El libro
Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición surge
como consecuencia de un seminario del Centro de Estudios Religión y Sociedad de
la Universidad de Guadalajara, donde coinciden miembros del Seminario Permanente
Diálogos Fe y Cultura del Centro Universitario Ignaciano del Iteso. Cada año se
elige una temática que guía las discusiones académicas. Entre 2012 y 2013, el
tema giró en torno a los teólogos disidentes. Es decir, a todos aquellos
personajes, que por su reflexión y sus propuestas se mueven en el límite, como
razón vital. Existen dos líneas en las que convergen estos teólogos: se mueven
en la frontera de la tradición religiosa, y desean una vivencia más auténtica
de la propuesta religiosa que representan. De ahí su fuerza, pues se trata de
personajes que realizan un trabajo médico: diagnostican la religión desde la
realidad que viven, observan sus conflictos, sus causas, los males y por
supuesto, las posibilidades de curación. Esto ya de por sí, a las instituciones
religiosas no les suele agradar, al
estar acostumbradas a sostener su palabra como verdad absoluta.
Pero los
teólogos disidentes se vuelven más peligrosos porque entre los medicamentos que
usan –siguiendo la imagen del médico-, deciden tratamientos radicales. Buscan
entre el amplio repertorio de respuestas y eligen algunas para profundizarlas.
En otras ocasiones como los antiguos boticarios, construyen la fórmula y
preparan el medicamento; es decir, la propuesta que realizan para enfrentar el
diagnóstico de enfermedad de la religión –en este caso de la iglesia católica y
un ensayo sobre el islam y otro sobre la comprensión del judaísmo- hace más
riesgosa su propuesta. Y esto
se debe no solo a que muestran las debilidades de la religión cristiana,
islámica o judía, sino porque ofrecen respuestas radicales que a muchos les
asustan, aunque en sus orígenes toda religión sea radical.
Así
surge este texto. Los once académicos que coinciden en el texto, se han
preguntado, -más allá de las visiones fatalistas que señalan que las religiones
desaparecerán algún día- ¿qué cosas debe
cambiar o atender la religión para ofrecer respuestas sensatas a los hombres y
mujeres con quienes se relacionan? ¿qué respuestas ofrecen los teólogos que se
mueven en las fronteras de la reflexión y al margen de la tradición, a los
problemas que presenta la religión en la actualidad?
Cada uno
de los académicos que escriben los ensayos ha realizado un trabajo de
profundización, análisis y sistematización para en quince cuartillas señalar
los puntos esenciales de su tratamiento a la crisis de la religión. No se trata
de un trabajo militante que señale los caminos verdaderos, sino de explorar en
las respuestas de los que hemos llamado “teólogos disidentes” el tratamiento
que dan a los problemas de la religión.
Por tal
motivo, no se trata de un texto que ofrezca tratados sobre el pensamiento de
los teólogos disidentes, sino de ofrecer rutas para su lectura, al mismo tiempo
que dar un panorama del mismo, dejando claros los asuntos que les han valido la
descalificación y en ocasiones la condena, que llega hasta la arrogancia de
quitarles el derecho de enseñar teología.
Leer
este texto es la oportunidad de descubrir las razones por las cuales teólogos como
Anthony de Melo, Leonardo Boff, Hans Kung, Andrés Torres Queiruga, José Ma.
Castillo, José María Vigil, han sido sancionados por la ortodoxia de la iglesia
católica. O el movimiento que representan Martín Baró, Baruch Espinoza o el
sufismo, han sido vistos como sospechosos. Pero al mismo tiempo, y más allá del
natural morbo que puede generar leer a los condenados, se trata de observar y
descubrir la experiencia humana que está detrás de estas ideas y su vinculación
con la comprensión religiosa del mundo que cada uno de ellos tiene.
Por otra
parte, en el contexto de la crisis de las religiones que vivimos en esta
primera parte del siglo XXI, el texto ofrece las respuestas de estos teólogos a
los problemas de una iglesia que se mueve entre el asistencialismo y el
dogmatismo, apostando por la recuperación de la memoria y la construcción del
sentido desde la libertad; al mismo tiempo al problema de una espiritualidad sin
religión o en un contexto pluralista y cada vez más diversificado. Otro texto
presentará el dilema de la reflexión teológica en libertad o de la reflexión malineada
a los planteamientos tradicionales; otros textos se acercan a pensar el sentido
de la ética mínima o de la ética mundial que permite encontrar las
coincidencias respetando la diversidad. Otros ensayos permiten repensar
cuestiones tradicionales como el papel de la divinidad mediante el concepto de
humanización de Dios, el asunto de la resurrección o el lugera de la salvación,
y el papel del pluralismo creyente.
