viernes, 6 de diciembre de 2013

Voces contra la ortodoxia. ¿Qué tanto disienten los teólogos progresistas?

El libro Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición surge como consecuencia de un seminario del Centro de Estudios Religión y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, donde coinciden miembros del Seminario Permanente Diálogos Fe y Cultura del Centro Universitario Ignaciano del Iteso. Cada año se elige una temática que guía las discusiones académicas. Entre 2012 y 2013, el tema giró en torno a los teólogos disidentes. Es decir, a todos aquellos personajes, que por su reflexión y sus propuestas se mueven en el límite, como razón vital. Existen dos líneas en las que convergen estos teólogos: se mueven en la frontera de la tradición religiosa, y desean una vivencia más auténtica de la propuesta religiosa que representan. De ahí su fuerza, pues se trata de personajes que realizan un trabajo médico: diagnostican la religión desde la realidad que viven, observan sus conflictos, sus causas, los males y por supuesto, las posibilidades de curación. Esto ya de por sí, a las instituciones religiosas no les suele agradar,  al estar acostumbradas a sostener su palabra como verdad absoluta.

Pero los teólogos disidentes se vuelven más peligrosos porque entre los medicamentos que usan –siguiendo la imagen del médico-, deciden tratamientos radicales. Buscan entre el amplio repertorio de respuestas y eligen algunas para profundizarlas. En otras ocasiones como los antiguos boticarios, construyen la fórmula y preparan el medicamento; es decir, la propuesta que realizan para enfrentar el diagnóstico de enfermedad de la religión –en este caso de la iglesia católica y un ensayo sobre el islam y otro sobre la comprensión del judaísmo- hace más riesgosa su propuesta. Y esto se debe no solo a que muestran las debilidades de la religión cristiana, islámica o judía, sino porque ofrecen respuestas radicales que a muchos les asustan, aunque en sus orígenes toda religión sea radical.

Así surge este texto. Los once académicos que coinciden en el texto, se han preguntado, -más allá de las visiones fatalistas que señalan que las religiones desaparecerán algún día-  ¿qué cosas debe cambiar o atender la religión para ofrecer respuestas sensatas a los hombres y mujeres con quienes se relacionan? ¿qué respuestas ofrecen los teólogos que se mueven en las fronteras de la reflexión y al margen de la tradición, a los problemas que presenta la religión en la actualidad?

Cada uno de los académicos que escriben los ensayos ha realizado un trabajo de profundización, análisis y sistematización para en quince cuartillas señalar los puntos esenciales de su tratamiento a la crisis de la religión. No se trata de un trabajo militante que señale los caminos verdaderos, sino de explorar en las respuestas de los que hemos llamado “teólogos disidentes” el tratamiento que dan a los problemas de la religión.

Por tal motivo, no se trata de un texto que ofrezca tratados sobre el pensamiento de los teólogos disidentes, sino de ofrecer rutas para su lectura, al mismo tiempo que dar un panorama del mismo, dejando claros los asuntos que les han valido la descalificación y en ocasiones la condena, que llega hasta la arrogancia de quitarles el derecho de enseñar teología.

Leer este texto es la oportunidad de descubrir las razones por las cuales teólogos como Anthony de Melo, Leonardo Boff, Hans Kung, Andrés Torres Queiruga, José Ma. Castillo, José María Vigil, han sido sancionados por la ortodoxia de la iglesia católica. O el movimiento que representan Martín Baró, Baruch Espinoza o el sufismo, han sido vistos como sospechosos. Pero al mismo tiempo, y más allá del natural morbo que puede generar leer a los condenados, se trata de observar y descubrir la experiencia humana que está detrás de estas ideas y su vinculación con la comprensión religiosa del mundo que cada uno de ellos tiene.

Por otra parte, en el contexto de la crisis de las religiones que vivimos en esta primera parte del siglo XXI, el texto ofrece las respuestas de estos teólogos a los problemas de una iglesia que se mueve entre el asistencialismo y el dogmatismo, apostando por la recuperación de la memoria y la construcción del sentido desde la libertad; al mismo tiempo al problema de una espiritualidad sin religión o en un contexto pluralista y cada vez más diversificado. Otro texto presentará el dilema de la reflexión teológica en libertad o de la reflexión malineada a los planteamientos tradicionales; otros textos se acercan a pensar el sentido de la ética mínima o de la ética mundial que permite encontrar las coincidencias respetando la diversidad. Otros ensayos permiten repensar cuestiones tradicionales como el papel de la divinidad mediante el concepto de humanización de Dios, el asunto de la resurrección o el lugera de la salvación, y el papel del pluralismo creyente.

