lunes, 20 de agosto de 2012

¿Musulmanes en Guadalajara? Breve historia de una minoría

Si alguien espera encontrar turbantes, túnicas y burkas, como forma de identificar a un pequeño grupo de creyentes en Alá, en Guadalajara, tendrá que buscar con paciencia, y será muy difícil que realice este hallazgo.
Desde hace ya algunos años, existe en Guadalajara una pequeña comunidad musulmana que congrega a creyentes de distintos países, incluidos conversos mexicanos, que comparten la fe común confesando que “Alá es Dios y Mahoma su profeta”.
Dado que están en etapa de consolidación, se han reunido en diversos lugares. Hace ya muchos años tuvieron una estancia que funcionaba como mezquita, después vieron la posibilidad de un centro cultural islámico llamado Casa Islam, y hoy se dan a conocer mediante una página web, mientras continúan los esfuerzos para construir una mezquita en la ciudad.
Abdul Karim, de la comunidad islámica
Sobre su desarrollo en Guadalajara, existen tres momentos: los inicios formales –principios de los noventa- con una casa que hacía las funciones de mezquita en la Zona Industrial, en Polanco con Ali Mohammed Ali al frente; posteriormente, en la zona de Santa Tere, donde Brahiman Saganogo y otros creyentes tienen un papel destacado; y finalmente en Av. Inglaterra 2623, donde Abdul Karim coordina Islam Guadalajara.
En Occidente existe una apreciación diversificada sobre el islam, a veces sesgada por los intereses norteamericanos que lo identifican con el terrorismo, que ha creado muchos prejuicios sobre este grupo de creyentes. Pero en principio, y en términos del diálogo interreligioso y del reconocimiento del pluralismo, es fundamental detenerse en lo que caracteriza a este grupo religioso. El conocimiento permite ubicar sus peculiaridades, diferencias y modo como se insertan en la sociedad.
Los musulmanes son un grupo que apuesta por la radicalidad del monoteísmo. Alá, es como dice la Sura que abre el Sagrado Corán: el Misericordioso, el Compasivo, el Señor Soberano del día del Juicio (Sura 1). Nada hay antes de Dios y todo lo que existe depende de él, Alá es el Absoluto y no tiene descendencia.
Mahoma es un testigo cualificado del mensaje de Alá, el último profeta, además de Moisés, Abraham o Jesús que legaron la religión Del Libro. En este sentido, la fe musulmana es sintética centrada en cinco pilares: creer que Alá es Dios, ayunar en Ramadán, peregrinar a la Meca, dar limosna, orar cinco veces al día.
Es decir: fe clara sin elementos distractores, oración que vincula y hace presente a Dios en distintos momentos del día, dominio del cuerpo expresado en el ayuno que dispone a entrar en contacto con Dios, referencia a la comunidad a la que está destinada la limosna, y fortalecimiento de la fe comunitaria en la peregrinación.

Las normas morales están mediadas por la cultura árabe en la que surge el islam. De ahí que para muchos resulten incomprensibles. En la sociedad árabe nómada y tribal del siglo VII en que surge, el islam orienta a los hombres a tener un trato cuidadoso y respetuoso con las mujeres. Esto origina en una sociedad del desierto, normas que en el occidente neoliberal no proceden, como el uso de la burka, la posibilidad de varias mujeres, la negación del saludo de mano a las mujeres, las reuniones de los hombres, o la ruptura del tiempo para orar.

Esta manera de centrar la atención en Dios, en el Corán y en los rituales, es vista con sospecha en sociedades centradas en la dinámica de la Bolsa de Valores, los precios de índices y cotizaciones, y la religiosidad para la vida privada. Sin embargo, el islam como forma de vida, implica para Occidente y los conversos, una reformulación de los conceptos de libertad, belleza, respeto.

En una sociedad mayoritariamente católica, como la del centro-Occidente del país, aparecen como retos la consolidación de la comunidad musulmana, formada en una cantidad importante por estudiantes; además la formación profunda de los creyentes y conversos, para que los conceptos propios del islam aparezcan con todas sus peculiaridades y riqueza. Por otra parte, igual que muchas comunidades minoritarias, se encuentran ante el reto de la visibilización, que si bien permite encontrar en la red alguna información, no permite conocer el modo como los creyentes se inculturan en una sociedad totalmente distinta en cuanto a su horizonte de comprensión religioso y moral, como es la tapatía.

Publicado en Proyecto Diez, 20 de agosto 2012

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