Entrevista en Radio: Fórmula Noticias, Radio Fórmula, 1190 AM; 25/04/2014
Este blog tiene la intención de ser un espacio para pensar las creencias religiosas presentes en la vida cotidiana a través de distintas manifestaciones: culto, prescripciones morales, planteamientos teóricos, críticas y lo que se teje alrededor de ella.
martes, 29 de abril de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
Canonización con señales encontradas
Este texto fue publicado por Mural, Sección Comunidad el 27 de abril de 2014 pág. 8, Guadalajara. Se puede bajar el pdf en este enlace.
Se trata de dos posiciones distintas en torno a la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII. El texto de Arturo Navarro se tituló originalmente Canonización con señales encontradas. El otro artículo refleja una posición distinta sobre el debate de este reconocimiento de santidad.
¿Qué importancia tiene la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII para México?
Ha terminado el
proceso, y dos papas han sido elevados a los altares: Juan XXIII y Juan Pablo
II. Sobre el primero, no han aparecido dudas. Las únicas críticas se refieren a
la acusación de modernista que se le hace por parte de los tradicionalistas,
pero esa crítica más bien se convierte en alabanza por el esfuerzo que puso
para la adecuación de la Iglesia a las circunstancias del mundo moderno.
Imágenes de la canonización |
La canonización de Juan
Pablo II es otra cosa. Ha pasado por encima de las normas de tiempo para
agilizarse ante la suposición el día de su muerte y funeral, expresada en la
petición de “santo subito”; y no aperecen todavía respuestas satisfactorias
sobre su papel en el combate a la pederastia, y su cercanía con Marcial Maciel.
Se trata de una canonización que despierta interés por el contexto en que se
da, por las complicaciones que vivieron ambas figuras, pero particularmente la
de Juan Pablo II, respecto a los escándalos de la Iglesia sobre la pederastia.
En México hay una
visión piadosa de la canonización que ve con sospecha cualquier crítica al
proceso, pero que no puede dejarse de lado. Para muchos mexicanos, Juan Pablo
II es una figura importante en términos de la piedad popular, no para la
orientación del trabajo pastoral, así que alcanzo a vislumbrar que se convertirá
en una referencia para la motivación de los fieles, así como la Virgen de
Guadalupe. A nivel nacional existirían entonces tres referentes de la piedad
popular: la Virgen de Guadalupe, la Virgen de San Juan de los Lagos y Juan
Pablo II, porque a pesar de todos los procesos de canonización, los santos
mexicanos son importantes –sólo en algunos casos- para la piedad popular a
nivel local o regional. Tal vez el único que trasciende lo local es Santo
Toribio Romo, pero no llega a impactar a nivel nacional. Así que tendremos tres
referencias. Seguramente pronto tendremos santuarios dedicados a su memoria.
Sin embargo, la
cuestión es ir más allá de las razones emotivas con que se discute la
canonización y preguntarnos ¿A qué sector de la iglesia le conviene la
canonización? Es muy posible que en
México solo se hable de Juan Pablo II, y Juan XXIII pase desapercibido. Incluso
hay una empresa televisiva que está señalando que Juan Pablo II es un santo
mexicano. Esto es emotivismo sin fondo, pero
lo importante es ubicar que a un sector del catolicismo que va perdiendo su
fuerza, le conviene una canonización que le permita recuperar al menos algunas
voluntades.
Varias consideraciones
podrían ayudar a situar la canonización: lo primero es entender que una canonización
no hace santa a la persona, solo reconoce la santidad de la misma. Y que más
allá de la creencia de que los santos hacen milagros, la cuestión es que los
santos son modelos de vida, y por tanto deben inspirar a los creyentes a
imitarlos.
Una segunda
consideración es que en la canonización hay que distinguir la bondad personal -que
seguramente tenían Juan XXIII y Juan Pablo II-, de su actuación, que es la que
al final justifica su canonización. No son los milagros los que justifican la
santidad sino la vida. Y ahí es donde entra el debate. La vida de estos
pontífices ha recibido algunas observaciones y críticas.
