sábado, 24 de diciembre de 2011

Puso su tienda entre nosotros…

“Y puso su tienda entre nosotros” es una expresión bíblica que señala en el evangelio de Juan, que la divinidad se ha instalado entre los humanos.  Se trata de una de las frases más fuertes que tiene la tradición cristiana, que no se puede perder de vista,  a riesgo de vaciar el contenido de la presencia de Jesús.

Para ello revisemos el asunto. Los humanos nos movemos en un mundo de múltiples interpretaciones. Esa es nuestra ventaja y nuestra desventaja. En el primer caso, nos ayuda a buscar matices a los asuntos que nos suceden, y gracias a la interpretación podemos contrastar experiencias vitales. En el caso de la desventaja, ocurre que nunca estamos del todo seguros de que nuestra interpretación corresponda a la verdad. El mundo de las palabras humanas, entonces, es movernos entre las brumas de la interpretación.
En el caso de la navidad, sucede lo mismo. En el cristianismo tardío la palabra “natividad” se ha suavizado para dar paso a la expresión “navidad”; pero la fiesta antes de tener resonancias cristianas, ya existía. El origen de estas fiestas está asociado al renacimiento del sol. Una vez pasada la noche más larga del año, en el solsticio de invierno, resurge la esperanza de la vida. Se trata de una fiesta de reminiscencias agrícolas que llena de alegría a las distintas culturas que ponen su fe en que la tierra, una vez que el sol ponga calor en ella, pueda ayudar a las personas a no morir de hambre. Esta misma intención agrícola parece encontrarse en algunas interpretaciones de la Fiesta de la las Luces, Janucá, que recuerda por una parte, el hecho de la lámpara del Templo judío que arde ocho días sin apagarse cuando tenía aceite para uno solo, y se considera un signo de victoria de los judíos ante los griegos. Pero en contraparte, también puede considerarse la fiesta del agradecimiento por el aceite del olivo, que mantiene la luz en medio de los días previos al solsticio de invierno. En ambos casos se trata de celebraciones festivas, ante la posibilidad de recuperar la vida.

Cuando Juan, en su evangelio, alude al nacimiento de Jesús con la expresión “puso su tienda entre nosotros”, no se había perdido el sentido de Janucá ni del solsticio de invierno, tanto en la cultura judía como en la romana. No se puede decir, ni siquiera que el apóstol tenga preocupación por la explicación teológica de la encarnación, ni mucho menos que esté instituyendo una nueva celebración religiosa. Es hasta el año 359 que en Roma se asocia la fiesta del Sol Invicto con el nacimiento de Jesús, aunque en Constantinopla llega hasta el año 380, es decir 20 años después. La certeza de la fecha del nacimiento de Jesús, no se tiene. Se sabe del suceso, sin fecharse. Por eso, las interpretaciones son imprescindibles para nosotros.

Para ello recurriré a una historia escuchada estos días: un niño de apenas cinco años, solicita a su tía le ayude a escribir una carta al niño Dios; ella le dice “Comienza tu carta así: Querido niño Jesús…” Él la interrumpe y le dice, “Tía, la carta es para el niño Dios; Jesús esta muerto; ¿No recuerdas que está en la cruz? ¿Cómo va a traerme regalos si está muerto?”. Esta conversación, remite al proceso de interpretación que se vive en torno a la navidad y respecto a la persona de Jesús. En muchos ambientes cristianos, a fuerza de segmentar la vida, se realiza una disociación entre Jesús y el niño Dios.
El riesgo de esta visión segmentada: el niño Dios para la navidad, y Jesús para el resto del año litúrgico, genera que la expresión “puso su tienda entre nosotros” se vacíe de contenido al enfatizar únicamente el carácter festivo de un momento. Cierto que nuestra visión es de parcialidades, por lo que, habrá que estar atentos a la intención del planteamiento de Juan. Al insistir en que Jesús puso su tienda entre nosotros, señala que comparte la humanidad en todo lo que esta implica. De ahí podemos señalar que la navidad es la fiesta del hombre, la fiesta del encuentro, de la relación que se establece entre la humanidad y la divinidad.

