Seguramente a muchas religiones les preocupa el tema de la Santa Muerte. Al menos en conversaciones con creyentes de la fe bahai, del protestantismo histórico y evangélico y por supuesto de los católicos se puede concluir que para ellos el asunto resulta inquietante. En el caso particular de los católicos, el tema de la Santa Muerte les preocupa de manera más viva desde 2002 en que a través de publicaciones han declarado una situación de contraposición a esta devoción.
Para algunos académicos, la devoción a la Santa Muerte proviene de las condiciones de pauperización. Sin que esto deje de ser cierto, también se encuentra a la base un proceso de distancia de la iglesia católica -particularmente- con sus feligreses que se manifiesta en la desilusión de los resultados de la fe y una distancia con los pastores, la búsqueda de protección concreta en espacios de riesgo, el deseo de respuestas funcionales y la desesperación ante la ausencia de milagros de los santos católicos.
En este sentido, quienes se acercan a la fe católica, y descubren que no da protección ni ofrece ayuda a quienes se encuentran en condiciones de marginalidad, por sus opciones de vida delictiva o para quienes ya han perdido toda esperanza, el culto a la muerte se presenta como una opción de salida y un referente de esperanza, sentido y cuidado.
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