domingo, 4 de octubre de 2015

Actualidad de Francisco de Asís.


Francisco de Asís muere el 3 de octubre de 1226, y menos de dos años después su fama de santidad lo lleva a los altares en 1228. Ahí, junto con la fundación de las tres órdenes religiosas, podría quedar su fama, reforzada por la predicación de frailes, monjas y seglares. Al mismo tiempo que coexiste en este entorno una visión romántica reforzada por las narraciones de Las Florecillas -una biografía respetable pero al mismo tiempo, la que tiene mayor numero de elementos maravillosos- pertenecientes al género hagiográfico. Estos datos podrían dar la impresión de un Francisco de Asís dulzón, un tanto alterado respecto a su visión del mundo que hablaba y predicaba a los animales.

Leonardo Boff nos regala en uno de sus textos, una interpretación desde tres características que están presentes en Francisco de Asís, y que transforman nuestra percepción sobre él y su obra: ternura, vigor y ética del cuidado.

Francisco es el hombre abierto a la trascendencia, no desde la razón sino desde el corazón. No elabora teorías para interpretar el mundo sino que se con-mueve con el mundo, con el leproso, con los marginados, con los musulmanes, con los pobrecillos sacerdotes... en fin. Con-moverse implica hacerse cargo de la realidad. Para ello, reconoce que hay un hilo conductor entre todos los seres de la creación que nos hermana. Así, la fraternidad es el eje de sentido desde el que se relaciona, se hace cargo y se con-mueve con todos, incluida la naturaleza. 

En esta dinámica, nadie es mayor, sólo el Altísimo, Omnipotente, Buen Señor, de quien son las alabanzas, la gloria, el honor y toda bendición. No hay confusión, todos frente al Altísimo somos menores. De esta conciencia: ante el Sumo Bien somos hermanos y somos menores, surge la necesidad del cuidado entre los iguales.

En el contexto de una sociedad rota, de conflictos que tienen su raíz en el paradigma de la racionalidad que pretende que unos son mayores que otros, la figura de Francisco cobra actualidad. No sólo porque sea el inspirador de la acción de este Papado, sino porque Francisco de Asís, pone sobre la mesa cuestiones vitales: la necesidad de recuperar la capacidad de con-movernos por el hermano, que está en cualquier lugar. Esto se vuelve imprescindible cuando la estética se ha puesto de moda como eje del mundo, y los fundamentalismos -que surgen de la idea de que sólo unos tienen la verdad- nos llevan a destruir a los otros, incluida la casa común.

La solemnidad de la fiesta de Francisco de Asís, me lleva a pensar que después de 789 años de su partida, el ejemplo del hermano de Asís, continúa siendo una respuesta viable.

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