En
la cultura popular mexicana se suelen usar los dichos o refranes para señalar
alguna cuestión, sobre la que se guarda cierto sentido común pero que no es
evidente para muchos. Los dichos, abren o cierran conversaciones por la
contundencia de su decir. Reflejan por decirlo así, la sabiduría popular en
frases cortas, taxativas sin dosis de ingenuidad pero revestidas de un lenguaje
sencillo y sintético. De ahí deriva su fuerza.
Uno
de estos dichos populares se puede aplicar a los legionarios de Cristo,
congregación intervenida por el Papa Benedicto XVI al aceptarse los crímenes de
su fundador, del que se declaró el 1º de mayo de 2010 por parte del Vaticano:
…la conducta del P. Marcial Maciel Degollado ha causado serias consecuencias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de profunda revisión.
Los comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales del P. Maciel, confirmados por testimonios incontestables, representan a veces auténticos delitos y revelan una vida carente de escrúpulos y de verdadero sentimiento religioso. Dicha vida era desconocida por gran parte de los Legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones construido por el P. Maciel, que había sabido hábilmente crearse coartadas, ganarse la confianza, familiaridad y silencio de los que lo rodeaban y fortalecer su propio papel de fundador carismático.
El
refrán en cuestión es: chango viejo no
aprende maroma nueva.
Enfrascados
en un dinámica de revisión y resistencia, los legionarios han trabajado en la
recuperación del sentido de vida religiosa y de una inspiración fundacional,
que a todas luces, resulta difícil de sostener, más allá de la argumentación de
que Dios escribe derecho en renglones torcidos. En enero estarán reunidos en
Capítulo General para revisar el carisma de la congregación y tomar decisiones
para el futuro. Sin embargo, el P. Deomar De Guedes, que tenía el segundo
puesto en importancia en el gobierno de la Legión, y que recientemente se ha
retirado, señala entre varios asuntos que no parece se resolverán en el
Capítulo, dos cuestiones: la mentalidad deudora de Maciel, y el carisma de la
Congregación.
Sobre
la mentalidad heredada de Maciel indica:
…es necesario un cambio de mentalidad quitando todo que sean métodos y sistemas "marcialistas" que permanecen, sobre todo a través de personas que llevan años en el mismo puesto y tienen mucho peso en decisiones y elaboración de documentos aun que no ocupen cargos oficiales.
Y
respecto al carisma:
¿Cuál es carisma de la Congregación? ¿Hay un carisma? Los documentos de la Iglesia invitan a mirar el carisma del fundador. ¿Cuál es el de la Legión? Creo que se debe buscar esta respuesta.
La
estructura, dinámica y modo de proceder de la Legión no parece que pudieran
permitir una renovación que requiere más que de maquillaje, de una refundación,
es decir, de una desaparición de la institución para formar un nuevo grupo
religioso, que permita no un testimonio de continuidad, sino de discernimiento,
que retome el planteamiento de Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium “Cada cristiano y cada
comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos
invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a
llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 21).
¿Será
capaz la Legión de ir más allá de la comodidad en que ha vivido -autoridad en nombre de Dios y un fundador sin carisma- y de superar el
modus operandi que le caracteriza? Hay elementos para dudarlo, y aquí si se
aplica aquello de, “hasta no ver, no creer”.
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