Hace unos días se realizó en Guadalajara una marcha de católicos conservadores con la intención de influir en los diputados locales para legislar con criterios religiosos, justificándolos en el concepto ley natural. Al respecto debo decir que llama la atención el deseo de estos grupos conservadores que llendo contra la tradición originaria de los cristianos de vivir en una sociedad y un mundo plural, hoy le tengan miedo a la diversidad del tipo que sea. Comparto mi reflexión:
Fuente: Proyecto Diez |
La religión tiene varias caras. Una de ellas es la de la esperanza que impulsa a vivir con un fuerte sentido de futuro, y otra la de censora de las buenas conductas morales. Por supuesto que existen muchos matices y caras, pero quiero detenerme en ésta última, porque es la gran tentación de muchos creyentes. Las razones para ello parecen encontrarse en el enorme valor que las creencias tienen, y en la suposición de ser una verdad absoluta. Independientemente de estar o no de acuerdo con ello, el problema es que todas las religiones proceden de la misma manera: se consideran poseedoras de la verdad absoluta, y por lo tanto excluyen otras formas de mirar la realidad y asumen que deben orientar a todos. Difícilmente aceptan la pluralidad religiosa, mucho menos encuentran razones para aceptar otro tipo de diversidad.
Este modo de proceder que se suele presentar como preocupación por todos, por conservar las formas, por defender la tradición, e incluso por orientar todos los ámbitos de la vida, es profundamente violento por más que se use un lenguaje que invoque al “amor y la verdad”.
Una rápida mirada a la historia puede dar una sorpresa. En los inicios del cristianismo, antes de que la expresión iglesia fuera de uso generalizado, la vida de los creyentes cristianos causaba controversia entre los romanos, los judíos y otros pueblos. Así nos lo hacen saber Tácito, Plinio, Suetonio y Flavio Josefo. En el siglo I y II la respuesta a la pregunta ¿qué es ser cristiano? No era compleja, incluso la palabra cristiano no tenía la carga negativa que tiene para muchos católicos –espero que de buena fe- que consideran que cristianos son únicamente los llamados hermanos evangélicos y que los católicos no son cristianos. Pues bien, en los inicios la respuesta a la pregunta ¿qué es ser cristiano? no era compleja porque los ritos y las costumbres eran simples. No había discusiones dogmáticas del mensaje de Jesús, y estaba más o menos cercano –y por lo tanto presente en la memoria colectiva- el momento fundante del cristianismo. No habían aparecido aun las estructuras eclesiales, las vestimentas sacerdotales, no había ocurrido el conflicto de las imágenes, la discusión de la autoridad sacerdotal, el problema de los dogmas, de la infalibilidad del papa, de los procesos para invalidar matrimonios, la exigencia de asistir a las pláticas presacramentales corriendo y cayéndose de sueño una semana antes de la celebración para cumplir con el requisito, más aun, no había aparecido el papado, ni Roma (bueno ya estaba ahí pero no era la sede del Papa) ni existía el Vaticano, ni los nuncios, arzobispos, cardenales vestidos de rojo y la plaza y la Basílica de San Pedro con el David y las pinturas de la Capilla Sixtina… incluso, no había aparecido el adjetivo católico aplicado a una institución y era apenas una nota de identidad de la Iglesia a la que se definió un siglo y medio después como una, santa, católica y apostólica. Nótese que no decía romana.
La respuesta era sencilla pues no había mucho con qué distraerse, y la respuesta hacía alusión a la forma de vida. Un texto de finales del siglo II dice lo siguiente: “Habitan en la propia patria como extranjeros. Cumplen con lealtad sus deberes ciudadanos, pero son tratados como forasteros. Cualquier tierra extranjera es para ellos su patria y toda patria es tierra extranjera. Se casan como todos, tienen hijos, pero no abandonan a sus recién nacidos. Tienen en común la mesa, pero no la cama. Están en la carne, pero no viven según la carne. Habitan en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen a las leyes del Estado, pero, con su vida, van más allá de la ley. Aman a todos y son perseguidos por todos… “
Al parecer estos primeros cristianos aprendieron a serlo en un mundo plural, en una sociedad diversificada, y aprendieron a respetarla ¿Qué pasó entonces? ¿Dónde se perdió la brújula?