La interpretación de la Navidad y lo que sucedió históricamente, podría comenzar recuperando la narración bíblica, que señala un censo, un viaje, un pesebre, unos pastores, unos ángeles. En síntesis, precariedad y pobreza. Esta narración presenta un contrasentido con la idea judía de la bendición de Dios traducida en éxito económico. La revelación cristiana presenta una ruptura con la judía en este aspecto. Se trata de la concretización de un proceso de encarnación sociológica,  sin dejar de lado la interpretación más común de la encarnación biológica del hijo de Dios. La narración bíblica apunta una opción que no puede pasarse de largo: Dios toma opción por los pobres y los marginados. De esta manera, los ángeles presentan su mensaje no a los que tienen recursos; sino a los pastores; y el mensaje señala dos asuntos; el primero es que la  gloria a Dios que se vive en el cielo, tiene como consecuencia la paz en la tierra a los que tienen buena voluntad. En este sentido, lo que da origen a la alegría es una actitud: la buena voluntad.

La Navidad se presenta como ocasión de repensar el sentido de la presencia de Jesús en la tierra. “Poner su casa entre nosotros” expresa que Jesús nace en un contexto de marginación y dolor, de pobreza, de discriminación, de inseguridad, de interpretaciones piadosas que enfatizan la pureza, la forma en vez del fondo. La presencia de Jesús es un acontecimiento que denuncia las formas de vivir que rompen la unidad, que descalifican al otro... Hoy se corre el riesgo de lo mismo, de suavizar, de superficializar, de llenar de cuestiones piadosas la presencia de Jesús. Si bien la piedad popular es respetable y muy importante, el acontecimiento de Navidad esta cargado de formas simbólicas que podrían oscurecer el sentido de la presencia de Jesús que “puso su tienda entre nosotros”.

¡¡¡Feliz Navidad para todos los que se animen a pensar el sentido de que Dios ponga su tienda entre nosotros!!!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Las primeras impresiones de la partida de Juan Sandoval

La Arquidiócesis de Guadalajara tiene ya un arzobispo emérito: Juan Sandoval, y un nuevo arzobispo: José Francisco Robles Ortega. La fuerza, el protagonismo y la intención de quedarse en Guadalajara de Sandoval; hacían necesario un sucesor del mismo nivel. Ninguno de los mencionados por el clero tapatío, particularmente Javier Navarro y Leopoldo González, o el candidato del Nuncio, Carlos Aguiar, tenían el peso suficiente para suceder a Juan Sandoval. El más fuerte era Aguiar pero estaba descalificado por el ya arzobispo emérito. El nuevo arzobispo, tiene la estima de Sandoval, y al menos no tuvo su veto en la terna que se presentó a Roma.

La sucesión se detuvo en varios momentos. Incluso hace una semana, Sandoval esperaba pasar las navidades siendo el titular de la iglesia de Guadalajara. Así lo hizo saber a los medios, al cancelar el homenaje que se había programado para el 3 de diciembre. Las cosas dieron un vuelco y con características peculiares que no se pueden perder de vista.

¿Qué hace peculiar la sustitución? Es la primera vez que un arzobispo de Guadalajara es sustituido por un arzobispo, también es la primera vez que el sucesor tiene las mismas credenciales del antecesor: arzobispo, cardenal, experiencia pastoral en dos diócesis de peso: Toluca y Monterrey, sabe tratar con obispos eméritos, pues en su actual diócesis ha tenido dos. Por otra parte, el estilo es menos protagónico y se le puede considerar un conservador moderado dentro del clero, y además prudente. Si bien, fue alumno del arzobispo emérito, no se puede decir que sea su discípulo en el sentido de seguidor de sus acciones.

¿Qué se puede esperar de Robles Ortega? En principio con el nombramiento del nuevo arzobispo, Benedicto XVI parece estar apostándole a tres cosas: la prudencia en el modo de guiar a la iglesia diocesana, al manejo de un perfil discreto pero funcional en su relación con los actores políticos, a mantener una línea pastoral conservadora acorde con su comprensión de la iglesia. En Monterrey, su ejercicio pastoral se ha caracterizado por acercarse a los grupos que representan una mirada conservadora en la iglesia.

El análisis de un asunto que parece menor, puede ser una ejemplo de la manera que Robles Ortega se posicionará frente a su antecesor. Igual que en la política donde la forma es fondo, en la iglesia sucede lo mismo. El modo de anunciar la sucesión presenta una variante: no ha sido la Conferencia del Episcopado Mexicano, ni la Arquidiócesis de Guadalajara quienes han dado la nota, sino directamente el Arzobispado de Monterrey y los medios de comunicación vaticanos. Este asunto no resulta menor y muestra de qué lado está el ejercicio de la autoridad. Sandoval ha sido desplazado y el modo de anunciarlo así lo indica. La reacción de la Arquidiócesis se da después de que los medios comunican la noticia, mientras que en Monterrey se percibe toda una estrategia comunicativa que ha rebasado a Guadalajara.

