lunes, 11 de febrero de 2013

La renuncia de Benedicto XVI

Tomada de CNN

El rumor de la renuncia de Benedicto XVI se ha concretado. El 28 de febrero el Papa dejará su cargo y con ello aparece perspectivas nuevas que no ocurrían en la Iglesia desde 1415, en que Gregorio XII (Cardenal Angelo Correr) dimitió.

De acuerdo con el Derecho Canónico esta es una posibilidad, pero en este artículo me quiero referir a las razones de la renuncia. El texto señala como argumento central más allá de la enfermedad, el análisis consciente delante de  Dios. Se crea o no en Dios este es un argumento muy importante en la medida que el que lo realiza da muestra de tener un posicionamiento crítico no sólo ante la realidad externa, sino ante sí mismo. Las palabras clave son: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

Las características clave de este análisis es la reiteración del mismo, la consideración de las exigencias del servicio, y el posicionamiento delante de Dios. Sin embargo, la gran clave es este último. “Delante de Dios”, implica en el proceder de Benedicto XVI el reconocimiento de su subordinación a algo mayor. Y la consideración de las exigencias del servicio, señalan que ha hecho un análisis serio y profundo de la vida de la Iglesia, que le permite constatar que es un barco en crisis real, que requiere de fuerzas que ya no tiene.

La renuncia es un gesto fuerte y valiente, a pesar de que pudiera parecer lo contrario, para un mundo que se niega a reconocer la edad, las limitaciones y que quiere vivir en permanente juventud. Se trata de un llamado fuerte a los líderes políticos y religiosos que desean permanecer incluso más allá de la muerte, en la memoria de los demás más por su presencia vitalicia que por sus acciones.

Por otro lado es un llamado de atención a la Curia Romana, experta en manejos diplomáticos de los conflictos, lo que le hace menos evangélica y más cercana a las intrigas, como lo demostraron las filtraciones e incluso más de un discurso del Papa.

También es un llamado serio al Colegio Cardenalicio, acostumbrado a un discurso y a unas prácticas para mantener el orden en medio del desorden. Pocos cardenales se han movido en los límites de las fronteras e incluso no las han rebasado, cuando la Iglesia requiere de profetas. Las labores administrativas, e incluso el reconocimiento social ha hecho que las declaraciones desde oficinas y predicaciones para unos pocos, se conviertan en eje de su acción.

¿Qué sigue ahora? Con este gesto, Benedicto XVI impulsa una seria discusión sobre la iglesia en el mundo actual, y el modo de entender el ejercicio del papado. No es que Benedicto XVI fuera inocente o desconociera la problemática de la Iglesia, al asumir el Papado, pero con este gesto, pone sobre la mesa los grandes problemas de ella, que no ocurriría de la misma manera si muriera ejerciendo el ministerio de Pedro.

Los problemas de la Iglesia son múltiples, desde los escándalos de pederastia, la disolución de líderes religiosos como Marcial Maciel con conductas irreligiosas; aparecen también los escándalos del dinero; el modo de ejercer el poder, el papel de la Curia Romana y la disminución de sacerdotes, entre otro muchos.

¿Qué sigue? En principio antes de pensar en el nuevo Papa –cosa que ocurrirá inmediatamente-, se exige un análisis serio de las razones de la renuncia, para no dejarlo en meras cuestiones de salud; enseguida, una revisión de las condiciones en que se deja el Papado y el estado de la Iglesia, más allá de las visiones triunfalistas que permanecen en muchos cardenales; y después el análisis de las personas para enfrentar la crisis de inicio del siglo XXI de la Iglesia.

Mucha tinta correrá en estos días y aquí seguiremos analizando el asunto: lo importante es el tsumani que esta decisión genera en los líderes acostumbrados a permanecer, y las posibilidades de cambio que aparecen en el horizonte, sin embargo, esto también es un escenario complicado debido a las posturas y tendencias conservadoras de los cardenales.

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