miércoles, 4 de marzo de 2015

Reacciones tardías a la "mexicanización"

El comentario del Papa Francisco esperando que Argentina esté a tiempo de evitar la mexicanización, no cayó nada bien al gobierno mexicano. Se interpretó por la cancillería como una declaración que estigmatiza a México, al no reconocer los esfuerzos por controlar la violencia derivada del narcotráfico.
 
El Papa Francisco, ha interpretado su papel desde las características que le da su ascendencia latinoamericana. Además es un hombre acostumbrado a estilo directo y abierto contrario a la política vaticana, y a la simulación de los políticos. Por eso, no se puede considerar que se trata de una declaración ingenua.
 
El Papa Francisco conoce la fuerza de sus declaraciones por su investidura, pero además no está habituado al lenguaje encubierto de la diplomacia. Por ello, se puede sostener que efectivamente quiso decir lo que dijo.
 
"Mexicanización" es un adjetivo que describe la situación de la violencia cotidiana derivada del narcotráfico, y que deja evidencias en distintos lugares del país. A diferencia de la guerrilla, o de otras acciones del narco vividas en países como Colombia o Estados Unidos, en México hay una peculiar forma de ejercer la violencia. Si bien toda violencia es rudeza contra la persona, la violencia en México adquiere matices propios que permiten el uso del adjetivo: cuerpos descuartizados, balaceras de casi doce horas, desintegración de cuerpos en sosa y otros solventes, secuestros de migrantes, ejecuciones sumarias, personas colgadas en los puentes de algunas ciudades... Se podría describir más, pero esto basta para señalar que la violencia en México tiene rasgos propios, por eso se puede desear comparativamente que un país no se mexicanice.
 
Los adjetivos califican y en ese sentido la expresión cobra mayor fuerza cuando se apega a la realidad. No se trata de una cuestión de diplomacia solamente, sino de labor profética. ¿Cómo anunciar y denunciar la situación que se vive si no es mediante la mención de las atrocidades? La otra vía es describir y calificar. Eso fue lo que hizo el Papa con el concepto mexicanización.
 
La cuestión más problemática es el papel de obispos y gobierno. Acostumbrados estos actores a una convivencia pactada después de la cristiada, suelen reconocer los límites del territorio. Esta situación ha creado la opción de una convivencia estable e incluso respetuosa. Sin embargo, no parece ser la que el Papa esté dispuesto a aceptar. La razón: el Papa se mueve bajo el paradigma del profetismo, y no del político o religioso diplomático acostumbrado a comer sapos sin hacer gestos.
 
Francisco seguirá haciendo gestos -ante lo que sea antievangélico- más allá de lo que digan las fuentes diplomáticas, o lo que se establezca como políticamente correcto. No se puede esperar menos de un hombre que tiene como tarea la reconstrucción de una iglesia que amenaza ruina.
 
 

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