Por otra parte, hay que reconocer que Robles Ortega no llega a territorio desconocido, pues aquí realizó parte de sus estudios, y algunos de los sacerdotes actuales fueron sus compañeros. Si bien, encontrará finanzas sanas, tiene a un clero numeroso, que ha vivido bajo tensión, que ha sido poco escuchado y que esperaba y oraba por la sucesión desde hace poco más de tres años. Tendrá también que resolver el asunto de los sacerdotes que han dejado el ministerio, y los problemas del seminario. Habrá de decidir sobre la posible división de la diócesis, la continuación del santuario de los mártires, el futuro de la pastoral, pero sobre todo el papel y la actividad de su antecesor. Deberá incluso tomar postura ante el caso Posadas, que fue utilizado por Sandoval para confrontar al Estado mexicano.

Al parecer, algunos extrañarán el estilo abrupto de Sandoval, otros agradecerán su retiro y silencio. Eso finalmente no es importante, sino el nuevo estilo de dirigir a la iglesia tapatía que durará por los próximos 13 años cuando Robles cumpla 75 años, más los que se acumulen.

Finalmente, en estas primeras impresiones, se tendrá que estar atentos a la manera como el Cardenal Robles, se relacione con los candidatos a puestos de elección popular, y sus movimientos en torno al asunto. Ojalá sea para bien este nuevo estilo, o por lo menos sin tantos exabruptos. Ojalá tengamos un estilo verdaderamente evangélico, que dicho sea de paso, se extraña en Guadalajara.

La sucesión en los medios

Esta mañana ha aparecido la nota de la sucesión de Juan Sandoval en los medios de comunicación. Muy temprano han comenzado las reacciones.

Sucesión confirmada

Finalmente, Juan Sandoval deja la titularidad de la Arquidiócesis tapatía. En su lugar Francisco Robles, obispo conservador moderado, de buenas maneras, le sustituye ya. A partir de hoy, aunque Sandoval diga lo contrario, ya no puede tomar decisiones, sigue siendo obispo, pero ahora emérito y funge como Administrador Apostólico. Se trata de una figura jurídica que mantiene y prepara la llegada del sucesor, pero no decide nada. A partir de hoy entramos en un periodo -tipo interregno- donde se espera la pronta llegada del sucesor. Para ello tiene dos meses, por lo que su llegada ocurrirá a principios de febrero como límite.

El cardenal Robles, guardará las formas con Sandoval, pero ya ha marcado distancia. El primer dato que hay que señalar es el modo de anunciarse: contra la tradición, el anuncio del nombramiento no se realiza en Guadalajara o en la Conferencia del Episcopado Mexicano, sino desde Monterrey, y el aviso no lo hace el Nuncio sino el obispo auxiliar de Monterrey. Cercanía distante, ha aparecido en los inicios.

Sandoval lo sabe y por eso ha declarado que sigue siendo obispo, pero no ha dicho que como administrador lo único que le corresponde es mantener el orden y organizar la recepción del sucesor. Ha señalado también que Robles en algún momento fue su alumno. Sin embargo, esto no significa cercanía necesariamente.

Cercanía distante o distancia cercana. Ésta será al parecer una característica en las relaciones Sandoval-Robles. Si esto se traduce y traslada al ámbito de la pastoral, podremos ver una nueva forma de dirigir la iglesia. Ojalá sea una forma alineada al evangelio, que se extraña desde hace muchos años en Guadalajara.

Para ello, el Cardenal Robles deberá tomar decisiones: la primera sobre el sitio donde va a vivir. Vivir en Colinas de San Javier, como dijo hace unos días Sandoval, no parece un mensaje alineado a la pobreza evangélica. Otra decisión es la de escuchar a los sacerdotes sin gritarles, descalificarlos e insultarlos. Una más habrá de referirse a las relaciones con los políticos que le buscarán, acostumbrados durante casi 18 años a pedir los consejos de Don Juan -como ellos le dicen-, para ser aprobados y lograr un puesto.

Habrá muchas decisiones, entre ellas, la cuestión de la división de la diócesis para atender a todos. ¿Será capaz el Cardenal Robles de tomar las decisiones?

