El culto católico tiene en su haber multiplicidad de expresiones, entre las que destacan las celebraciones litúrgicas; pero alrededor de ellas se encuentran, según el catecismo de la Iglesia (número 1674):
Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales, la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el via crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc. (cf Cc. de Nicea II: DS 601;603; Cc. de Trento: DS 1822).
La palabra reliquia se menciona en esta única ocasión, de ahi que convenga precisar el término: una reliquia es un vestigio de una persona considerada santa, por lo cual el sólo contacto con ese objeto -más aun si es el cuerpo- es una muestra de veneración y de expresión de la santidad.
La reliquia es depositaria de un capital simbólico que recibe el reconocimiento del creyente, y por esto mismo puede generar cambios en la persona. Entre el creyente y lo que significa o representa la reliquia se establece una relación afectiva más que teórica, por la cual el devoto percibe la presencia de la divinidad. Independientemente de que sólo la iglesia católica romana y la ortodoxa acepten la existencia de reliquias, éstas existen en todas las creencias espirituales, inclusive en aquellas que se muestran más reacias a aceptarlas.
Nuestro país ha tenido en los últimos años la visita de distintas reliquias: una de Santa Clara, un pedazo de la lengua de San Antonio, un hueso de San Juan Bosco y hoy la sangre de Juan Pablo II en una ampolla.
¿Qué sentido tiene esto? ¿Con qué finalidad se ponen en circulación estas expresiones del capital simbólico católico? En principio y atenièndonos al Catecismo oficial de la iglesia se puede decir, que las visitas recorren el mundo para ser veneradas, es decir, para dar culto a Dios por la santidad a la que remiten; pero más allá de esta expresión devota, también las reliquias tienen la intención de motivar al creyente a vivir de manera radical su fe.
La cuestión es que la circulación de estos bienes de salvación, no garantizan por sí mismos el cambio de vida de las personas, pues no se trata de algo mágico. A la Iglesia le interesa recuperar su posición de liderazgo entre los mexicanos, que según los datos del Censo 2010 ha disminuido. Sin embargo, no parece que el tour de las reliquias del Papa vaya a dar resultados pues no ha sucedido nada en las vistas de los demás vestigios.
Para evitar caer en el emotivismo y en un culto que se acerque a la idolatría convendría que la Iglesia difundiera el sentido de estar ante una reliquia, para ubicarla en su justo lugar más allá de cuestiones devocionales. Hasta el momento no lo han hecho y parece necesario, al menos desde fuera así lo veo.
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