martes, 15 de abril de 2014

Vuelve la Semana Santa

Como cada año, en el calendario circular que vivimos, regresa la semana santa. Para muchos se trata de días de descanso, para otros pocos son “días de guardar”.

Tomada de adligmary
En la tradición mexicana, la semana santa se ha convertido en el eje de muchas tradiciones, independientemente de la connotación laica de la república. Si bien el número de católicos según el censo de 2010 va disminuyendo lentamente, quedan en la memoria y en la tradición familiar costumbres que marcan estos días.Entre ellas, se encuentra la comida de cuaresma, que recurre a los mariscos, nopales, pescados, caldos de habas y lentejas, chiles rellenos, capirotada, torrejas y muchas más cosas. Se trata de comidas ricas en proteínas o calorías que vienen a dar al creyente la sensación de plenitud después de haber ayunado –siempre de acuerdo a la tradición católica, aunque no sea una práctica generalizada-, para recuperar las fuerzas y la energía. Esta comida tiene un tono sagrado, cuando el que la consume ha realizado alguna práctica penitencial, y como consecuencia viene una especie de satisfacción por lo realizado, que se expresa en una comida festiva.

Para el profano, se trata de una tradición que hay que conservar y probar de todo, porque en estos platillos no se preparan en otra época del año.


Junto con estas costumbres alimenticias, las calles de los barrios alrededor de los templos ofrecerán las empanadas, que recuerdan para muchos la bendición que Jesús hace del pan en la última cena.


Como puede verse, alrededor de los alimentos, hay siempre una cierta referencia religiosa. Lo mismo pasa con el tiempo, cuando en el país definido como laico, los llamados “días santos” son momentos de descanso. ¿Qué se sacraliza? Por parte de las autoridades civiles, de manera formal, nada. Sin embargo, como ante todo hecho hay interpretación se puede señalar que al menos aparece una ruptura en el tiempo lineal que nos lleva al descanso, pero que igualmente tiene una referencia religiosa al reconocerse que el tiempo santo y la pascua son para descansar, para realizar actividades distintas y romper la continuidad.


Nos encontramos ante una paradoja: un país laico, con cada vez menos practicantes religiosos, respeta religiosamente tradiciones religiosas como la comida, el descanso, algunas celebraciones como el miércoles de ceniza, la visita a los siete templos, y por supuesto conservar una vela, el agua y alguna palma benditas.


Vivir las tradiciones sin historia, vacía de sentido la costumbre. Por eso, aunque no se practique religión alguna, conviene preguntarse ¿por qué comemos o hacemos tal o cual cosa? ¿qué sentido tenía para nuestros mayores, tal o cual práctica? Esto definitivamente nos remite a la historia, y nos permite descubrir nuestras raíces.

No hay comentarios:

La muerte no es el final del camino. Símbolos y ritos ceremoniales en el catolicismo

Conferencia presentada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara : "La mue...