
De nuevo se recurre a las recetas ya conocidas: el posicionamiento de las así llamadas verdades sobre la vida. Con ello se trata de dar cauce a la formación de la conciencia moral de los feligreses. El asunto es que los feligreses cada vez se muestran más distantes de la doctrina moral católica, incluso en los lugares que todavía son bastión del catolicismo.
La organización de un foro sobre las implicaciones legales de la aprobación del aborto en una universidad privada, ha implicado las declaraciones de parte de las autoridades de la iglesia tapatía para marcar una distancia con la universidad. En este conflicto, no se ha dialogado sino sólo se han puesto sobre la mesa una serie de argumentos, justo para no dialogar aduciendo que sobre este tema no se debe abrir espacios
“El respeto a la vida no debe estar sujeto a debate, ni siquiera con un afán de ‘apertura’ o de ‘vanguardia’, y menos por cuestiones de gustos o de sentimientos, como si el respeto a la vida dependiera de lo que sienten o piensan algunos. Tampoco puede estar sujeta al arbitrio de la sola conciencia personal, porque ésta debe ser objetivamente formada, y porque lo que está en cuestión es la vida de una persona inocente".
Desde esta lógica, donde cada institución defiende los valores que le dan cierta identidad se deben dejar claras varias cosas. La primera, que si bien, dicha universidad se identifica como de inspiración cristiana, lo cual le sustrae legalmente de injerencias eclesiales; por la vía de los hechos, la iglesia tapatía la considera católica y se siente con el derecho de intervenir, según ha escrito el cardenal Robles: "A través del Padre J. Jesús García Zamora, Vicario General de esta diócesis, hice llegar mi extrañamiento al Padre José Morales Orozco, Rector del ITESO, por la realización de dicho foro en esa Universidad, y para señalarle que no tenía ningún vínculo con ese evento". Bien valdría la pena que ambas instituciones señalaran con claridad sus vínculos y distancias para evitar confusiones y respetar los campos de cada una, porque de otra forma resulta que tenemos en Jalisco dos universidades católicas.

La iglesia tapatía considera -por la vía de los hechos- que la formación de la conciencia moral de sus creyentes depende de declaraciones absolutas sobre su fe religiosa. Esto -según demuestran distintas investigaciones- no lo acepta ni lo cree la mayoría de los fieles. De modo que nos encontramos ante un problema de sentido: las creencias religiosas están perdiendo la batalla del sentido, y no son útiles para un sector de los creyentes que se resiste a seguir la doctrina.
Los discursos religiosos basados en planteamientos absolutos, fuertes y hasta en prohibiciones se escuchan -por decirlo de la mejor manera- muy poco. Esto abre espacio a la consideración de que se requiere de abrir espacios de diálogo, donde las creencias religiosas sean un punto más en el debate, y no pretendan ser el fiel de la balanza. La tarea pendiente es la formación de la conciencia, pero para ello se requiere información. ¿No será que la iglesia tapatía sigue pensando que sus miembros siguen creyendo lo que ella plantea? Aquí está un punto para pensar.