Se trata de dos figuras
que ejercen el poder de manera distinta. Uno de manera cercana escuchando las
necesidades de actualización de la iglesia, por lo que convoca al Concilio y a
la transformación -Juan XXIII-; y la otra, poniendo en el centro la autoridad y
la ortodoxia. Juan XXIII impulsando a la iglesia a actualizarse a dialogar con
el mundo, y Juan Pablo II buscando que la iglesia se posicionara como la
poseedora de la verdad. Por supuesto que los constantes viajes, la cercanía
expresada por Juan Pablo en sus encuentros con la gente, sus gestos y los
recorridos en el papamóvil, lo hacen una figura mediática que encanta a muchos,
pero más allá se le cuestiona la dirección que dio a la iglesia y el modo como
enfrentó los graves problemas; pues para cuestiones externas a la iglesia
expresaba su palabra, pero para los problemas internos usó la política del
silencio. En el análisis de la vida de Juan Pablo, una nota que salpicará la
canonización es sin duda el caso de Marcial Maciel, que no puede entenderse
nunca como un delito personal, sino como un pecado socializado, y mantenido por
las instancias que debieron juzgarlo.
Sin embargo, en México
a la mayoría de los creyentes no les hará ruido el asunto, porque no estamos
acostumbrados a una revisión crítica de la fe, sino a una vivencia emotivista
de las creencias; así que no pasará más allá de las críticas de los analistas.
De todas maneras la marca de la pederastia estará presente cada que se recuerde
a Juan Pablo II.
La cuestión es que
muchos se preguntan ¿qué llevó al Papa Francisco a aprobar una canonización tan
cuestionada de una persona que propuso como modelo para la juventud a un
pederasta? Los que están a favor de la canonización sostienen que Juan Pablo II
jamás se enteró de la gravedad del asunto, los detractores, sostienen que
entonces estaba desinformado y por lo tanto su conducción de la iglesia dejaba
mucho que desear.
Me parece que la
iglesia está obligada a dar a conocer las razones de la canonización, más allá
de las cuestiones emotivas y los milagros, porque en el contexto de una iglesia
desprestigiada ante la opinión pública, no se puede ignorar la indignación
ética de los detractores de la canonización. No dar mayores explicaciones es
regresar a la visión autocrática y acrítica, donde el que tiene la palabra
tiene el poder. Esto no puede suceder ya.
Una tercera
consideración se refiere a los modelos de santidad. Con esta doble
canonización, se presentan a los creyentes dos modelos de santidad: el de la
reforma y actualización de la iglesia y el de la involución; el de la
ortopraxis -vivencia y práctica ajustada a los tiempos- frente al de la
ortodoxia -la referencia única a la verdad dogmática y la autoridad-.
Por supuesto, no se
puede ignorar los contrapuntos, en ambos casos hay una bondad personal, hay
honestidad, hay preocupación de tipo social, hay interés en extender el mensaje
evangélico… la diferencia son los modos. Y yo me quedo con el modo de Juan
XXIII y todo lo que eso significa.
domingo, 27 de abril de 2014
Entrevista sobre el texto Voces contra la ortodoxia
Entrevista en Radio Ibero, el 4 de diciembre de 2013 sobre el libro Voces contra la ortodoxia. Teólogos progresistas que disienten de la tradición, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
sábado, 19 de abril de 2014
No busquen entre los muertos al que está vivo
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, ha resucitado.
_____________________________
Con el Himno del Pregón Pascual, la Iglesia anuncia la Resurreción de Jesús.
¡Felices pascuas!
La fe y la violencia en la semana santa
La fe y la práctica socio-religiosa de Jesús, le llevó a la muerte. No era un delincuente, dice el Papa Francisco, y muere como tal. Esta situación puede ayudarnos a entender algunas cuestiones que vivimos en el país.
