La renuncia del Papa, escribí hace ya una semana, ha puesto a la Iglesia contra la pared. Siendo más preciso, quienes están contra la pared son los cardenales.
Acostumbrados a moverse en el sigilo que de la diplomacia aprendida en cientos de años, los cardenales se encuentran ante una situación inédita. Si bien la renuncia del Papa había ocurrido tres veces antes, en todos los casos había sido organizada por las mismas estructuras de la Iglesia. Hoy parecen ser sujetos de un acto político que no alcanzaron a vislumbrar.
Benedicto XVI renuncia aduciendo razones de salud. Este argumento es aceptable e incluso razonable. Sin embargo, las declaraciones de Benedicto XVI antes y después de la renuncia se dirigen al interior de la Iglesia. El tema de las predicaciones de Benedicto XVI son los problemas al interior de la Iglesia, las luchas de poder, y la necesidad de un replanteamiento de las estructuras. Benedicto XVI lo percibió, aunque tal vez demasiado tarde. Lo que hizo, fue empezar a reorganizar el Colegio Cardenalicio con nuevos nombramientos.
Ahora sigue la elección. En 8 días la iglesia quedará acéfala, lo ordinario es que los cardenales se organicen midiendo fuerzas, y estableciendo arreglos. Consultados algunos de los mencionados como candidatos, se niegan a aceptarlo, porque ese es el guión. Nadie puede lanzar su candidatura ni autoproponerse, lo que no significa que no operen los grupos. Así que en este momento ya tenemos varios candidatos. Se distinguen al menos tres grupos: el de los cardenales italianos que desean recuperar el poder, coordinados por Angelo Sodano, muy conservador y decano del Colegio Cardenalicio, hombre de gran poder en el pontificado de Juan Pablo II. Los europeos del norte, Alemania y Bélgica, que son moderados y con mayor apertura, algunos de ellos aprecian las discusiones en Norteamérica por actualizar la Iglesia; el grupo de Tarcisio Bertone que se ha distanciado de Sodano desde hace años, y actualmente es Secretario de Estado y por tanto Camarlengo a la renuncia del Papa. Después de estos grupos, están quienes representan a la mayoría de los católicos en el mundo, pero no tienen la fuerza para lograr ser papas: se trata de los cardenales latinoamericanos.
La silla vacía del Papa, muestra una institución que voltea siempre al pasado, anhelando lo que fue; que observa el mensaje de Jesús que aparece disminuido; y que está rebasada por los problemas del mundo posmoderno.
¿Qué sigue ahora? El análisis del estado de la Iglesia, en las congregaciones de cardenales. Se corre el riesgo de que sean reuniones sólo para lograr lo que en el lenguaje político se designa como amarres.
Mañana escribiré sobre los candidatos más mencionados.
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