A la mitad de la semana santa, dos traiciones más a la propuesta de Jesús, se pueden comentar, también a partir de las caricaturas de Cortés: La traición de la identificación de iglesia con jerarquía, con lo que resulta un reduccionismo además de una situación ajena a los proyectos iniciales del nazareno que se aleja de toda forma de poder, o que entiende el poder como servicio. La identificación no es gratuita dado que beneficia a los que están en la cúspide de la pirámide y favorece que se les tome en cuenta como única voz. Con ello se sustituye al pueblo de Dios y se le quita la posibilidad de decir una palabra en torno a su situación, a la interpretación del mensaje. Esta traición se teje a partir del miedo que la jerarquía tiene a la Reforma Protestante que entre sus logros se encuentra el acercamiento de la Escritura al pueblo. Expresa el deseo de moverse en la ortodoxia y en la tradición, sin embargo, cuando ortodoxia y tradición son mal comprendidas se busca simplemente replicar el pasado sin visión crítica: este es el centro de esta segunda traición.
La tercera traición es más compleja: el evangelio es una noticia desestabilizadora para los que creen que por su poder tienen la propiedad privada de Dios, y más aun, que por estar en el templo se encuentrran "más cerca de Dios". El evangelio en cambio es noticia alegre: buena nueva, buen anuncio para los que sufren, los que lloran, los perseguidos, los marginados... en síntesis: todos aquellos que hacen su vida -si es que es posible decirlo así-, desde la precariedad.
Cuando el evangelio deja de ser noticia para animar a los creyentes a vivir de una manera distinta, comprometida con la transformación de la vida, de las estructuras injustas, de las condiciones que generan pecado, se comete una traición, porque los que se mueven en la seguridad de lo que tienen, nunca serán capaces de vivir con radicalidad las exigencias del Reino... ¿qué piensan?
Me parece que una reflexión seria sobre estas traiciones podría permitir a algunos miembros de la llamada "jerarquía" preguntarse cosas como als siguientes: ¿cómo vivir el evangelio con radicalidad? ¿cómo debe ser la relación con los grupos de poder para que no coopten el mensaje del evangelio? ¿cómo ser profeta que anuncia y denuncia en las condiciones del siglo XXI?....
La tercera traición es más compleja: el evangelio es una noticia desestabilizadora para los que creen que por su poder tienen la propiedad privada de Dios, y más aun, que por estar en el templo se encuentrran "más cerca de Dios". El evangelio en cambio es noticia alegre: buena nueva, buen anuncio para los que sufren, los que lloran, los perseguidos, los marginados... en síntesis: todos aquellos que hacen su vida -si es que es posible decirlo así-, desde la precariedad.
Cuando el evangelio deja de ser noticia para animar a los creyentes a vivir de una manera distinta, comprometida con la transformación de la vida, de las estructuras injustas, de las condiciones que generan pecado, se comete una traición, porque los que se mueven en la seguridad de lo que tienen, nunca serán capaces de vivir con radicalidad las exigencias del Reino... ¿qué piensan?
Me parece que una reflexión seria sobre estas traiciones podría permitir a algunos miembros de la llamada "jerarquía" preguntarse cosas como als siguientes: ¿cómo vivir el evangelio con radicalidad? ¿cómo debe ser la relación con los grupos de poder para que no coopten el mensaje del evangelio? ¿cómo ser profeta que anuncia y denuncia en las condiciones del siglo XXI?....
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