Desde hace ya casi 20 años, la violencia ha tomado carta de ciudadanía entre nosotros. Los cárteles del narcotráfico, el secuestro y la muerte han configurado nuevos modos de morir. En muchos casos se trata de gente inocente que estuvo en un lugar equivocado, dicen las autoridades -como si disparar armas en la calle fuera lo adecuado-, o de personas que fueron levantadas para cubrir la cuota de muertos. Otros por el solo hecho de ser migrantes son considerados presas fáciles.
Para las autoridades, el país está en calma. Sin embargo, los datos que las redes sociales nos permiten conocer muestran al menos tres cosas: la descomposición social, la vulnerabilidad de la sociedad y la incapacidad de las autoridades para satisfacer dos necesidades básicas, la certeza de que tendremos qué comer y la seguridad de que nadie intentará quitarnos la vida al salir a la calle.
Paradójicamente, México, un país con más del 80% de creyentes católicos y un número creciente de cristianos evangélicos, no puede detener la violencia.
Los delincuentes de este país comparten la misma cultura de fuertes raíces judeo-cristianas, independientemente de su pertenencia a alguna iglesia. Han sido formados en las tradiciones de los mayores, e incluso pueden realizar algunas prácticas religiosas, y según su preferencia usar algún símbolo sagrado.
¿Cómo explicar entonces la violencia en un país de mayoría creyente? Los días de la Semana Santa pueden ayudarnos a esbozar una conjetura.
La sociedad mexicana se parece –salvadas las distancias históricas- a la sociedad de Jesús, dividida por distintas facciones: Allá estaban zelotes, esenios, fariseos, saduceos, herodianos, artesanos, extranjeros y por supuesto los débiles de la cadena: mujeres, niños y pescadores. Se trataba de distintos partidos unos con violencia explícita o con propuestas excluyentes. Otros padeciendo las arbitrariedades de los que estaban en la cúspide de la pirámide política y religiosa. Acá tenemos partidos políticos, narcotraficantes, secuestradores, reformas hacendaria, política, educativa; también sindicatos que se distancias de sus agremiados, un pequeño grupo de empresarios que tiene más del 80% de la riqueza del país; además gente común y corriente, empleados, estudiantes, amas de casa… Cada uno vela por sus propios intereses, y también muchos mueren sin ser delincuentes… simplemente por –eufemísticamente- estar “en el lugar equivocado”
Allá –en la sociedad de Jesús- se habían acostumbrado a vivir en la opresión; acá, nos estamos acostumbrando a la violencia, al secuestro, a la maldad.
El mensaje de Jesús, fue el detonante para su muerte. La denuncia profética del verdadero lugar del hombre expresado en la frase “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”, puso en su lugar a los que detentan el poder religioso. Otra frase: “den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, señaló las artes del poder político.
En un mundo violento, como la sociedad de tiempos de Jesús, la muerte era la consecuencia lógica de su mensaje. Por eso muere como delincuente siendo un profeta.
La muerte de tantos mexicanos en los últimos años, puede resultar profética si se convierte en una denuncia, y en la exigencia a las autoridades de una sociedad más estable, tranquila y donde se pueda vivir en paz.
La violencia de la semana santa –tanto la que se recuerda con el prendimiento de Jesús el jueves santo, como la de la pasión y muerte del viernes- puede darnos la oportunidad de pensar en cómo podríamos buscar la resurrección de la sociedad mexicana. Al menos es una opción más… en tiempos de violencia y de prácticas de fe.
viernes, 18 de abril de 2014
Los días santos. Significado.
Los días de la Semana Santa sin particularmente significativos para los cristianos. Del jueves al domingo se conmemora el acontecimiento central de la fe cristiana: el testimonio de Jesús que es crucificado por su predicación, y la resurrección.
El video anterior -todavía con palabras de Benedicto XVI- muestra el sentido de cada uno de estos días. Se trata de rescatar a través de un breve comentario, el elemento central de cada día, que se han de vivir como un proceso y no como un punto de llegada que tuviera término antes del domingo.
