La evaluación de un año que termina no es fácil, sobre todo cuando el mundo se ha convertido en una aldea global, y las decisiones de quienes viven un lugar afectan a las personas que hacen su vida en otro. Por eso, no haré esto, sino simplemente comentar algunas decisiones que por su trascendencia marcarán el rumbo de los acontecimientos futuros.
Me vienen a la memoria cuatro acontecimientos, dos internacionales y dos nacionales. Los acontecimientos internacionales son la renuncia del Papa Benedicto XVI, y la perdida de referentes para la izquierda. Los nacionales son la aprobación de las reformas energéticas y hacendaria. Seguro que habrá más, pero esta es mi selección al pensar en el futuro.
La renuncia del Papa Benedicto traerá a la historia de la Iglesia y del Papado una reestructura que ya estamos empezando a observar. Por supuesto no al ritmo que requieren muchas voces, pero se percibe cierta democratización al incorporar a cardenales de otras latitudes –no sólo europeos y particularmente italianos- en la reforma de la Iglesia. Hay señales que indican que la Iglesia hará justicia a Latinoamérica, y si bien no usará el término teología de la liberación, ya ha señalado que los pobres son un lugar teológico. Esto es una buena perspectiva. El futuro no es particularmente positivo para el Papa Francisco, que enfrentará en 2014, la oposición más fuerte de los grupos conservadores –tanto de laicos como de la Curia Romana-, así como el embate de los tradicionalistas. El reto del Papa es cambiar la estructura de la Curia, nombrar nuevos cardenales en el Consistorio de 2014 que no tengan mentalidad de príncipes; y elegir a nuevos obispos para las diócesis, que tengan particular interés por adquirir el “olor de ovejas”. Por otra parte, no hay que perder de vista que la renuncia del Papa, una vez que se vio con buenos ojos, será una alternativa para Francisco en algunos años.
La muerte de Hugo Chávez y el silencio de Fidel Castro, así como la multiplicidad de perspectivas de izquierda que no acaban de ponerse de acuerdo, hacen que ésta se vea desdibujada por la pérdida de referentes. El mercado con sus encantos ha fascinado a los líderes populares progresistas, y no se ven en el entorno nuevos líderes que aglutinen las inquietudes que el modelo neoliberal está generando. El nivel de discusión política, ha bajado en el mundo originado por el desinterés y los vínculos líquidos bajo los cuales nos movemos. Surfeamos en lugar de bucear, es decir, nos movemos en la superficie de los problemas y no atendemos sus causas radicales. Esta también parece ser la tendencia en 2014. De no aparecer referentes para la izquierda, el modelo neoliberal implementado en el mundo no tendrá mayor contrapeso que las acciones de queja que no se convierten en alternativa. El reto para 2014, está en el surgimiento de una nueva clase política que piense en el cuidado como alternativa a la antropofagia que genera el mercado.
En el ámbito nacional las cosas no parecen ser distintas. Las dos reformas que Peña Nieto ha impulsado, ganaron la mayoría, sin oposición fuerte que permitiera un replanteamiento de las leyes que realmente beneficien a todos. Hemos visto los funerales de la expropiación petrolera, y seguramente asistiremos a la muerte del supuesto beneficio del petróleo para todos los mexicanos. En el ámbito hacendario, nuevamente se grava a los contribuyentes cautivos sin ampliar la base de contribuyentes para aumentar los recursos. Es el juego de exprimir el jugo al limón que ya ha sido exprimido. El escenario nacional se encuentra en tensión entre lapublicidad pagada por el gobierno federal y el sentir de la población. No parece que pueda hacerse realidad los objetivos de la reforma de los que la sociedad puede tener evidencia: “Bajar las tarifas eléctricas, bajar el precio del gas y bajar el precio de los alimentos”. Y, “Crear cerca de medio millón de empleos adicionales en este sexenio”. Veremos que esto no sucederá. Mientras tanto, los legisladores han señalado que se trata del beneficio de México, pero no han aceptado la consulta popular como un mecanismo para avalar la pertinencia de las reformas para todos, y no sólo para los empresarios que se verán beneficiados. Se indignan los legisladores porque se les ha llamado “traidores a la Patria”, pero no han mostrado su compromiso con la población que les eligió. Hay que recordar que la Patria no existe como un objeto, sino como un sentimiento y sentido de unión de los que la forman. Así que mientras no se demuestre lo contrario, y el beneficio no sea para todos en la reforma hacendaria y energética, se les podrá llamar “traidores”. Al tiempo…
Sin embargo, como cada año, la esperanza renace cuando decimos “Feliz Año”. A pesar de la crisis y tal vez por ella misma, la felicitación de año nuevo tiene la particularidad de renovar nuestra esperanza. No dejarla morir es un imperativo ético del que no podemos sustraernos. No sólo para no morirnos de tristeza, sino para ver el horizonte con posibilidades.
“Feliz Año Nuevo” es una utopía que nos permite caminar, así que para todos: Feliz 2014.
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