No podía ser de otra manera: vale la pena dar seguimiento a las reacciones que las declaraciones de Sandoval han generado. Esto habla -a mi juicio- de una transformación en el sentir de las personas, sean creyentes o no. El artículo de Soledad Loaeza en La Jornada, expresa un argumento difícilmente rebatible: "...¿y tú con qué autoridad hablas, si uno de tus grandes santones fue un corruptor de menores, drogadicto, comerciante de favores celestiales y defraudador profesional?"
Será importante revisar las reacciones, al parecer son un síntoma de la mirada de una sociedad cada vez más crítica y al parecer menos religiosa, que ya no está dispuesta a aceptar los argumentos religiosos sin pensarlos. Este tipo de revisionismos está más allá de una supuesta persecusión religiosa o de un ataque a determinados valores. Es una muestra del descrédito de las instituciones religiosas cuando en lugar de dialogar se dirigen con arrogancia a los ciudadanos para imponer -sin proponer- su visión del mundo, de la vida y de las relaciones humanas.
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