Al parecer así lo vió el Vaticano. Habrá que esperar un poco a ver si es capaz de distanciarse del estilo del antecesor.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Preparación y presión para la Primera Comunión

"Dejen que los niños se acerquen a mí", ha sido una frase evangélica que suele utilizarse en las ceremonias de Primera Comunión en la Iglesia Católica, aunque no haya sido pronunciada en este contexto. La frase evangélica remite al contexto judío de formación de la niñez y a las distancias que los adultos solían tener con ellos, antes de ser reconocidos como hijos de los mandamientos, con la celebración del Bar Mitzvah. En este sentido, la frase de Jesús expresa una ruptura epistemológica para la mentalidad de los discípulos que trataban de que los niños no molestaran acercándose al Rabí, cuando ellos consideraban que estaban realizando un servicio.

Hoy se utiliza la frase coloquialmente, como una expresión cristiana de cercanía y aprecio de Jesús por los niños. Específicamente en la liturgia aparece como una invitación a todos. Para escuchar esta frase y recibir el sacramento, los niños católicos romanos, a diferencia de la tradición católico ortodoxa, deben prepararse específicamente para este momento. En la tradición ortodoxa, la primera comunión se realiza inmediatamente después del bautismo y la crismación (confirmación), en la misma ceremonia.

En la tradición católica no es así, sino que alrededor de los 7 años, el niño comienza su preparación. Lo que llama la atención es que en algunas parroquias de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Diócesis de Cd. Guzmán -hasta el momento no tengo información de otras-, se les otorgue a los niños una tarjeta que deben sellar todos los días que van a la catequesis y obligatoriamente a misa. Asimismo se les insiste que aunque sus padres estén separados y no dialoguen entre ellos, deben presentarse a la ceremonia para que sean una familia ante Dios. Los niños, pero sobre todo las mamás viven -al menos algunas de ellas- la presión de tener que asistir a la celebración obligatoria porque si no es así, no se obtiene el sello de la tarjeta, y el niño corre el riesgo de no realizar  la primera comunión.

¿Qué tipo de práctica pastoral es esta? ¿Cuál es su fundamento? ¿Adónde conduce? ¿Por qué se realiza? ¿Se dan cuenta las autoridades religiosas que buscando acercar a los niños producen -al menos en algunos padres- un sentimiento de rechazo? Que no se pregunten después, porqué ocurrren las deserciones y distancias con la fe de los mayores. ¿No habría otras formas más pastorales de motivar?

XV Encuentro de la RIFREM

Convocatoria para el

Religion Mexico: XV encuentro de la RIFREM: Zapopan, Jalisco, 14-16 de marzo de 2012. SEDE: El Colegio de Jalisco.

En el enlace podrán revisar los datos.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Ética del cuidado, política y religión

http://www.informador.com.mx/jalisco/2011/340506/6/el-cardenal-pide-al-ejercito-para-combatir-la-delincuencia.htm
Las declaraciones de Juan Sandoval, respecto a la necesidad de la presencia del Ejército en las calles de la ciudad, me hacen pensar la necesidad de revisar los criterios evangélicos para relacionarse con el Estado.

Todas las religiones –lo he escrito en varias ocasiones- tienen una propuesta de sociedad. La cuestión es qué tipo de sociedad, y por lo tanto, de acción política proponen las tradiciones religiosas. El tema por sí mismo causa escozor en la sociedad mexicana, sin embargo, no se puede negar que toda religión tiene la pretensión de orientar un modelo político que favorezca su propio crecimiento y consolidación como religión hegemónica. Cada una lo hace a su modo, y de acuerdo a los alcances e influencia que tiene.

En el caso del cristianismo, la práctica de Jesús respecto a la política, tiene tres características: marcar distancia con varios grupos, acercarse a otros grupos, y presentar una opción de convivencia distinta, a la que llamó Reinado de Dios.

Los grupos con los que marca distancia son numerosos y muy importantes: los saduceos, fariseos, zelotas, romanos y herodianos. Los grupos a los que se acerca, y con los que construye comunidad son los desplazados –ya por las mismas leyes de pureza o las costumbres- y los marginados: gente común, niños, mujeres, enfermos, extranjeros, jornaleros. A estos se les conocía con el eufemismo de los anawin, es decir, los pobres de Yahvé. La tercer característica de la acción profética y política de Jesús, es la predicación del Reino, o del Reinado de Dios. Este reinado, mantiene distancia con las acciones de los políticos de la época; de modo que se le escucha decir: “a Dios lo que es de Dios, y al César, lo que es del César”. Una frase que frecuentemente se saca de contexto.

