “teólogos disidentes” el tratamiento que dan a los problemas de la religión.

Por tal motivo, no se trata de un texto que ofrezca tratados sobre el pensamiento de los teólogos disidentes, sino de ofrecer rutas para su lectura, al mismo tiempo que dar un panorama del mismo, dejando claros los asuntos que les han valido la descalificación y en ocasiones la condena, que llega hasta la arrogancia de quitarles el derecho de enseñar teología.

Leer este texto es la oportunidad de descubrir las razones por las cuales teólogos como Anthony de Melo, Leonardo Boff, Hans Kung, Andrés Torres Queiruga, José Ma. Castillo, José María Vigil, han sido sancionados por la ortodoxia de la iglesia católica. O el movimiento que representan Martín Baró, Baruch Espinoza o el sufismo, han sido vistos como sospechosos. Pero al mismo tiempo, y más allá del natural morbo que puede generar leer a los condenados, se trata de observar y descubrir la experiencia humana que está detrás de estas ideas y su vinculación con la comprensión religiosa del mundo que cada uno de ellos tiene.

Por otra parte, en el contexto de la crisis de las religiones que vivimos en esta primera parte del siglo XXI, el texto ofrece las respuestas de estos teólogos a los problemas de una iglesia que se mueve entre el asistencialismo y el dogmatismo, apostando por la recuperación de la memoria y la construcción del sentido desde la libertad; al mismo tiempo al problema de una espiritualidad sin religión o en un contexto pluralista y cada vez más diversificado. Otro texto presentará el dilema de la reflexión teológica en libertad o de la reflexión malineada a los planteamientos tradicionales; otros textos se acercan a pensar el sentido de la ética mínima o de la ética mundial que permite encontrar las coincidencias respetando la diversidad. Otros ensayos permiten repensar cuestiones tradicionales como el papel de la divinidad mediante el concepto de humanización de Dios, el asunto de la resurrección o el lugera de la salvación, y el papel del pluralismo creyente.

Por otra parte, en un mundo donde la velocidad de la información hace que la noticia se convierta en nota que se difumina fácilmente, este texto es importante porque presenta de manera sintética las reflexiones construidas desde la disidencia. Probablemente aquí radica su gran fuerza: en la amplitud de mirada, en su esfuerzo sintético y en el carácter fronterizo de las respuestas. Por eso es importante leer este libro.

Aporte a la comprensión de la tradición religiosa cristiana


En una sociedad que está acostumbrada a mirar a las religiones de forma homogénea o con escasas divisiones, el texto aporta una mirada plural. Este es otro de los méritos del libro. Los aportes a la comprensión del catolicismo, el judaísmo y el islam, permiten señalar que la religión se hace referencia distinta en cada persona y que en ella se juegan el sentido de su vida muchos.

La puesta sobre la mesa de las ideas de los teólogos disidentes, da la oportunidad de mirar formas nuevas de comprender problemas viejos: el ejercicio del poder, el servicio religioso, los discursos o predicaciones, los conceptos que necesitan recrearse, el papel de Dios en el mundo, el papel de los líderes religiosos, el dilema de vivir en la simulación o de optar radicalmente por la honestidad, aunque con ello vaya de por medio la buena fama, e incluso el papel de las llamadas nuevas búsquedas espirituales. Al mismo tiempo, aporta a las iglesias y a la sociedad, una palabra sobre el lugar y el lenguaje de los dogmas en las instituciones religiosas, al mismo tiempo que el papel de la religión en una sociedad que cada vez se decanta más por propuestas para cada caso, y deja de lado respuestas fuertes o densas como la de las tradiciones religiosas y los libros sagrados.

¿Qué aporta la disidencia a la reflexión del papel de la religión en los inicios del siglo XXI?


Un libro como este, no es un texto cómodo para las visiones conservadoras, por eso le hemos titulado Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición. Seguramente –y usando un lenguaje religioso- que en el título lleva la penitencia, pues será leído por algunos –esperando que sean muchos- con cierto interés; otros más pasarán de largo, ya porque expone argumentos que “van contra la ortodoxia” y entonces se vuelve sospechoso; o porque la palabra teólogos todavía les resulta indicador de un tiempo que consideran que se ha ido. En cualquiera de los casos, es un libro para que se lea, para construir nuevos argumentos, para disentir o coincidir. Cualquiera que sea la situación del lector ante el texto, será siempre una oportunidad de ir más allá del texto mismo.

