El buen fin es en las religiones sinónimo de terminación de la vida, de cierre de un proceso, pero también de apertura a nuevas posibilidades intuidas.
Tal como lo señala Leonardo Boff, en su texto Trascendencia, los humanos somos seres de protestación con sentido de trascendencia. Nos resulta evidente nuestra finitud y nos resistimos a ella, sabemos que moriremos y buscamos la permanencia. ¿De qué es síntoma esta enfermedad de oponernos a nuestro destino fatal? Para los que han optado por las respuestas inmanentes el sentido de vivir no existe, estamos condenados a morir, en tal caso, los seres humanos somos seres-para-la-muerte. Para quienes optan por respuestas con apertura a la trascendencia, la muerte es apenas un momento de la vida, un medio para estar-en-el-mundo de otra manera.
En la propaganda económica de noviembre en México se ha buscado imitar el Black Friday con el periodo conocido como "el buen fin". Se trata de un mecanismo para reactivar la economía a partir de las compras masivas. Las tiendas sacan a la venta sus productos, los mercadólogos y coordinadores de la difusión buscan maneras creativas de poner en movimiento a todos los potenciales clientes. Y si bien a veces lo logran el asunto puede verse desde otra lógica: la de las tradiciones religiosas.
En las tradiciones religiosas aparece también la idea del buen fin. En una cultura de raigambre cristiana, como la norteamericana y la latinoamericana, es común hablar de buen fin. De hecho ambas estrategias de venta el Black friday y el buen fin, ocurren a mediados o finales de noviembre cuando llega a su término el calendario religioso. En la cultura norteamericana se trata de la celebración de Acción de Gracias, y en la tradición latina, de la fiesta de Cristo Rey que recuerda que la historia se cierra en Cristo. En ambos casos, los días posteriores verán el renacer del año religioso cristiano con el periodo del Adviento.
Pero ¿en qué consiste el buen fin en la tradición cristiana? Para recordarlo, el evangelio de Mateo (25, 31-46) señala:
"Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.Entonces dirá el rey a los de su derecha:"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?»Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
El texto señala al menos tres características del buen fin en el pensamiento cristiano: la certeza de la valoración por parte del Hijo del hombre, la separación y el reconocimiento.
La valoración implica un proceso de discernimiento, donde todos tienen las mismas oportunidades, por eso están todos reunidos ante el Hijo del hombre. Este proceso de valoración implica sopesar cada situación en términos del ejercicio de un criterio: la acción humana hacia el otro: tuve hambre y me diste de beber, estuve en la cárcel y viniste a verme.
La separación se realiza a partir de mirar acciones: dar de comer, dar de beber, hospedar, vestir, visitar, ir a ver. Se trata de la acción humana sencilla que muestra la preocupación por el otro e implica un proceso de empatía, pues sólo se pueden realizar estas acciones con el cercano, con el que se reconoce como próximo, y con quien media la conciencia de su vulnerabilidad.
El reconocimiento se establece en términos de una heredad, llamada Reino. Es decir, se trata de un modo de vivir nuevo, donde las relaciones de alteridad, de cercanía, de fraternidad se viven desde la conciencia de la solidaridad transformadora.
Tal vez pocos se pregunten por el buen fin en el sentido que aquí se trata, pero siempre habrá alguna forma de mirar más allá de lo dado. Desde esta convicción existencial, que tengamos un buen fin.
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