Finalmente el Reinado de Dios, es la modificación de las relaciones humanas, para transformarlas en relaciones fraternas que desplazan el poder político, como modo de construir la sociedad. Este modo de relacionarse, implica reconocer que nadie hay encima de alguien, porque se es hermano a partir de un Padre común. El servicio, la fraternidad, la solidaridad y la pre-ocupación, constituyen una nueva ética en esta forma de relacionarse. La ética que brota de este nuevo estilo de relacionarse, es una ética del cuidado y de la minoridad: nadie encima de otro, y establecer relaciones de apoyo, solidaridad y servicio a la vida de todos.

Cuando se dice que Jesús afirmó que la religión no se debe meter en política, no se trata de una frase usada con precisión, sino para mantener a los religiosos en el lugar que se les ha asignado tradicionalmente, como hemos dicho; pues su propuesta lleva a modificar las relaciones entre todos, incluidas las relaciones políticas y religiosas. Así, el poder político y las instituciones puestas al servicio del cuidado, podrían constituir una nueva forma de relación. Esta forma de relación no pasa por la aceptación dogmática de ciertas verdades de fe, sino sólo por la aceptación de la premisa de la fraternidad, que finalmente deriva en una moral distinta: no la del servicio a sí mismo sino la ética del cuidado.

Ante las declaraciones de arzobispo Sandoval, hemos de preguntar ¿qué piensa sobre la relación de las instituciones del Estado con la comunidad? ¿está pensando en una ética del cuidado? En tal caso, ¿bajo qué condiciones? Otros pastores como Don Raúl Vera también tienen una posición distinta al respecto, de la que dan explicación. Hasta ahora sólo hemos escuchado declaraciones sin explicación. Valdría la pena escucharlas, para ver si se acercan o se alejan de la práctica de Jesús.

Al vuelo

Y que el cambio en el arzobispado será hasta el próximo año. Al parecer no se ve necesario, o se le ve como un contrapeso electoral vigente todavía.

El libro “La idea de Dios en Guadalajara”, que se presenta el 2 de diciembre a las 6 pm en la FIL, es un servicio al pluralismo religioso tapatío, en una sociedad que cuenta con mecanismos para invisibilizar la presencia de los que creen diferente.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

La idea de Dios en Guadalajara

LA IDEA DE DIOS EN GUADALAJARA

Se presenta el día VIERNES 2 DE DICIEMBRE

DE 18:00 A 18:50 HORAS EN EL SALON AGUSTIN YAÑEZ
Feria Internacional del Libro de Guadalajara

El Prólogo lo escribió
Dr. José María Vigil, teólogo latinoamericano.
La presentación estará a cargo de
Dr. Juan Diego Ortiz, director del CERYS y Mtro. Jesús Arturo Navarro Ramos, académico del ITESO
y los autores: Lourdes Celina Vázquez Parada y Wolfgang Vogt

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Música religiosa de los 80 Hossana Hey

Loado seas por la hermana muerte...

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano Sol,
el cual es día y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significación. [...]



Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

 
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Retazos de notas y festividades

Estos días se realizan cuatro festividades de índole distinta: las fiestas de San Judas, Halloween, la memoria de todos los santos y la de los fieles difuntos. Todas ellas tienen en común que giran en torno a la precariedad de la vida, aunque sean cuestiones que se presentan de manera festiva.

El 28 de octubre, se celebró a San Juditas -como dicen algunos creyentes de a pie-, el santo de las causas difíciles y desesperadas. No sabemos con precisión de donde le viene eso de ser responsable de hacer milagros a quien siente está en el momento más crítico, pero ya sea porque pedir favores sea motivaste para el que cree, o porque el santo en verdad los realice, una multitud de creyentes se acerca a él. Esto refleja por un lado la dependencia de los creyentes hacia las figuras santas para solicitarles su favor, y el deseo de romper el rumbo de los acontecimientos, y en ocasiones las leyes de la naturaleza. Se trata de una situación muy compleja que el catolicismo popular mantiene con firmeza, aunque institucionalmente los sacerdotes retiren constantemente las cadenas de oración de los pies de las imágenes, que propician una religiosidad intimista y mágica, sin embargo al parecer, mientras no haya una formación religiosa mas allá de la moralización, las cosas no parece que cambiarán.

