La Arquidiócesis de Guadalajara tiene ya un arzobispo emérito: Juan Sandoval, y un nuevo arzobispo: José Francisco Robles Ortega. La fuerza, el protagonismo y la intención de quedarse en Guadalajara de Sandoval; hacían necesario un sucesor del mismo nivel. Ninguno de los mencionados por el clero tapatío, particularmente Javier Navarro y Leopoldo González, o el candidato del Nuncio, Carlos Aguiar, tenían el peso suficiente para suceder a Juan Sandoval. El más fuerte era Aguiar pero estaba descalificado por el ya arzobispo emérito. El nuevo arzobispo, tiene la estima de Sandoval, y al menos no tuvo su veto en la terna que se presentó a Roma.
La sucesión se detuvo en varios momentos. Incluso hace una semana, Sandoval esperaba pasar las navidades siendo el titular de la iglesia de Guadalajara. Así lo hizo saber a los medios, al cancelar el homenaje que se había programado para el 3 de diciembre. Las cosas dieron un vuelco y con características peculiares que no se pueden perder de vista.
¿Qué hace peculiar la sustitución? Es la primera vez que un arzobispo de Guadalajara es sustituido por un arzobispo, también es la primera vez que el sucesor tiene las mismas credenciales del antecesor: arzobispo, cardenal, experiencia pastoral en dos diócesis de peso: Toluca y Monterrey, sabe tratar con obispos eméritos, pues en su actual diócesis ha tenido dos. Por otra parte, el estilo es menos protagónico y se le puede considerar un conservador moderado dentro del clero, y además prudente. Si bien, fue alumno del arzobispo emérito, no se puede decir que sea su discípulo en el sentido de seguidor de sus acciones.
¿Qué se puede esperar de Robles Ortega? En principio con el nombramiento del nuevo arzobispo, Benedicto XVI parece estar apostándole a tres cosas: la prudencia en el modo de guiar a la iglesia diocesana, al manejo de un perfil discreto pero funcional en su relación con los actores políticos, a mantener una línea pastoral conservadora acorde con su comprensión de la iglesia. En Monterrey, su ejercicio pastoral se ha caracterizado por acercarse a los grupos que representan una mirada conservadora en la iglesia.
El análisis de un asunto que parece menor, puede ser una ejemplo de la manera que Robles Ortega se posicionará frente a su antecesor. Igual que en la política donde la forma es fondo, en la iglesia sucede lo mismo. El modo de anunciar la sucesión presenta una variante: no ha sido la Conferencia del Episcopado Mexicano, ni la Arquidiócesis de Guadalajara quienes han dado la nota, sino directamente el Arzobispado de Monterrey y los medios de comunicación vaticanos. Este asunto no resulta menor y muestra de qué lado está el ejercicio de la autoridad. Sandoval ha sido desplazado y el modo de anunciarlo así lo indica. La reacción de la Arquidiócesis se da después de que los medios comunican la noticia, mientras que en Monterrey se percibe toda una estrategia comunicativa que ha rebasado a Guadalajara.
Por otra parte, hay que reconocer que Robles Ortega no llega a territorio desconocido, pues aquí realizó parte de sus estudios, y algunos de los sacerdotes actuales fueron sus compañeros. Si bien, encontrará finanzas sanas, tiene a un clero numeroso, que ha vivido bajo tensión, que ha sido poco escuchado y que esperaba y oraba por la sucesión desde hace poco más de tres años. Tendrá también que resolver el asunto de los sacerdotes que han dejado el ministerio, y los problemas del seminario. Habrá de decidir sobre la posible división de la diócesis, la continuación del santuario de los mártires, el futuro de la pastoral, pero sobre todo el papel y la actividad de su antecesor. Deberá incluso tomar postura ante el caso Posadas, que fue utilizado por Sandoval para confrontar al Estado mexicano.
Al parecer, algunos extrañarán el estilo abrupto de Sandoval, otros agradecerán su retiro y silencio. Eso finalmente no es importante, sino el nuevo estilo de dirigir a la iglesia tapatía que durará por los próximos 13 años cuando Robles cumpla 75 años, más los que se acumulen.
Finalmente, en estas primeras impresiones, se tendrá que estar atentos a la manera como el Cardenal Robles, se relacione con los candidatos a puestos de elección popular, y sus movimientos en torno al asunto. Ojalá sea para bien este nuevo estilo, o por lo menos sin tantos exabruptos. Ojalá tengamos un estilo verdaderamente evangélico, que dicho sea de paso, se extraña en Guadalajara.
Publicado en Proyecto Diez diciembre 7, 2011
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