lunes, 24 de octubre de 2011

“Padre no es el que engendra, sino el que cría”.

El tema de la paternidad responsable es un asunto de enorme interés para la iglesia así que resulta pertinente preguntarse ¿qué significado tiene este concepto en la iglesia?

La frase paternidad responsable es un concepto de carácter ético antes que religioso, por lo que hay que buscar sus raíces ahí antes que en la teología, aunque después se decida ir a ella, para conocer sus planteamientos.

Como concepto ético, la paternidad responsable se mueve en dos terrenos, el de la responsabilidad, -que implica la formación de la conciencia en torno a una serie de valores ante los cuales contrastar la actuación-; y el de la paternidad como fenómeno sociocultural. Vayamos por partes.

La responsabilidad indica que la persona aludida ha de responder ante alguien o por algo. Se trata de alguna manera de dar satisfacción ante lo que se realiza. Por ello, la acción moral tiene entre sus características ejercerse en un marco de responsabilidad. En el fondo, el concepto responsabilidad alude a la capacidad del sujeto moral de hacerse cargo, de encargarse de su propio acto moral. Se trata de un concepto fundamental para vivir en un entorno de libertad, dado que sin responsabilidad no hay libertad.

Por sus características anteriores, la responsabilidad está vinculada con otros conceptos: la conciencia moral, el consentimiento, la voluntad y la libertad. Todos ellos crean un marco, que permite definir la existencia de actos, ante los cuales los seres humanos hemos de responder. Por supuesto que la perspectiva valoral de una sociedad, es el marco desde el que estos conceptos adquieren mayor o menor relevancia. Así por ejemplo, los espartanos no veían como irresponsabilidad la aplicación de la eugenesia, para que la sociedad estuviera formada por niños fuertes y sanos para participar en el ejército. Por esta misma razón, en una sociedad con valores diferentes como la judía, tampoco se ve como irresponsabilidad la práctica de la circuncisión a los ocho días de nacidos mcuho menos como un ataque a la dignidad del niño. En ese mismo ambiente, la aceptación de los niños por parte de Jesús, resulta un hito en la mentalidad de la época dado que antes del bar mitzba, los niños no eran considerados sujetos de derechos.

Con los ejemplos, se pone de manifiesto que la apelación a determinados valores, para contrastar y analizar el asunto de la responsabilidad, se realiza siempre en un contexto que aprecia esos valores, y por lo tanto no puede universalizarse sino a partir del acuerdo y el consenso.

En el tema de la paternidad también ha habido cambios asociados a la evolución histórica. Si bien, la paternidad está vinculada a la procreación, se trata de cuestiones diferentes, dado que la procreación es un acontecimiento biológico, en tanto que la paternidad es un fenómeno cultural que define la sociedad, y que se vive subjetivamente en la relación que establece el padre con los hijos e hijas que ha procreado. En este sentido, la paternidad pasa al ámbito moral que le da sentido a tal vinculación entre el padre y los hijos, dejando a la procreación como una función estrictamente genital.

En la sociedad contemporánea, a fuerza de repetir los conceptos se pueden ocultar los significados, sin embargo, la memoria popular en México distingue tal situación con una frase “padre no es el que engendra sino el que cría”. De tal suerte que se puede decir, que muchos mexicanos distinguen coloquialmente el asunto de la paternidad y la procreación.

Ahora bien, ¿qué dice la iglesia de este concepto? La alusión a la paternidad responsable se establece en el Catecismo de la Iglesia en la sección que habla de los mandamientos, particularmente el sexto. El texto parte de la creación del ser humano como varón y mujer, y del mandato de la reproducción, para enseguida, aludir a la castidad como “integración lograda de la persona”; y sólo después de un amplio abordaje de este asunto, se refiere al amor de los esposos en un marco que favorezca la fidelidad y la procreación. De esta forma se asocia en la iglesia el acto de de la procreación al acto de la paternidad responsable.

Así, en el Concilio Vaticano II, y en la reflexión de los obispos en la Gaudium et spes n. 47 al 52, aunque no se usa el témino paternidad responsable, se habla de sus características; entre las cuales la transmisión de la vida y la formación de la prole, son lo central. Lo más importante, -en términos teológicos- es que se percibe a la paternidad y la maternidad como una misión asociada a Dios. Es hasta julio de 1968 en que a través de un texto que tuvo una gestación complicada, Paulo VI define -en Humanae vitae n.10- para la iglesia el concepto después de una serie de consideraciones: “La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores”.

En síntesis: si bien se trata de una enseñanza que data de siglos, el asunto presenta problemas cuando se analiza la paternidad responsable en el caso de aquellos, que habiendo emitido una promesa de celibato ejercen la función de la procreación y por la promesa emitida previamente, no pueden ejercer la paternidad responsable. Aquí hay un problema para los sacerdotes con hijos: ¿están condenados a ser progenitores, sin la posibilidad de ser padres responsables y ministros del altar al mismo tiempo? ¿Será que deben conformarse con aceptar ser llamados “tíos” y vivir con el estigma permanente de “padre no es el que engendra sino el que cría”? Este es el inicio de una serie de artículos sobre el tema.

Al vuelo

Habrá que estar atento a los signos que se generen el 27 de octubre, en la Jornada de Oración Interreligiosa en Asís.

¿Qué pasa con las iglesias evangélicas que han dejado de lado aquel movimiento de Vive lo rojo, donde animaban a los creyentes con los espectaculares de “Jesús está chido”, y que tuvo su culmen en 2008 donde más de 300 iglesias evangélicas se unieron en Guadalajara, para establecer una misión común sin perder sus características particulares?