El segundo asunto es la fiesta de Halloween. Para muchos, se trata de una fiesta satánica que rinde culto al mal. En sus orígenes la celebración hace eco de la llegada del otoño y de la disminución de la fuerza del sol, con lo que se entra en una etapa de oscuridad. Es una fiesta que reconoce las circunstancias del ciclo de la vida. En las sociedades agrícolas, el tiempo, el sol, la luminosidad resultan imprescindibles para la vida, en tanto que la oscuridad, el frío y el silencio, son condiciones para que la vida se aleje o al menos tienda a replegarse. La fiesta de Halloween, más allá de cuestiones satánicas es un reconocimiento de la precariedad de la vida y de su anhelo. 
La tercera celebración es la fiesta de todos los santos. Esta surge en la tradición católica como una celebración que quiere hacer justicia a todos aquellos bautizados que no han alcanzado el reconocimiento de los altares, y que son una especie de santos anónimos. En México, en ese afán moralizaste y maniqueo, que ve el ejercicio de la sexualidad como pecado, se suele identificar a los santos del primero de noviembre con los niños, a los que en algunas zonas se les llama eufemísticamente “angelitos”. Sin embargo, la tradición católica litúrgica no entiende esto, sino que celebra a aquellos cristianos anónimos que han alcanzado la visión beatifica. Nada tiene que ver con la idea del “regreso de las almas a comer y convivir”, aunque la tradición se imponga en la dirección contraria.
La ultima celebración de los fieles difuntos, nos pone al menos un día del año en la perspectiva de la propia muerte, al recordar a los seres queridos. Nuevamente la tradición litúrgica reserva este día para todos aquellos que han muerto y están esperando la remisión total de su pena en un lugar de purificación antes de ir a la gloria. Estas cuatro fiestas, nos ponen en la perspectiva por el futuro, y activan nuestros imaginarios sobre la vida que llega a su fin, y ante quien mas o quien menos, se resiste a vivir en carne propia. Se trata de celebraciones antropológicas con una enorme carga de significado sobre la vida y su capacidad de recrearse continuamente.

lunes, 24 de octubre de 2011

“Padre no es el que engendra, sino el que cría”.

El tema de la paternidad responsable es un asunto de enorme interés para la iglesia así que resulta pertinente preguntarse ¿qué significado tiene este concepto en la iglesia?

La frase paternidad responsable es un concepto de carácter ético antes que religioso, por lo que hay que buscar sus raíces ahí antes que en la teología, aunque después se decida ir a ella, para conocer sus planteamientos.

Como concepto ético, la paternidad responsable se mueve en dos terrenos, el de la responsabilidad, -que implica la formación de la conciencia en torno a una serie de valores ante los cuales contrastar la actuación-; y el de la paternidad como fenómeno sociocultural. Vayamos por partes.

La responsabilidad indica que la persona aludida ha de responder ante alguien o por algo. Se trata de alguna manera de dar satisfacción ante lo que se realiza. Por ello, la acción moral tiene entre sus características ejercerse en un marco de responsabilidad. En el fondo, el concepto responsabilidad alude a la capacidad del sujeto moral de hacerse cargo, de encargarse de su propio acto moral. Se trata de un concepto fundamental para vivir en un entorno de libertad, dado que sin responsabilidad no hay libertad.

Por sus características anteriores, la responsabilidad está vinculada con otros conceptos: la conciencia moral, el consentimiento, la voluntad y la libertad. Todos ellos crean un marco, que permite definir la existencia de actos, ante los cuales los seres humanos hemos de responder. Por supuesto que la perspectiva valoral de una sociedad, es el marco desde el que estos conceptos adquieren mayor o menor relevancia. Así por ejemplo, los espartanos no veían como irresponsabilidad la aplicación de la eugenesia, para que la sociedad estuviera formada por niños fuertes y sanos para participar en el ejército. Por esta misma razón, en una sociedad con valores diferentes como la judía, tampoco se ve como irresponsabilidad la práctica de la circuncisión a los ocho días de nacidos mcuho menos como un ataque a la dignidad del niño. En ese mismo ambiente, la aceptación de los niños por parte de Jesús, resulta un hito en la mentalidad de la época dado que antes del bar mitzba, los niños no eran considerados sujetos de derechos.

Con los ejemplos, se pone de manifiesto que la apelación a determinados valores, para contrastar y analizar el asunto de la responsabilidad, se realiza siempre en un contexto que aprecia esos valores, y por lo tanto no puede universalizarse sino a partir del acuerdo y el consenso.

