domingo, 22 de agosto de 2010

El fondo del debate: la apelación a la ley natural

El debate entre Sandoval Iñiguez, Marcelo Ebrad, Hugo Valdemar y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto a las parejas homosexuales y sus derechos se ha desarrollado en torno a dos argumentos que la iglesia dice no son religiosos: la ley natural y el matrimonio y la familia tradicional como institución social y base de la sociedad. Los argumentos se pueden analizar desde distintas ópticas, una de ellas es la fundamentación filosófica de la ley natural.

Lo primero que podríamos hacer es preguntarnos, ¿existe la ley natural? en caso de existir ¿a qué se refiere la ley natural? ¿de dónde procede? ¿cuál es su fundamento? ¿existen algunos principios de la ley natural que puedan -por alguna razón- convertirse en principios positivos sobre los cuales deba fundarse el derecho universal? pero en el fondo de estas preguntas aparece una que resulta central: ¿cuál es su fundamento? Conviene recordar algunas nociones.

Existen distintos tipos de leyes en el mundo en que vivimos: las leyes que gobiernan el universo (físicas, químicas, biológicas, matemáticas), las leyes morales y las leyes positivas. Las leyes del universo se refieren al funcionamiento del mundo, por ejemplo a la ley de gravedad, al paso del movimiento que traducimos como tiempo, etc. Estas leyes necesitan proceder siempre de la misma manera pues se refieren a la materialidad, no aparece la conciencia como dadora de sentido a algo, por ejemplo: un átomo de hidrógeno no decide libremente unirse a un átomo de oxígeno para formar junto con otro de hidrógeno una molécula de agua. En la naturaleza, las leyes funcionan  de manera determinada por eso se les llama naturales, pues en su estructura la materia procede en función sólo de lo que puede y no de lo deseable porque esto no existe. 

Las leyes positivas son todas aquellas que los seres humanos construimos para organizar el tejido social, se trata de leyes que conforman el derecho positivo y que se sostienen en la idea de la libertad humana. Las leyes positivas en los estados democráticos brotan del consenso en torno a la noción de representatividad, por medio de la cual se acepta que los elegidos por vía democrática o por nombramiento de la autoridad competente, elaboren las leyes y reglamentos que permitan la convivencia de grupos heterogéneos. Se trata de perspectivas o de acuerdos mínimos que garantizan la igualdad de todos y que buscan evitar la discriminación o que la sociedad se guíe por principios morales provenientes de morales de máximos. Aunque en el tiempo de su vigencia tienen carácter de obligatoriedad no se presentan como absolutos porque pueden cambiar conforme se modifican las circunstancias que les dieron origen.

Las leyes morales son aquellas que brotan de una particular visión del mundo de un grupo, se trata de posicionamientos que buscan la perfección, la homogeneidad y la felicidad de los que las siguen. Aunque pertenecen a un grupo, debido al carácter fuerte de la propuesta -casi siempre religiosa- se presentan como verdades absolutas destinadas a cumplirse por todos. Esto les da a los que siguen una propuesta moral de máximos la idea de que sus posturas son irrebatibles. Actualmente se discute sobre la pertinencia de construir una moral de mínimos o una ética civil frente a una moral de máximos. Para hacer más fuerte el argumento de la moral cristiana, se apela desde hace muchos siglos a la noción de ley natural.

La idea de ley natural es una argumentación añeja. Ya Santo Tomás de Aquino en el Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo (libro IV, dist 33, q. 1, a.1ss) habla de que las cosas están orientadas a su propio fin, además de que en las cosas y seres hay acciones que orientan a cumplir el fin. Esta orientación se conoce como ley natural. En el hombre los principios son la inteligencia y la voluntad. La existencia de un fin en el hombre es el que in-forma a la razón de lo que debe hacerse y evitarse, y orienta a la voluntad para cumplirlo. Este esfuerzo de fundamentación supone todavía algo más: la existencia de una naturaleza humana que es la dadora de la ley natural. Si el argumento anterior se lleva a su extremo entonces la ley natural es considerada una disposición divina dado que en la perspectiva cristiana es Dios el autor de la naturaleza humana (cfr. Summa Teológica Ia- IIa parte, q. 90-91), de esta manera, sostiene Santo Tomás que "La promulgación de la ley natural consiste en el hecho mismo de que Dios la implantó en las mentes de los hombres para que así la pudieran conocer naturalmente" (cfr. respuesta a objeción 1 en la q. 90  artículo 4 ya citada) .Esto es lo que está en el fondo del debate: la lectura de la realidad y de la moral como producto de una opción antropológica que sostiene que existe una naturaleza humana dada por Dios. Con esto el argumento de apelar a la ley natural como parámetro de referencia de la construcción de la moral privada, de la moral pública y de la ley positiva se convierte en religioso.