Por otra parte, el texto recupera que la disidencia presta un servicio a la estabilidad de los sistemas, al hacerlos conscientes de que no basta la estructura, el orden, la jerarquía, la asistencia devocional a los rituales, o la sacralización de la vida a partir de asumir rituales de pasaje en distintos momentos de la vida, para que la religión tenga un papel relevante en la sociedad que la crea y la vive.

Se trata de un servicio a la razón vital de las religiones y a aquellos que quieren moverse dentro de sus límites, para ir más allá de la razón instrumental que implementa los sistemas religiosos, que pretenden con su ortodoxia asegurar la calidad de sus planteamientos.

El libro termina con un trabajo sobre la construcción de la ortodoxia, donde se aborda el problema que para el Papa renunciante fue decisivo, aunque no el más complejo: el del relativismo. El autor señala en el epílogo la relación que existe entre poder y ortodoxia y sus vinculaciones, que tiene como consecuencia la obligatoriedad y deja de lado las búsquedas personales y jubila a la hermenéutica. Al mismo tiempo, propone a la historia como camino de significación para la comprensión de la disidencia.

Ojalá estas palabras den una idea aproximada de lo que trata el texto. Pero sobre todo, que se animen a leerlo para situarse frente a la disidencia como una búsqueda de sentido vital.

En estos días de Feria Internacional del Libro se encuentra en los stand de ITESO y de UdG.

Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición

El libro Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición surge como consecuencia de un seminario del Centro de Estudios Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, donde coinciden miembros del Seminario Permanente Diálogos Fe y Cultura del Centro Universitario Ignaciano del Iteso. Cada año se elige una temática que guía las discusiones académicas. Entre 2012 y 2013, el tema giró en torno a los teólogos disidentes. Es decir, a todos aquellos personajes, que por su reflexión y sus propuestas se mueven en el límite, como razón vital. Existen dos líneas en las que convergen estos teólogos: se mueven en la frontera de la tradición religiosa, y desean una vivencia más auténtica de la propuesta religiosa que representan. De ahí su fuerza, pues se trata de personajes que realizan un trabajo médico: diagnostican la religión desde la realidad que viven, observan sus conflictos, sus causas, los males y por supuesto, las posibilidades de curación. Esto ya de por sí, a las instituciones religiosas no les suele agradar,  al estar acostumbradas a sostener su palabra como verdad absoluta.

Pero los teólogos disidentes se vuelven más peligrosos porque entre los medicamentos que usan –siguiendo la imagen del médico-, deciden tratamientos radicales. Buscan entre el amplio repertorio de respuestas y eligen algunas para profundizarlas. En otras ocasiones como los antiguos boticarios, construyen la fórmula y preparan el medicamento; es decir, la propuesta que realizan para enfrentar el diagnóstico de enfermedad de la religión –en este caso de la iglesia católica y un ensayo sobre el islam y otro sobre la comprensión del judaísmo- hace más riesgosa su propuesta. Y esto se debe no solo a que muestran las debilidades de la religión cristiana, islámica o judía, sino porque ofrecen respuestas radicales que a muchos les asustan, aunque en sus orígenes toda religión sea radical.

Así surge este texto. Los once académicos que coinciden en el texto, se han preguntado, -más allá de las visiones fatalistas que señalan que las religiones desaparecerán algún día-  ¿qué cosas debe cambiar o atender la religión para ofrecer respuestas sensatas a los hombres y mujeres con quienes se relacionan? ¿qué respuestas ofrecen los teólogos que se mueven en las fronteras de la reflexión y al margen de la tradición, a los problemas que presenta la religión en la actualidad?

Cada uno de los académicos que escriben los ensayos ha realizado un trabajo de profundización, análisis y sistematización para en quince cuartillas señalar los puntos esenciales de su tratamiento a la crisis de la religión. No se trata de un trabajo militante que señale los caminos verdaderos, sino de explorar en las respuestas de los que hemos llamado “teólogos disidentes” el tratamiento que dan a los problemas de la religión.

