Todo parece indicar que el Papa Francisco ha logrado una transformación en la Legión. Al menos esto es lo que se ha interpretado por quienes consideran que los cambios son positivos. Ciertamente los elegidos para el ejercicio del gobierno general de la congregación, pertenecen al grupo de los que deseaban la refundación. Vistas así las cosas, y sabiendo que el Papa se reservó el nombramiento de dos miembros: un Consejero y el Vicario, las cosas parecen esperanzadoras. Lo mismo ocurre si el análisis se centra en la petición de perdón emitida durante el Capítulo.
Ciertamente nada curará el dolor de las víctimas de Maciel, ni la ignorancia de los mismos legionarios a sus denuncias. Ninguna petición de perdón sirve para quienes por lo vivido consideran que la sanción máxima es la desaparición de la Legión. Están en su derecho. Lo mismo, quienes por otra parte consideran que los frutos del Espíritu trascienden la obra negativa de Maciel y creen que la refundación será garantía de cosas nuevas.
Por esta dirección el debate no llevará a ningún lado. Sin embargo tampoco hay que echar las campanas al vuelo pensando que con los hechos anteriores, se ha rechazado el espíritu macielista en el que fueron formados los legionarios.
El talante conservador, apegado a la imagen, al dinero y a los poderosos, permitió formar a sacerdotes y religiosos con una amplia influencia en los círculos de poder, que se caracterizan por ser conservadores en lo moral y liberales en lo económico. Con ello han contribuido a incrementar las desigualdades, al usar la religión como un recurso simplificador de las causas de los problemas, alejado de las soluciones radicales.
La verdadera renovación no está solo en el cambio de estafeta a superiores que desean la refundación, sino en el cambio de estructuras, en las modificaciones a los procesos de formación de sus religiosos y laicos en el Regnum Christi. Esto incluso es apenas una parte.
Para considerar que la Legión se ha renovado debería caminar en la lógica de una transformación de la perspectiva teológica, en una comprensión de la religión como elemento que potencia la liberación. Para hablar de una refundación se requiere no solo de unas nuevas Constituciones, sino de una transformación de la historia a través del seguimiento a Cristo pobre y crucificado, expresado en la verdadera cercanía a los marginados, en el alejamiento de conductas principescas y en el compromiso solidario con los marginados, que les lleve a cuestionar los procesos de empobrecimiento y marginación que contribuyen a generalizar los grupos de poder con los que se relacionan. Si esto no ocurre, no habrá refundación, por más declaraciones y cambios que se realicen; pues de continuar las mismas prácticas, discursos y opciones, será signo de que el espíritu macielista continua. La Legión tiene la palabra.
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