miércoles, 13 de febrero de 2013

La ceniza del miércoles


Los seres humanos, profundamente simbólicos, tenemos muchas maneras de comunicarnos. Una de ella es a través de ritos que muestran nuestra perspectiva ante la vida, y la muerte.
   
El llamado miércoles de ceniza es una tradición arraigada en el pueblo católico para señalar varias cosas, una de ellas, la precariedad de la vida. El miércoles de ceniza surge litúrgicamente en la edad media, en el siglo XI, aunque tiene sus raíces en las prácticas judías narradas en la Biblia. En la práctica judía, se expresaba el dolor cubriéndose de ceniza, particularmente la cabeza. Era una forma de reconocer públicamente que había algo que dolía moralmente, y que se estaba en condiciones de modificación. La ceniza se identificó entonces como un símbolo de la disposición del hombre a atender las indicaciones de Dios.

Al llegar el cristianismo, la práctica de cubrir con ceniza la cabeza, fue usada por los penitentes, pero poco a poco cayó en desuso durante algún tiempo, debido a que toda la prédica se centró en la Resurrección, por lo que la Pascua fue el eje de referencia. Sin embargo, en el siglo XI esta práctica regresa con la idea de iniciar el periodo de Cuaresma.

La Cuaresma es entendida como un periodo de conversión y de preparación a la Pascua. La ceniza expresa estas dos intenciones por parte del creyente. 

La ceniza, como símbolo de los vestigios de la vida es un llamado a la conciencia de la posibilidad de vivir de otra manera, por eso la frase recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás, establece una conexión con la propia interioridad. Otra de las expresiones usadas en la imposición de la ceniza Arrepiéntete y cree en el Evangelio, señala  el horizonte de sentido al que el creyente puede aspirar. Estas dos posibilidades: reconocer la precariedad desde el retorno a la interioridad, y descubrirnos como seres de utopía y constructores de sentido son dos cosas que la ceniza del miércoles, intenta ayudarnos a reconocer en nosotros mismos.

Los años que una tradición acumula, puede oscurecer este significado del símbolo. El rito entonces queda vacío y pierde su valor. La ceniza del miércoles adquiere su mayor valor en quien la usa, cuando existe la disposición para ver la vida de otra manera. 








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