martes, 3 de mayo de 2022

Praedicate evangelium: reforma, cambios y ajustes.

La Constitución Apostólica Praedicate evangelium, es el nuevo marco de la reforma estructural de la Iglesia. Dos distinciones del análisis eclesial cuando se realiza desde el interior de la iglesia pueden ser útiles para entenderla: el primero es la tensión entre carisma y poder; y la frase “ecclesia semper reformanda”.

Las encíclicas Laudato si ( mayo 24 mayo. 2015), Evangelii gaudium (noviembre 24,  2013)  y Fratelli tutti (octubre 3, 2020), forman parte del conjunto de orientaciones del Papa Francisco respecto a las características centrales del cristianismo, se trata de rescatar el carisma. Un carisma es entendido como don de la divinidad para la Iglesia, aunque también como una fuerza que dinamiza, en este caso la estructura de la iglesia. En este sentido, el Papa Francisco se inspira en la figura de Francisco de Asís, para señalar que la dinamización de la iglesia pasa por la reconstrucción de la fraternidad, a la que llama ecología integral; por la transformación misionera de la Iglesia, y el compromiso comunitario ante la crisis; y finalmente por la construcción de la amistad social con consecuencias sociales ante la cultura del descarte. Pero el carisma sin transformación de la estructura desde donde se ejerce el poder en la Iglesia no basta.

            

    La transformación del poder la comienza Francisco con los ajustes a la Curia y el nombramiento de nuevos cardenales. La creación de nuevas oficinas para potenciar la ayuda humanitaria y la presencia de laicos en las estructuras son un aviso de lo que viene. El 19 de marzo de 2022, Francisco promulga la nueva Constitución Apostólica Praedicate evangelium (en adelante PE), con la que traza definitivamente una nueva relación entre carisma -que se ve reflejado en las encíclicas ya señaladas- y el poder, representado en la Curia y su estructura. Tal Constitución entra en vigor el 5 de junio de 2022. 


            Si bien se trata de un texto jurídico hace alusiones a las ideas de las encíclicas, lo que muestra que existe una íntima conexión entre estos documentos del que se desprende este modelo de Iglesia. La intención de la nueva Constitución es realizar un ajuste en el servicio de la Curia en torno a tras asuntos: centrarse en la misión evangelizadora; recuperar la relación con el mundo; y poner como eje de las decisiones la sinodalidad. Se puede decir que, en esta nueva estructura, se plantea un cambio en la concepción de eclesialidad: “el rostro de la sinodalidad; una Iglesia, es decir, de escucha mutua "en la que cada uno tiene algo que aprender: fieles, colegio de Obispos, obispo de Roma” (PE 4). Sin dejar de reconocer la organización jerárquica de la Iglesia, la PE establece el papel de servicio de la Curia privilegiando el diálogo con las Conferencias Episcopales.


            Bajo el criterio de que la iglesia es una estructura siempre en reforma -ecclesia semper reformanda-, las novedades son las siguientes: 


·      Francisco corrige a Juan Pablo II y se alinea a las intenciones de Paulo VI en la reforma de la Curia (PE II, 12). 


·      Posiciona las opciones del Papa Francisco, establecidas ya en la práctica, pero con un estatuto menor en el organigrama, y ahora las eleva al rango de dicasterios: evangelización; servicio de la caridad; laicos, familia y vida; cultura y educación; promoción del desarrollo humano integral; y textos legislativos. 


·      Deja de usar el antiguo nombre de “sagrada congregación” por “dicasterio” (departamento/ministerio), se trata de un desplazamiento del carácter sacro de las instituciones para ubicarlo en el marco de un lenguaje laico y por tanto transformable. 


·      En este marco, el dicasterio más importante no es el de la Doctrina de la Fe que pasa a segundo término, sino el de la evangelización que pasa a ser presidido directamente por el Papa y no por un cardenal. 


·      Con la formación del dicasterio para el servicio de la caridad, pone en el centro a los pobres con una idea de operacionalizar el apoyo a la superación de la pobreza. Lo mismo sucede con el que se encargará de la promoción del desarrollo humano integral.


·      La dirección de los dicasterios está abierta a todos los creyentes en función del bautismo y no de la ordenación sacerdotal. Esto posiciona a los laicos según el deseo del Concilio Vaticano II.


·      En la reforma pone al paradigma de la espiritualidad conciliar, -el relato del Buen Samaritano- como centro, que ya había señalado en Fratelli tutti.

 

Publicado en Boletín Actualidad sociopolítica religiosa

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