Por otra parte, en un mundo donde la velocidad de la información hace que la noticia se convierta en nota que se difumina fácilmente, este texto es importante porque presenta de manera sintética las reflexiones construidas desde la disidencia. Probablemente aquí radica su gran fuerza: en la amplitud de mirada, en su esfuerzo sintético y en el carácter fronterizo de las respuestas. Por eso es importante leer este libro.

Aporte a la comprensión de la tradición religiosa cristiana


En una sociedad que está acostumbrada a mirar a las religiones de forma homogénea o con escasas divisiones, el texto aporta una mirada plural. Este es otro de los méritos del libro. Los aportes a la comprensión del catolicismo, el judaísmo y el islam, permiten señalar que la religión se hace referencia distinta en cada persona y que en ella se juegan el sentido de su vida muchos.

La puesta sobre la mesa de las ideas de los teólogos disidentes, da la oportunidad de mirar formas nuevas de comprender problemas viejos: el ejercicio del poder, el servicio religioso, los discursos o predicaciones, los conceptos que necesitan recrearse, el papel de Dios en el mundo, el papel de los líderes religiosos, el dilema de vivir en la simulación o de optar radicalmente por la honestidad, aunque con ello vaya de por medio la buena fama, e incluso el papel de las llamadas nuevas búsquedas espirituales. Al mismo tiempo, aporta a las iglesias y a la sociedad, una palabra sobre el lugar y el lenguaje de los dogmas en las instituciones religiosas, al mismo tiempo que el papel de la religión en una sociedad que cada vez se decanta más por propuestas para cada caso, y deja de lado respuestas fuertes o densas como la de las tradiciones religiosas y los libros sagrados.

¿Qué aporta la disidencia a la reflexión del papel de la religión en los inicios del siglo XXI?


Un libro como este, no es un texto cómodo para las visiones conservadoras, por eso le hemos titulado Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición. Seguramente –y usando un lenguaje religioso- que en el título lleva la penitencia, pues será leído por algunos –esperando que sean muchos- con cierto interés; otros más pasarán de largo, ya porque expone argumentos que “van contra la ortodoxia” y entonces se vuelve sospechoso; o porque la palabra teólogos todavía les resulta indicador de un tiempo que consideran que se ha ido. En cualquiera de los casos, es un libro para que se lea, para construir nuevos argumentos, para disentir o coincidir. Cualquiera que sea la situación del lector ante el texto, será siempre una oportunidad de ir más allá del texto mismo.

Por otra parte, el texto recupera que la disidencia presta un servicio a la estabilidad de los sistemas, al hacerlos conscientes de que no basta la estructura, el orden, la jerarquía, la asistencia devocional a los rituales, o la sacralización de la vida a partir de asumir rituales de pasaje en distintos momentos de la vida, para que la religión tenga un papel relevante en la sociedad que la crea y la vive.

Se trata de un servicio a la razón vital de las religiones y a aquellos que quieren moverse dentro de sus límites, para ir más allá de la razón instrumental que implementa los sistemas religiosos, que pretenden con su ortodoxia asegurar la calidad de sus planteamientos.

El libro termina con un trabajo sobre la construcción de la ortodoxia, donde se aborda el problema que para el Papa renunciante fue decisivo, aunque no el más complejo: el del relativismo. El autor señala en el epílogo la relación que existe entre poder y ortodoxia y sus vinculaciones, que tiene como consecuencia la obligatoriedad y deja de lado las búsquedas personales y jubila a la hermenéutica. Al mismo tiempo, propone a la historia como camino de significación para la comprensión de la disidencia.

Ojalá estas palabras den una idea aproximada de lo que trata el texto. Pero sobre todo, que se animen a leerlo para situarse frente a la disidencia como una búsqueda de sentido vital.

En estos días de Feria Internacional del Libro se encuentra en los stand de ITESO y de UdG.

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