En el tema de la paternidad también ha habido cambios asociados a la evolución histórica. Si bien, la paternidad está vinculada a la procreación, se trata de cuestiones diferentes, dado que la procreación es un acontecimiento biológico, en tanto que la paternidad es un fenómeno cultural que define la sociedad, y que se vive subjetivamente en la relación que establece el padre con los hijos e hijas que ha procreado. En este sentido, la paternidad pasa al ámbito moral que le da sentido a tal vinculación entre el padre y los hijos, dejando a la procreación como una función estrictamente genital.

En la sociedad contemporánea, a fuerza de repetir los conceptos se pueden ocultar los significados, sin embargo, la memoria popular en México distingue tal situación con una frase “padre no es el que engendra sino el que cría”. De tal suerte que se puede decir, que muchos mexicanos distinguen coloquialmente el asunto de la paternidad y la procreación.

Ahora bien, ¿qué dice la iglesia de este concepto? La alusión a la paternidad responsable se establece en el Catecismo de la Iglesia en la sección que habla de los mandamientos, particularmente el sexto. El texto parte de la creación del ser humano como varón y mujer, y del mandato de la reproducción, para enseguida, aludir a la castidad como “integración lograda de la persona”; y sólo después de un amplio abordaje de este asunto, se refiere al amor de los esposos en un marco que favorezca la fidelidad y la procreación. De esta forma se asocia en la iglesia el acto de de la procreación al acto de la paternidad responsable.

Así, en el Concilio Vaticano II, y en la reflexión de los obispos en la Gaudium et spes n. 47 al 52, aunque no se usa el témino paternidad responsable, se habla de sus características; entre las cuales la transmisión de la vida y la formación de la prole, son lo central. Lo más importante, -en términos teológicos- es que se percibe a la paternidad y la maternidad como una misión asociada a Dios. Es hasta julio de 1968 en que a través de un texto que tuvo una gestación complicada, Paulo VI define -en Humanae vitae n.10- para la iglesia el concepto después de una serie de consideraciones: “La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores”.

En síntesis: si bien se trata de una enseñanza que data de siglos, el asunto presenta problemas cuando se analiza la paternidad responsable en el caso de aquellos, que habiendo emitido una promesa de celibato ejercen la función de la procreación y por la promesa emitida previamente, no pueden ejercer la paternidad responsable. Aquí hay un problema para los sacerdotes con hijos: ¿están condenados a ser progenitores, sin la posibilidad de ser padres responsables y ministros del altar al mismo tiempo? ¿Será que deben conformarse con aceptar ser llamados “tíos” y vivir con el estigma permanente de “padre no es el que engendra sino el que cría”? Este es el inicio de una serie de artículos sobre el tema.

Al vuelo

Habrá que estar atento a los signos que se generen el 27 de octubre, en la Jornada de Oración Interreligiosa en Asís.

¿Qué pasa con las iglesias evangélicas que han dejado de lado aquel movimiento de Vive lo rojo, donde animaban a los creyentes con los espectaculares de “Jesús está chido”, y que tuvo su culmen en 2008 donde más de 300 iglesias evangélicas se unieron en Guadalajara, para establecer una misión común sin perder sus características particulares?

Juan Pablo II en forma de reliquia regresa a Guadalajara, del 26 al 28 de octubre. El reto: que no se quede sólo en el recuerdo, cuando visite entre otros lugares la catedral, la basílica, el santuario de los mártires y el seminario.

Publicado también en Proyecto Diez 24 de oct, 2011.

sábado, 22 de octubre de 2011

Encuentro interreligioso en Asís

La metáfora de los ciegos y el elefante, muestra la complejidad del diálogo interreligioso: cada hombre religioso ciego, apenas palpa una parte del elefante y se cuestiona sobre lo que alcanza a tocar.Ante la realidad de Dios, al creyente de cualquier confesión le sucede lo mismo. Tiene una parte de la información de la totalidad, pero no abarca a la totalidad. Algunos interpretan la parte como vacío, otros como inacceible, apenas "tocada" con las yemas de los dedos, unos más se acercan a la parte más abultada del elefante y lo consideran inmenso o inabarcable. Más llá, alguien pensará a Dios como

El problema no es la parte, que finalmente seguirá vinculada a la totalidad; sino la pretensión de que la parte describa o permita explicar el todo. Este es un problema latente en el diálogo interreligioso.

Para que el diálogo interreligioso sea eficaz se requiere -entre otras cosas-, de una enorme dosis de humildad, para reconocer que los datos que se tienen ante la realidad de Dios, son apenas unos cuantos vestigios, pero nunca la totalidad, por más que se tenga la certeza de la revelación, que siempre será contextualizada.