El debate en estos momentos no sólo es por los cambios en la legislación respecto a las sociedades de convivencia, el matrimonio homosexual y la adopción, sino por la pretensión de imponer un modelo antropológico sostenido en la fe de un grupo religioso, por encima de la posibilidad de autodeterminarse que tiene la persona humana -que se ve obligada a inventarse cada día porque la noción de naturaleza humana ya no le sirve-, para orientar todo: la política, la economía, las relaciones humanas.... Lo demás es cortina de humo. No hay que perderse en las ramas del árbol.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La ley natural, en caso de que la demos por hecho, en todo caso no determina absolutamente la hombre; el hombre es un ser que trasciende los dictados de la "ley natural", si no, el voto de castidad o el celibato iría en contra del imperio de esa ley ¿o no?

Anónimo dijo...

Me parece muy útil la reflexión. Habemos muchos que creemos entender las nociones y conceptos que se usan en las discusiones de asuntos públicos (y no sólo), cuando en realidad no es así. Por tal motivo son convenientes esfuerzos como el que haces. Más allá de que les parezca a algunos un esfuerzo inútil, repetitivo. En el extremo están los "puros", esos que piensan que sin un tratado (al estilo de las torres de marfil: lugares exclusivos para iniciados; frecuentemente construidos con lenguajes inaccesibles para el común de los mortales), todo esfuerzo de argumentación es incorrecto.

Pero..., se quedó usted corto. Sígale.

Juan Diego Castillo

Anónimo dijo...

En el campo del derecho existe desde hace mucho tiempo una tensión entre el ius naturalismo y el ius positivismo. Pero en la actualidad, salvo algún trasnochado irredento, no hay ius naturalista que apele a una concepción de ley natural como la expuesta por Arturo partiendo de Tomás de Aquino. Es decir, resuntará muy difícil encontrar una persona que piense como el señor Juan Sandoval Ínñiguez, responsable de un grupo religioso debidamente registrado ante la Secretaría de Gobernación.

Perdón, sí hay más que piensen con el señor Sandoval, sus alumnos en el seminario. Otros se callan o repiten lo que él dice aunque no lo piensen con tal de no meterse en problemas.

Anónimo dijo...

La “ley natural” no es más que un pretexto de algunos obispos (destacadamente Sandoval) para legitimar sus opiniones tan personales como debatibles: “Lo que yo digo es lo que establece la ley natural. Y cómo ésta la escribió Dios en los corazones de los hombres y fijó en la ‘naturaleza humana’, por mi boca habla Dios y por tanto ¡obedezcan!” El poder… otra vez el poder.
Jorge Narro

REYNA dijo...

Arturo, me sumo a tu invitación a ir al fondo del debate en el que creo hay más cuestiones que considerar y que me parece están nubladas en esta contienda de "dimes y diretes". Me refiero a cuestiones como ¿qué tanto en la búsqueda de un derecho de adopción puede estar un trasfondo de "derecho de propiedad" pero en este caso de "hijos"... se trata sólo del derecho a "tener" como otros tienen o hay más?; ¿cuál es la comprensión que subyace en una y en otra postura sobre paternidad y maternidad?; ¿qué costos, o conviene decir, qué consecuencias está arrojando en el desarrollo de los individuos, las condiciones actuales de estas nuevas formas de ser familia - y no me refiero sólo a homosexuales - sino a toda aquella "familia" que dista del paradigma tradicional?; ¿por qué el "orden natural" -para no usar el término de ley que rebates - decide hacer de la heterosexualidad la vía para la procreación humana? ¿acaso es mero accidente o cuáles son las capacidades que este vínculo ofrece - o mejor dicho podría ofrecer- en la gestación pre y post-parto de un(a) individuo?; ¿por qué las voces que debaten el tema y que no comparten la postura de izquierda, pero que tampoco se suman a las formas y argumentos de Sandoval Iñiguez, son consideradas frecuentemente de "intolerantes"?, pues qué no se trata de eso la pluralidad?... del encuentro y desencuentro de posturas y opiniones? no es justo estas posturas encontradas la que abre la posibilidad de una pluralidad? Me parece que hay una línea muy delgada en la que los argumentos de ambas posturas para defender su posicionamiento en el debate, pueden caer en confrontar la propia, pues a final de cuentas cada una está "calificando" a la otra desde su comprensión moral. Y finalmente cuestiono y me cuestiono ¿qué mirada y qué comprensión están encontrando en este debate, los niños y los niños -prospectos a futuras adopciones- y el vínculo padre/madre e hijo/hija tan decisivo en el desarrollo de la persona humana?

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