jueves, 7 de junio de 2018

Los invisibles obispos auxiliares

¿Qué hacen los obispos auxiliares de Guadalajara? En otros lugares las tareas de los obispos auxiliares son más o menos visibles. En la Iglesia de Guadalajara actualmente ocurre lo contrario: pareciera que llegar a ser obispo auxiliar es pasar a la invisibilidad. En la época de Juan Sandoval los obispos eran medianamente visibles: uno se encargaba de la economía, otro del seminario y el resto, de algunos temas pastorales. Hoy eso no ocurre. 

El dos de febrero de 2018 el papa Francisco nombró a tres obispos auxiliares para Guadalajara. Más allá de la difusión de tipo mediático que se le dio al asunto, y del manejo eclesial como "obispos con olor a oveja", después de su ordenación en abril de este mismo año, poco sabemos lo que hacen los obispos auxiliares. 

En una comunidad cristiana el obispo es el referente concreto de la vivencia de la fe, tal como lo reconoce el Derecho Canónico en el canon 386 § 1.    El Obispo diocesano debe enseñar y explicar a los fieles las verdades de fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia[...]. Los obispos auxiliares, de acuerdo al mismo texto legislativo, en el canon 406 § 1. ha de ser nombrado Vicario general por el Obispo diocesano; además, el Obispo diocesano debe encomendarle, antes que a los demás, todo aquello que por prescripción del derecho requiera un mandato especial. Por supuesto existen otras responsabilidades como el consejo al obispo diocesano en asuntos delicados. 

SI bien, los obispos auxiliares tienen responsabilidades que escapan a la observación de los fieles, y que permiten que las estructuras eclesiales funcionen; desde el lugar de los fieles, poco se observa a los obispos auxiliares. La centralización y verticalidad como sistema de organización vigente en la Iglesia, no permiten que los obispos auxiliares sean observados; primero porque el obispo diocesano es el que da la última palabra o el que aparece; y segundo, porque las tareas encomendadas de tipo administrativo les obligan a labores de administración, y eventualmente a algunas de gestión. Al mismo tiempo, la posición en la estructura eclesial, limita sus relaciones humanas a relaciones instrumentales en función del puesto. De ahí que difícilmente entren en contacto con el creyente de a pie, pues sus relaciones se ven reducidas. Esto sucede en la Iglesia tapatía. Hasta el momento, no sabemos desde el espacio de cotidianidad donde se mueve la mayoría de los creyentes católicos, qué están haciendo los obispos auxiliares. Incluso ni siquiera la página del arzobispado de Guadalajara se encuentra actualizada. Difundir alguna celebración en el periódico oficial de la arquidiócesis podría dar la impresión de una comunicación que no lo es.

Hace unos días, mis alumnos escribían un ensayo al final del curso sobre la pregunta ¿cómo será la religión del futuro? Cada uno reflexionó con distintas herramientas teóricas y observando el desarrollo de la iglesia local. Independientemente de su filiación religiosa, la coincidencia es que de no hacer cambios significativos en las relaciones cotidianas con los creyentes, el catolicismo continuaría decreciendo en la sociedad tapatía. Y en todo este asunto, los obispos, tanto el diocesano como los auxiliares, no pueden quedarse en la invisibilidad a riesgo de que se conviertan en administradores grises del campo religioso. La tensión es que la elección que debería acercarlos al pueblo creyente se diluye con la consagración que los convierte en sujetos a los que escasamente se puede acceder.


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