Tengo la hipótesis de que la preocupación por la ortodoxia, por adecuar el lenguaje evangélico a las categorías griegas hicieron una parte: centrar la vida cristiana en la ortodoxia y no en la práctica; en el miedo al cuerpo, a la sexualidad, en el pecado, en la uniformidad; y no en la libertad, la toma de decisiones y el respeto a la diversidad.
Cuando la religión se convirtió en la propuesta única, se desconoció la diversidad, y como consecuencia se ha pretendido homogeneizar a la sociedad. El problema es que la sociedad sigue siendo plural y cada vez menos religiosa, al menos se mueve con más rapidez hacia fuera de las formas institucionalizadas de la religión.
Esto no parece ser comprendido por la iglesia católica y los creyentes más tradicionalistas, que siguen buscando que se legisle con la biblia en las manos. Por supuesto que los creyentes tienen derecho a vivir su fe y la moral que ésta les impone, pero en una sociedad plural no se puede pretender que los no creyentes asuman las normas religiosas. Una sociedad que es diversa en su conformación y sus opciones ha de conducirse por acuerdos mínimos que garanticen al creyente y al no creyente vivir al máximo sus opciones, aunque no sean las mismas.
La marcha de ayer -14 de mayo de 2011- a “favor de la familia” en Guadalajara, y la pretensión de una ley con tintes religiosos son dos ejemplos que muestran lo complejo que resulta una sociedad que pretende orientar su vida con discursos religiosos. Se trata de un acontecimiento que se sostiene en la violencia simbólica que desconoce al otro y sus opciones. Por supuesto que estos 5000 creyentes que salieron a las calles tienen derecho a salir y a mostrar sus convicciones, pero los que piensan diferente también. Esto no parece que pueda suceder si los creyentes católicos no regresan a los orígenes de su fe, donde vivir en la pluralidad de costumbres era una característica y un distintivo que no les generaba problema.
En una sociedad plural hay cosas más importantes que orientar la moral.
4 comentarios:
De entrada me llamo la atención el inicio del documento que menciona "justificándolos en el concepto ley natural". ¿Existe acaso? o se refiere al hecho de tomar como modelo lo que sucede en la naturaleza, de ser así se llegaría a fuertes contradicciones.
Saludos.
Estoy a favor de una pluralidad libre, consiente y participativa.
JG.
De entrada me llamo la atención el inicio del documento que menciona "justificándolos en el concepto ley natural". ¿Existe acaso? o se refiere al hecho de tomar como modelo lo que sucede en la naturaleza, de ser así se llegaría a fuertes contradicciones.
Saludos.
Estoy a favor de una pluralidad libre, consiente y participativa.
JG.
De entrada me llamo la atención el inicio del documento que menciona "justificándolos en el concepto ley natural". ¿Existe acaso? o se refiere a al hecho de tomar como modelo lo que sucede en la naturaleza, de ser así se llegaría a fuertes contradicciones.
Saludos.
Estoy a favor de una pluralidad libre, consiente y participativa.
jg
El concepto "ley natural" como tal, es decir, como concepto: existe. De ahí a que la ley natural exista no parece claro. Al respecto comenté en el enlace http://preguntemos.blogspot.com/2010/08/el-fondo-del-debate-la-apelacion-la-ley.html el asunto. La ley natural es un concepto occidental que retoma el modo como suceden las cosas en el mundo físico (al menos algunas d elas cosas que vemos), y que se quiere aplicar a la condición humana sosteniendo que hay una naturaleza humana. Tampoco esto se puede demostrar, pero el argumento se presenta como una postura fuerte por parte de los grupos conservadores que desean homologar y mirar a todos por igual.
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