Por otra
parte, en un mundo donde la velocidad de la información hace que la noticia se
convierta en nota que se difumina fácilmente, este texto es importante porque
presenta de manera sintética las reflexiones construidas desde la disidencia.
Probablemente aquí radica su gran fuerza: en la amplitud de mirada, en su
esfuerzo sintético y en el carácter fronterizo de las respuestas. Por eso es
importante leer este libro.
Aporte a la comprensión de la tradición religiosa cristiana
En una
sociedad que está acostumbrada a mirar a las religiones de forma homogénea o
con escasas divisiones, el texto aporta una mirada plural. Este es otro de los
méritos del libro. Los aportes a la comprensión del catolicismo, el judaísmo y
el islam, permiten señalar que la religión se hace referencia distinta en cada
persona y que en ella se juegan el sentido de su vida muchos.
La
puesta sobre la mesa de las ideas de los teólogos disidentes, da la oportunidad
de mirar formas nuevas de comprender problemas viejos: el ejercicio del poder,
el servicio religioso, los discursos o predicaciones, los conceptos que
necesitan recrearse, el papel de Dios en el mundo, el papel de los líderes religiosos,
el dilema de vivir en la simulación o de optar radicalmente por la honestidad,
aunque con ello vaya de por medio la buena fama, e incluso el papel de las
llamadas nuevas búsquedas espirituales. Al mismo tiempo, aporta a las iglesias
y a la sociedad, una palabra sobre el lugar y el lenguaje de los dogmas en las
instituciones religiosas, al mismo tiempo que el papel de la religión en una
sociedad que cada vez se decanta más por propuestas para cada caso, y deja de
lado respuestas fuertes o densas como la de las tradiciones religiosas y los
libros sagrados.
¿Qué aporta la disidencia a la reflexión del papel de la religión en los inicios del siglo XXI?
Un libro
como este, no es un texto cómodo para las visiones conservadoras, por eso le
hemos titulado Voces contra la ortodoxia.
Teólogos progresistas que disienten de la tradición. Seguramente –y usando
un lenguaje religioso- que en el título lleva la penitencia, pues será leído
por algunos –esperando que sean muchos- con cierto interés; otros más pasarán
de largo, ya porque expone argumentos que “van contra la ortodoxia” y entonces
se vuelve sospechoso; o porque la palabra teólogos
todavía les resulta indicador de un tiempo que consideran que se ha ido. En
cualquiera de los casos, es un libro para que se lea, para construir nuevos
argumentos, para disentir o coincidir. Cualquiera que sea la situación del
lector ante el texto, será siempre una oportunidad de ir más allá del texto
mismo.
Por otra
parte, el texto recupera que la disidencia presta un servicio a la estabilidad
de los sistemas, al hacerlos conscientes de que no basta la estructura, el
orden, la jerarquía, la asistencia devocional a los rituales, o la
sacralización de la vida a partir de asumir rituales de pasaje en distintos
momentos de la vida, para que la religión tenga un papel relevante en la
sociedad que la crea y la vive.
Se trata
de un servicio a la razón vital de las religiones y a aquellos que quieren
moverse dentro de sus límites, para ir más allá de la razón instrumental que
implementa los sistemas religiosos, que pretenden con su ortodoxia asegurar la
calidad de sus planteamientos.
El libro
termina con un trabajo sobre la construcción de la ortodoxia, donde se aborda
el problema que para el Papa renunciante fue decisivo, aunque no el más
complejo: el del relativismo. El autor señala en el epílogo la relación que
existe entre poder y ortodoxia y sus vinculaciones, que tiene como consecuencia
la obligatoriedad y deja de lado las búsquedas personales y jubila a la
hermenéutica. Al mismo tiempo, propone a la historia como camino de
significación para la comprensión de la disidencia.
Ojalá estas
palabras den una idea aproximada de lo que trata el texto. Pero sobre todo, que
se animen a leerlo para situarse frente a la disidencia como una búsqueda de
sentido vital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario