sábado, 15 de agosto de 2009

¿Cardenal a la vista?

Hace ya un año y medio que Juan Sandoval, cardenal de los católicos tapatíos cumplió 75 años y presentó su renuncia a la dirección de la Arquidiócesis tapatía. Existen algunas prácticas -que no aparecen en el Código de Derecho Canónico- en los medios eclesiales cuando suceden estas cosas: cuando el obispo ha resultado incómodo se le acepta la renuncia inmediatamente; cuando el obispo está alineado se extiende su mandato sin límite de tiempo hasta que se decide en Roma; cuando se busca sustituto se elige desde un proceso de cooptación que inicia desde el seminario; la elección está mediada por la práctica del sigilo: nadie sabe nada, nadie pronuncia una palabra, nadie aparentemente se promueve a ocupar el cargo, nadie tiene méritos suficientes hasta que ocurre el nombramiento; el proceso de auscultación y consulta es silencioso -si es que ocurre- mientras el nombramiento es festivo.

Estos datos nos pueden ayudar a interpretar: Juan Sandoval ha sido un obispo dentro de la ortodoxia romana, no se sabe la fecha de su sustitución pero se puede esperar que permanezca un poco más dirigiendo. Sin embargo, dadas las circunstancias de la renuncia, se ha iniciado ya enmedio de un silencioso recorrido la auscultación de necesidades y candidatos al puesto. No hay novedades de acuerdo a las prácticas: el próximo cardenal tapatío será un obispo con experiencia, particularmente respetuoso de la tradición, que mantenga al clero bajo control, que no tenga una historia oscura, particularmente en el ámbito de la sexualidad; que tenga cierta autoridad moral frente a los fieles, particularmente en asuntos de moral sexual, será medianamente conservador, dialogante pero sin grandes pretensiones de cambio. Pero sobre todo, si se revisa su historia personal podrá notarse que de entre sus compañeros ha sido elegido desde el seminario para estar cerca de los espacios simbólicos que lo presentan como el candidato idóneo.

Con estas características no hay muchos, uno de ellos es el obispo de Zamora; otro el obispo de Aguascalientes; pero no se puede dejar de pensar que el presidente del episcopado, también cumple con estas características, sin embargo, siguiendo las normas: nadie se mueve -aparentemente-, y parece conveniente esperar que se cumpla el adagio: de Roma viene lo que a Roma va.

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