El jueves hay tres elementos centrales: la institución de la eucaristía, el mandamiento del amor y la institución del sacerdocio. El viernes, es la entrega de Jesús que termina con su muerte en manos de los creyentes de su época y sociedad, que no acaban de entender su mensaje y si lo hicieron, les parece peligroso por eso deciden matar a uno en lugar de que todo el pueblo sea acabado por los romanos. El sábado es el día del silencio. La iglesia reposa junto al sepulcro la muerte de su Señor. Por la noche, la celebración de la Vigilia Pascual es el anuncio de la Resurrección.
Una vivencia procesual de estos días permite terminar en la resurrección, y no quedarse en la muerte del Viernes Santo.
martes, 15 de abril de 2014
Vuelve la Semana Santa
Como cada año, en el calendario circular que vivimos, regresa la semana santa. Para muchos se trata de días de descanso, para otros pocos son “días de guardar”.
En la tradición mexicana, la semana santa se ha convertido en el eje de muchas tradiciones, independientemente de la connotación laica de la república. Si bien el número de católicos según el censo de 2010 va disminuyendo lentamente, quedan en la memoria y en la tradición familiar costumbres que marcan estos días.Entre ellas, se encuentra la comida de cuaresma, que recurre a los mariscos, nopales, pescados, caldos de habas y lentejas, chiles rellenos, capirotada, torrejas y muchas más cosas. Se trata de comidas ricas en proteínas o calorías que vienen a dar al creyente la sensación de plenitud después de haber ayunado –siempre de acuerdo a la tradición católica, aunque no sea una práctica generalizada-, para recuperar las fuerzas y la energía. Esta comida tiene un tono sagrado, cuando el que la consume ha realizado alguna práctica penitencial, y como consecuencia viene una especie de satisfacción por lo realizado, que se expresa en una comida festiva.
Para el profano, se trata de una tradición que hay que conservar y probar de todo, porque en estos platillos no se preparan en otra época del año.
Junto con estas costumbres alimenticias, las calles de los barrios alrededor de los templos ofrecerán las empanadas, que recuerdan para muchos la bendición que Jesús hace del pan en la última cena.
Como puede verse, alrededor de los alimentos, hay siempre una cierta referencia religiosa. Lo mismo pasa con el tiempo, cuando en el país definido como laico, los llamados “días santos” son momentos de descanso. ¿Qué se sacraliza? Por parte de las autoridades civiles, de manera formal, nada. Sin embargo, como ante todo hecho hay interpretación se puede señalar que al menos aparece una ruptura en el tiempo lineal que nos lleva al descanso, pero que igualmente tiene una referencia religiosa al reconocerse que el tiempo santo y la pascua son para descansar, para realizar actividades distintas y romper la continuidad.
Nos encontramos ante una paradoja: un país laico, con cada vez menos practicantes religiosos, respeta religiosamente tradiciones religiosas como la comida, el descanso, algunas celebraciones como el miércoles de ceniza, la visita a los siete templos, y por supuesto conservar una vela, el agua y alguna palma benditas.
Vivir las tradiciones sin historia, vacía de sentido la costumbre. Por eso, aunque no se practique religión alguna, conviene preguntarse ¿por qué comemos o hacemos tal o cual cosa? ¿qué sentido tenía para nuestros mayores, tal o cual práctica? Esto definitivamente nos remite a la historia, y nos permite descubrir nuestras raíces.
Tomada de adligmary |
Para el profano, se trata de una tradición que hay que conservar y probar de todo, porque en estos platillos no se preparan en otra época del año.
Junto con estas costumbres alimenticias, las calles de los barrios alrededor de los templos ofrecerán las empanadas, que recuerdan para muchos la bendición que Jesús hace del pan en la última cena.
Como puede verse, alrededor de los alimentos, hay siempre una cierta referencia religiosa. Lo mismo pasa con el tiempo, cuando en el país definido como laico, los llamados “días santos” son momentos de descanso. ¿Qué se sacraliza? Por parte de las autoridades civiles, de manera formal, nada. Sin embargo, como ante todo hecho hay interpretación se puede señalar que al menos aparece una ruptura en el tiempo lineal que nos lleva al descanso, pero que igualmente tiene una referencia religiosa al reconocerse que el tiempo santo y la pascua son para descansar, para realizar actividades distintas y romper la continuidad.