Una segunda cuestión que está a la base de un diálogo interreligioso que fructifique, es dejar de lado la idea de que sólo existe una religión verdadera. El diálogo interreligioso solicita reconocer que todas las religiones son verdaderas, en tanto caminos espirituales para acercarse a la realidad de Dios.

Orar juntos en torno a un motivo, como sucederá en Asís el 27 de octubre, es importante, pero nada sucederá más allá de reconocer que el encuentro de líderes religiosos es una señal para los creyentes, si los participantes no reconocen dos cosas: que tienen apenas una parte de la verdad sobre Dios, y que los demás tambièn la tienen; y que la rligión de los otros es tan verdadera como la propia.

jueves, 20 de octubre de 2011

Muerte, destino intuido y trascendencia.

El asunto de la muerte ha sido un problema para los seres humanos.  La negación del destino final de la vida es una constante en muchos grupos humanos. Al mismo tiempo la apertura a una situación de vida posterior a la muerte, se convierte en esperanza de gran cantidad de personas. 

Las tradiciones religiosas construyen una respuesta a la pregunta ¿qué sigue después de la muerte? En todos los casos se trata de respuestas intuidas, de perspectivas abiertas a la incertidumbre, pues los datos que se ofrecen marcan un horizonte que no es posible de comprobar, al menos mientras se está en esta vida. El destino después de la muerte, se convierte entonces en un asunto de esperanza, lo cual es distinto a la certeza.

Cuando se plantea el tema de la muerte en estos términos, algunos creyentes descalifican tales explicaciones por considerarlas poco respetuosas de los procesos de revelación sagrados. Sin embargo, el no se trata de una postura atea, sino de un posicionamiento crítico incluso ante las mismas respuestas que las tradiciones espirituales plantean. 

La observación del devenir de la naturaleza y del cambio de las estaciones, nos llevó en algunas regiones del mundo –particularmente en oriente- a reconocer que todo cambia para volver a iniciar, esta perspectiva del tiempo cíclico permite a algunos explicarse la vida y la muerte como un continuo devenir. El destino intuido es cambiar constantemente, y la trascendencia se explica como una especie de huella para animar  a otros a vivir el cambio, sin oponerse a él.  El culto a los muertos en estas tradiciones no tiene mucho sentido, porque implica distraerse de lo esencial que es la capacidad de vivir el cambio, y de que nuestras células transmigren en un sentido diverso de lo que fuimos en vida. 

En otras regiones del mundo –especialmente en occidente-, la observación del paso del tiempo, llevó a considerar que el tiempo pasado no vuelve, y que cada minuto que pasa, se va definitivamente. Para esta forma de mirar el tiempo, las cosas que hoy son ya no serán mañana. Por lo tanto se debe aprovechar el instante. Carpe diem quam minimum credula postero, decían los antiguos repitiendo a Horacio, lo que puede traducirse sintéticamente como vive o aprovecha el día, y de manera más precisa  como “aprovecha el día, no confíes en el mañana”. Para estos creyentes el tiempo es una fatalidad y al no volver es importante aprovecharlo. La vida futura, en caso de existir depende de la forma como se haya aprovechado este tiempo único. El culto a los muertos en estas tradiciones religiosas está centrado en el reconocimiento de lo que se puede llegar a ser en esta única vida. Las tumbas son mausoleos que mueven al creyente a pensar en las posibilidades de trascender, a partir de la única oportunidad que se tiene de vivir.

Detrás de estas dos formas de pensar la muerte, se encuentra un destino intuido pero indemostrable. Esto no impide que se perciba como un futuro esperanzador. En ambos casos, y sin pronunciarnos por la verdad de ninguna tradición, estas dos miradas sobre la muerte y el destino revelan que el hombre es un ser que se opone a la muerte como destino fatal. Esta acción –rebelarse- se convierte en apertura a la trascendencia, que es algo más que “dejar huella, tener un hijo y plantar un árbol”. Eso es demasiado sencillo. La trascendencia intuida en la muerte es signo de rebeldía frente a la fatalidad del destino que se nos impone. Por eso recordar a los muertos, sea cual sea la tradición espiritual que cada uno asuma, es una acción simbólica que nos hermana en nuestras suposiciones de vida y más vida.

La muerte no es el final del camino. Símbolos y ritos ceremoniales en el catolicismo

Conferencia presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara : "La mue...