Por tal motivo, no se trata de un texto que ofrezca tratados sobre el pensamiento de los teólogos disidentes, sino de ofrecer rutas para su lectura, al mismo tiempo que dar un panorama del mismo, dejando claros los asuntos que les han valido la descalificación y en ocasiones la condena, que llega hasta la arrogancia de quitarles el derecho de enseñar teología.

Leer este texto es la oportunidad de descubrir las razones por las cuales teólogos como Anthony de Melo, Leonardo Boff, Hans Kung, Andrés Torres Queiruga, José Ma. Castillo, José María Vigil, han sido sancionados por la ortodoxia de la iglesia católica. O el movimiento que representan Martín Baró, Baruch Espinoza o el sufismo, han sido vistos como sospechosos. Pero al mismo tiempo, y más allá del natural morbo que puede generar leer a los condenados, se trata de observar y descubrir la experiencia humana que está detrás de estas ideas y su vinculación con la comprensión religiosa del mundo que cada uno de ellos tiene.

Por otra parte, en el contexto de la crisis de las religiones que vivimos en esta primera parte del siglo XXI, el texto ofrece las respuestas de estos teólogos a los problemas de una iglesia que se mueve entre el asistencialismo y el dogmatismo, apostando por la recuperación de la memoria y la construcción del sentido desde la libertad; al mismo tiempo al problema de una espiritualidad sin religión o en un contexto pluralista y cada vez más diversificado. Otro texto presentará el dilema de la reflexión teológica en libertad o de la reflexión malineada a los planteamientos tradicionales; otros textos se acercan a pensar el sentido de la ética mínima o de la ética mundial que permite encontrar las coincidencias respetando la diversidad. Otros ensayos permiten repensar cuestiones tradicionales como el papel de la divinidad mediante el concepto de humanización de Dios, el asunto de la resurrección o el lugera de la salvación, y el papel del pluralismo creyente.

Por otra parte, en un mundo donde la velocidad de la información hace que la noticia se convierta en nota que se difumina fácilmente, este texto es importante porque presenta de manera sintética las reflexiones construidas desde la disidencia. Probablemente aquí radica su gran fuerza: en la amplitud de mirada, en su esfuerzo sintético y en el carácter fronterizo de las respuestas. Por eso es importante leer este libro.

Aporte a la comprensión de la tradición religiosa cristiana


En una sociedad que está acostumbrada a mirar a las religiones de forma homogénea o con escasas divisiones, el texto aporta una mirada plural. Este es otro de los méritos del libro. Los aportes a la comprensión del catolicismo, el judaísmo y el islam, permiten señalar que la religión se hace referencia distinta en cada persona y que en ella se juegan el sentido de su vida muchos.

La puesta sobre la mesa de las ideas de los teólogos disidentes, da la oportunidad de mirar formas nuevas de comprender problemas viejos: el ejercicio del poder, el servicio religioso, los discursos o predicaciones, los conceptos que necesitan recrearse, el papel de Dios en el mundo, el papel de los líderes religiosos, el dilema de vivir en la simulación o de optar radicalmente por la honestidad, aunque con ello vaya de por medio la buena fama, e incluso el papel de las llamadas nuevas búsquedas espirituales. Al mismo tiempo, aporta a las iglesias y a la sociedad, una palabra sobre el lugar y el lenguaje de los dogmas en las instituciones religiosas, al mismo tiempo que el papel de la religión en una sociedad que cada vez se decanta más por propuestas para cada caso, y deja de lado respuestas fuertes o densas como la de las tradiciones religiosas y los libros sagrados.

¿Qué aporta la disidencia a la reflexión del papel de la religión en los inicios del siglo XXI?


Un libro como este, no es un texto cómodo para las visiones conservadoras, por eso le hemos titulado Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición. Seguramente –y usando un lenguaje religioso- que en el título lleva la penitencia, pues será leído por algunos –esperando que sean muchos- con cierto interés; otros más pasarán de largo, ya porque expone argumentos que “van contra la ortodoxia” y entonces se vuelve sospechoso; o porque la palabra teólogos todavía les resulta indicador de un tiempo que consideran que se ha ido. En cualquiera de los casos, es un libro para que se lea, para construir nuevos argumentos, para disentir o coincidir. Cualquiera que sea la situación del lector ante el texto, será siempre una oportunidad de ir más allá del texto mismo.