Nos encontramos ante una paradoja: un país laico, con cada vez menos practicantes religiosos, respeta religiosamente tradiciones religiosas como la comida, el descanso, algunas celebraciones como el miércoles de ceniza, la visita a los siete templos, y por supuesto conservar una vela, el agua y alguna palma benditas.
Vivir las tradiciones sin historia, vacía de sentido la costumbre. Por eso, aunque no se practique religión alguna, conviene preguntarse ¿por qué comemos o hacemos tal o cual cosa? ¿qué sentido tenía para nuestros mayores, tal o cual práctica? Esto definitivamente nos remite a la historia, y nos permite descubrir nuestras raíces.
viernes, 4 de abril de 2014
Semana Santa: dos actitudes
SEMANA SANTA – DOS ACTITUDES
Por el P. Manuel Sonora, sacerdote anglicano
Ya
viene la Semana Santa con todo el bagaje de experiencias acumuladas en nuestra
cultura. Desde la observancia de la Cuaresma con sus ricos manjares que
sustituyen a la carne pero que desvirtúan el concepto del ayuno y la
penitencia, la romería del viernes de Dolores que todavía se observa en algunos
lugares y demás ingredientes que cada región va integrando a esta celebración.
Y aunque es período vacacional y mucha gente aprovecha para ir a divertirse a
las playas no se olvidan las tradiciones y por las tardes los turistas se
acercan a los templos para echarse aunque sea una persignada.
Para los países de
mayoría católica romana todavía la Semana Santa está centrada en la Pasión.
Alguien que no conozca nuestras costumbres pensaría que nos estamos preparando
para un gran funeral. Y es que todo gira alrededor del Viernes Santo con su
profundo y marcado tinte de dolor y sufrimiento. Por supuesto los católicos no
solo recuerdan en sus ceremonias la pasión y muerte de Cristo, sino que
subjetivamente la devoción se mueve hacia los sufrimientos y el dolor maternal
de María. Nuevamente, aunque la celebración esté conmemorando a Cristo María
tiene un lugar protagónico en estas celebraciones.
Desgraciadamente
mucha gente tiene la idea de que todo termina con la ceremonia del Pésame a la
Virgen la noche del Viernes Santo y…ya, se acabó la Semana Santa. La Gran
vigilia Pascual y la Misa del Domingo de Pascua como que tratan de abrirse paso
con muchos trabajos en nuestra cultura que por 500 años se ha centrado solo en
la Pasión. La celebración Pascual no le llega ni a los talones a la celebración
navideña, aunque ésta última haya sido establecida mucho después que la Pascua
que para los primeros cristianos era la celebración más importante de la
Iglesia.
Aún
los evangélicos tradicionales, es decir, las iglesias históricas no escapan a
la influencia cultural y la asistencia a los cultos del Jueves y Viernes Santos
son bastante concurridos. Claro que para ellos la celebración culminante no es
el Viernes Santo sino el Domingo de Pascua por su trasfondo anglosajón.
Y
aquí vemos la otra cara de la moneda. En los países en donde la Reforma plantó
sus reales el concepto de la Semana Santa es completamente opuesto. Comenzando
con el nombre. Ahí se refieren a ella como la celebración de “Easter” es decir,
la Pascua, y los fieles se preparan no para un gran funeral sino para una gran
fiesta Pascual en la cual la resurrección de Cristo es el punto focal. En
Estados Unidos como ejemplo se organizan conciertos y cultos unidos en
auditorios y estadios al amanecer del Domingo de Resurrección. La tradición
indica que ese día las damas estrenan ropa nueva y todo es alegría. Y por
supuesto no se podía evitar la influencia de tradiciones de origen “pagano”
como dirían muchos y los niños disfrutan mucho con la búsqueda de huevos
decorados que han sido escondidos en los jardines por el personaje festivo
llamado Conejo de Pascua.