Juan Pablo II en forma de reliquia regresa a Guadalajara, del 26 al 28 de octubre. El reto: que no se quede sólo en el recuerdo, cuando visite entre otros lugares la catedral, la basílica, el santuario de los mártires y el seminario.

Publicado también en Proyecto Diez 24 de oct, 2011.

sábado, 22 de octubre de 2011

Encuentro interreligioso en Asís

La metáfora de los ciegos y el elefante, muestra la complejidad del diálogo interreligioso: cada hombre religioso ciego, apenas palpa una parte del elefante y se cuestiona sobre lo que alcanza a tocar.Ante la realidad de Dios, al creyente de cualquier confesión le sucede lo mismo. Tiene una parte de la información de la totalidad, pero no abarca a la totalidad. Algunos interpretan la parte como vacío, otros como inacceible, apenas "tocada" con las yemas de los dedos, unos más se acercan a la parte más abultada del elefante y lo consideran inmenso o inabarcable. Más llá, alguien pensará a Dios como

El problema no es la parte, que finalmente seguirá vinculada a la totalidad; sino la pretensión de que la parte describa o permita explicar el todo. Este es un problema latente en el diálogo interreligioso.

Para que el diálogo interreligioso sea eficaz se requiere -entre otras cosas-, de una enorme dosis de humildad, para reconocer que los datos que se tienen ante la realidad de Dios, son apenas unos cuantos vestigios, pero nunca la totalidad, por más que se tenga la certeza de la revelación, que siempre será contextualizada.

Una segunda cuestión que está a la base de un diálogo interreligioso que fructifique, es dejar de lado la idea de que sólo existe una religión verdadera. El diálogo interreligioso solicita reconocer que todas las religiones son verdaderas, en tanto caminos espirituales para acercarse a la realidad de Dios.

Orar juntos en torno a un motivo, como sucederá en Asís el 27 de octubre, es importante, pero nada sucederá más allá de reconocer que el encuentro de líderes religiosos es una señal para los creyentes, si los participantes no reconocen dos cosas: que tienen apenas una parte de la verdad sobre Dios, y que los demás tambièn la tienen; y que la rligión de los otros es tan verdadera como la propia.

jueves, 20 de octubre de 2011

Muerte, destino intuido y trascendencia.

El asunto de la muerte ha sido un problema para los seres humanos.  La negación del destino final de la vida es una constante en muchos grupos humanos. Al mismo tiempo la apertura a una situación de vida posterior a la muerte, se convierte en esperanza de gran cantidad de personas. 

Las tradiciones religiosas construyen una respuesta a la pregunta ¿qué sigue después de la muerte? En todos los casos se trata de respuestas intuidas, de perspectivas abiertas a la incertidumbre, pues los datos que se ofrecen marcan un horizonte que no es posible de comprobar, al menos mientras se está en esta vida. El destino después de la muerte, se convierte entonces en un asunto de esperanza, lo cual es distinto a la certeza.

Cuando se plantea el tema de la muerte en estos términos, algunos creyentes descalifican tales explicaciones por considerarlas poco respetuosas de los procesos de revelación sagrados. Sin embargo, el no se trata de una postura atea, sino de un posicionamiento crítico incluso ante las mismas respuestas que las tradiciones espirituales plantean. 

La observación del devenir de la naturaleza y del cambio de las estaciones, nos llevó en algunas regiones del mundo –particularmente en oriente- a reconocer que todo cambia para volver a iniciar, esta perspectiva del tiempo cíclico permite a algunos explicarse la vida y la muerte como un continuo devenir. El destino intuido es cambiar constantemente, y la trascendencia se explica como una especie de huella para animar  a otros a vivir el cambio, sin oponerse a él.  El culto a los muertos en estas tradiciones no tiene mucho sentido, porque implica distraerse de lo esencial que es la capacidad de vivir el cambio, y de que nuestras células transmigren en un sentido diverso de lo que fuimos en vida. 

En otras regiones del mundo –especialmente en occidente-, la observación del paso del tiempo, llevó a considerar que el tiempo pasado no vuelve, y que cada minuto que pasa, se va definitivamente. Para esta forma de mirar el tiempo, las cosas que hoy son ya no serán mañana. Por lo tanto se debe aprovechar el instante. Carpe diem quam minimum credula postero, decían los antiguos repitiendo a Horacio, lo que puede traducirse sintéticamente como vive o aprovecha el día, y de manera más precisa  como “aprovecha el día, no confíes en el mañana”. Para estos creyentes el tiempo es una fatalidad y al no volver es importante aprovecharlo. La vida futura, en caso de existir depende de la forma como se haya aprovechado este tiempo único. El culto a los muertos en estas tradiciones religiosas está centrado en el reconocimiento de lo que se puede llegar a ser en esta única vida. Las tumbas son mausoleos que mueven al creyente a pensar en las posibilidades de trascender, a partir de la única oportunidad que se tiene de vivir.

Detrás de estas dos formas de pensar la muerte, se encuentra un destino intuido pero indemostrable. Esto no impide que se perciba como un futuro esperanzador. En ambos casos, y sin pronunciarnos por la verdad de ninguna tradición, estas dos miradas sobre la muerte y el destino revelan que el hombre es un ser que se opone a la muerte como destino fatal. Esta acción –rebelarse- se convierte en apertura a la trascendencia, que es algo más que “dejar huella, tener un hijo y plantar un árbol”. Eso es demasiado sencillo. La trascendencia intuida en la muerte es signo de rebeldía frente a la fatalidad del destino que se nos impone. Por eso recordar a los muertos, sea cual sea la tradición espiritual que cada uno asuma, es una acción simbólica que nos hermana en nuestras suposiciones de vida y más vida.

La muerte no es el final del camino. Símbolos y ritos ceremoniales en el catolicismo

Conferencia presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara : "La mue...