Por otra parte, el texto recupera que la disidencia presta un servicio a la estabilidad de los sistemas, al hacerlos conscientes de que no basta la estructura, el orden, la jerarquía, la asistencia devocional a los rituales, o la sacralización de la vida a partir de asumir rituales de pasaje en distintos momentos de la vida, para que la religión tenga un papel relevante en la sociedad que la crea y la vive.

Se trata de un servicio a la razón vital de las religiones y a aquellos que quieren moverse dentro de sus límites, para ir más allá de la razón instrumental que implementa los sistemas religiosos, que pretenden con su ortodoxia asegurar la calidad de sus planteamientos.

El libro termina con un trabajo sobre la construcción de la ortodoxia, donde se aborda el problema que para el Papa renunciante fue decisivo, aunque no el más complejo: el del relativismo. El autor señala en el epílogo la relación que existe entre poder y ortodoxia y sus vinculaciones, que tiene como consecuencia la obligatoriedad y deja de lado las búsquedas personales y jubila a la hermenéutica. Al mismo tiempo, propone a la historia como camino de significación para la comprensión de la disidencia.

Ojalá estas palabras den una idea aproximada de lo que trata el texto. Pero sobre todo, que se animen a leerlo para situarse frente a la disidencia como una búsqueda de sentido vital.

En estos días de Feria Internaiconal del Libro se encuentra en los stand de ITESO y de UdG.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Voces contra la ortodoxia. Un libro que recupera las reflexiones en el límite.


Cada año, un grupo de académicos de la Universidad de Guadalajara y del Iteso, realizan un seminario de estudio que comparten con el público mediante una conferencia mensual abierta al público. Este grupo al que me honra pertenecer, redacta en cada ocasión un texto para publicarlo al año. Para ello selecciona los temas más adecuados.

Esta obra es para el público amplio. Se ubica en el ámbito de la divulgación que logra exponer de manera sintética, las ideas y aportes de distintos personajes que con su reflexión se sitúan en las fronteras de la discusión teológica, filosófica y/o social, que se redacta desde la comprensión de fe que tiene cada uno de los personajes tratados en los artículos del libro.

Le hemos llamado Voces contra la ortodoxia, porque todos los personajes de los que el texto habla, mantienen la fe cristiana pero al mismo tiempo buscan una comprensión de la misma más allá de lo que suele defender los responsables de las instituciones, en este caso la iglesia católica.

Observada desde la ortodoxia, la disidencia de los personajes que trata el libro, es sospechosa, y tiene en ciernes la posibilidad del cisma. Pero observada en profundidad, la opinión de estos teólogos es un servicio profético a la misma iglesia. En los casos expuestos, los teólogos disidentes no se retiran de la iglesia sino que se distancian de una comprensión romana de la fe en busca de lo esencial. El ensayo sobre Hans Kung lo señala de esta manera:

La palabra disidencia viene de vivir un grave desacuerdo de opiniones. Y si esto es lo que se quiere plantear con Hans Küng, en cierto sentido está en la categoría de los disidentes; pero si por disidencia se entiende la separación de la doctrina, o de la fe común; entonces la expresión requiere de matices. En sentido estricto, lo que Hans Küng ha hecho es prestar un servicio profético a la Iglesia. Eso no lo hace de suyo estar en contra de la doctrina, sino ser un actor central en el proceso de desenmascaramiento todo aquello –visto por Küng- que se ha adherido a la Iglesia en el trascurso de Galilea a Roma en casi dos mil años.
 
Los desencuentros por causa de la comprensión de la fe, ordinariamente hacen ruido y generan controversia debido a que la iglesia católica romana, se mueve en el plano de la interpretación de planteamientos que se posicionan en el campo religioso como verdades absolutas, sin considerar que las interpretaciones teológicas responden a un contexto histórico, y que son siempre apenas una forma de mirar los hechos históricos, para descubrirlos como acontecimiento.
 
En este sentido, esta obra ayuda a entender el sentido de la disidencia puesto al servicio de la vuelta a los orígenes. Que así sea.

La muerte no es el final del camino. Símbolos y ritos ceremoniales en el catolicismo

Conferencia presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara : "La mue...