Se de
buena fuente que en una ciudad fronteriza de México le llaman a este domingo el
“Día de la Coneja” por la influencia de esta costumbre del otro lado de la
frontera. Por supuesto que en las iglesias hay servicios religiosos el Jueves y
el Viernes Santos pero ni por asomo tienen la importancia que se les dan en los
países latinos. Todo se centra en el anuncio de la resurrección y los 50 días
siguientes. Como no es período vacacional –si acaso se suspenden labores el
Viernes Santo- la gente celebra la Pascua en sus hogares.
¿Por
qué menciono esto? Pues la razón es que el énfasis que se le dé a la Semana
Santa definitivamente tiene que influir en la formación de la idiosincrasia de
los pueblos. Y lo podemos ver en nuestras propias culturas. Si enfatizamos el
sufrimiento y la muerte, pues eso es lo que va a marcar nuestra forma de ver la
vida. No en vano hay una oración muy repetida en nuestro medio que hace
referencia a este mundo como un “valle de lágrimas.” Y es verdad, como que los
latinos, sobre todo los mexicanos nos hemos acostumbrado a ver la vida como
eso, un lugar de sufrimiento y como que se nos hace ya normal que eso es parte
de nuestra vida. Como que ya nacimos derrotados por el sufrimiento a la muerte
y por eso la exaltamos en Semana Santa y Día de Muertos.
El
mensaje que les dejaron a nuestra raza los conquistadores fue de que a través
del sufrimiento lograríamos la redención y la felicidad, pero no aquí, sino en
el más allá. Esos cristos sangrantes cubiertos de llagas de las iglesias
coloniales tenían un mensaje para nuestro pueblo: el identificarnos con el Cristo
sufriente y condenado a muerte. Curiosamente existen muy pocas imágenes en las
iglesias coloniales que representen a un Cristo resucitado y triunfante. No, se
prefieren imágenes como el Señor de la Columna, El Rey de Mofas, y demás
representaciones de un Cristo derrotado. Porque ese es el mensaje que los
conquistadores querían sembrar en la mente y corazón de los conquistados: “Eres
un perdedor” y ¡Vaya que lo lograron!
Pero
los países nórdicos se desarrollaron con otro concepto que, por supuesto con el
tiempo ha sido deformado y usado para el colonialismo. El Cristo de la Reforma
no es un Cristo derrotado. La Pasión fue necesaria, por supuesto, pero
pasajera. Jesús no se queda en su tumba del “Santo Entierro” sino que resucita
triunfante y los que creen en él van a triunfar también. El mensaje de ese
Cristo es muy diferente del nuestro. “Tú eres un vencedor”, es la idea que
quedó grabada en la mente de estos pueblos. Y esto dio por resultado pueblos
con un desarrollo y nivel de vida que nosotros ni soñamos.
Claro,
sé que muchos dirán: pero mira cómo andan de descarriados. Cuántas cosas
suceden en esos países: la desunión de las familias, la violencia en las
ciudades, etc. Pues claro que todo conlleva partes negativas pero
nosotros estamos padeciendo lo mismo solo que sin prosperidad. Aquellos ejercen
la violencia por sobre de tiempo de ocio y de dinero y nosotros por la
necesidad que a veces nos lleva a la delincuencia.
En
fin, creo que hay ventajas y desventajas en ambas culturas pero creo que si
cambiamos nuestra actitud y volvemos los ojos no al Cristo sangrante o muerto
en un ataúd de cristal sino al Cristo triunfante y resucitado nuestra actitud
como seres humanos va a cambiar y con ello nuestra sociedad. La iglesia
mayoritaria está tratando de volver al origen de estas celebraciones
enfatizando las celebraciones Pascuales, pero van a pasar muchas décadas para
que dejemos de ver a la Semana Santa como un mensaje de dolor y muerte y la
veamos como un anuncio de vida y de victoria y hagamos conciencia de que si
este mundo quiere ser una valle de lágrimas, tenemos que convertirlo en un
valle de fe y confianza en un Cristo vivo que nos dice. “Por cuanto yo vivo,
ustedes también vivirán.” Y “Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra
fe.” Si, nuestra fe en un Cristo victorioso no derrotado.
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