La Semana Santa comienza con la procesión de los Ramos. Se trata de una acción litúrgica que pone de manifiesto la centralidad del reinado de Jesús. Un reinado que tiene peculiaridades que contrastan con nuestra forma de entender el ejercicio del poder.
En primer término, se trata una entrada triunfal que poca similitud tiene con la entrada del representante del César a los pueblos conquistados. Jesús entra montado en un burro y no en un gran corcel o rodeado de soldados en un carruaje. Los que le rodean no son los grandes funcionarios sino los hombre sy mujeres del pueblo, los desposeídos que tienden a su paso sus mantos para hacer una especie de alfombra.
En esta Misa pareciera paradójico que en la procesión se lea el evangelio del acontecimiento y durante la Misa, la narración de la Pasión. Con esta continuidad, se busca hilvanar los dos acontecimientos: la opción por los pobres, por los desposeídos, por la causa de los marginados, siempre tiene como colofón el arriesgar la vida.
"Bendito el que viene, en nombre del Señor" es una frase que no deja lugar a dudas entre el pueblo, el mensaje de Dios es siempre el de la recuperación de la esperanza.
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