lunes, 30 de julio de 2012

Política, olimpiadas e iglesia.

Hay tres asuntos que empiezan a cambiar la fisonomía de la vida social en estos días. Dos de ellos a nivel nacional y uno a nivel local.

La presidencia interina

¿Un atentado a la democracia? Varios son los problemas de las autoridades electorales en México: el primero de ellos, es la lentitud con la que analizan los procesos y las denuncias; el segundo es la suposición de que por ser autoridad no pueden ser cuestionadas; y la tercera es creer que siempre tienen la razón.
Ante la ola de descubrimientos que parecen configurar fraude electoral, el candidato de las izquierdas ha planteado la posibilidad de una presidencia interina. Los todavía virtuales ganadores, se han rasgado las vestiduras diciendo que es un atentado a las instituciones, y las autoridades electorales parecen hacerles el juego al considerar de antemano, es decir, sin haber valorado las pruebas, que se trata de una cuestión imposible. Nada más falso.
Si la ley plantea la posibilidad de una presidencia interina, esto no puede ser considerado un atentado a la democracia, sino una expresión de la misma democracia y una defensa de ella.
El error es suponer que plantear una presidencia interina lesiona a la institución presidencial, cuando está descalificada desde 2006 o incluso desde antes si se consideran las banalidades de Fox.
Más allá de la figura del momento que detenta el poder ejecutivo, lo importante es darle solidez a la institución misma, y si para ello se debe de pasar por una presidencia interina, ¿cuáles serían las razones de fondo para oponerse a ella?

Las olimpiadas y su riesgo.

Cada cuatro años, recibimos la bendición de los juegos olímpicos que parecen ser un oasis en el ajetreado mundo que vivimos. El riesgo es que a pesar del buen espíritu que les anima, se conviertan en una reproducción de la estrategia romana utilizada para distraer la atención de lo importante y lo urgente.
“Pan y circo” era la consigna para mantener calmado al pueblo en la declive del imperio romano. Para ello se construían grandes foros donde la fiesta, el comer y el beber hacían al pueblo olvidarse de sus problemas, al menos momentáneamente.
Estos días estaremos saturados de los eventos de los juegos olímpicos. Seguro que muchos nos emocionaremos con el rompimiento de marcas, los resultados y el medallero; pero no hay que olvidar el riesgo.
Las televisoras, ordinariamente proclives a mostrar sólo una parte de la realidad, harán todo su esfuerzo –usando a los juegos olímpicos- para que se olvide al #Yosoy132, el fraude electoral vía las tarjetas Monex y las de Soriana, la debacle del PAN, o la crisis económica, pues han aprendido bien la estrategia de “pan y circo”.

Cambios en la iglesia tapatía.

A diferencia de su antecesor, el nuevo arzobispo de Guadalajara hace cambios sin estridencia, pero que van modificando la fisonomía de la iglesia tapatía. El último: el rector del seminario.
Juan Sandoval decidió que un obispo fuera el rector. Algo que muchos criticaron porque parecía que se trataba de desperdiciar el potencial pastoral de Miguel Romano al no responsabilizarle de tareas más amplias, sin dejar de reconocer que el seminario es como dice la iglesia “el corazón de la diócesis”.

José Francisco Robles ha nombrado a un nuevo vicerrector en funciones de rector, y se ha reservado el título y cargo él mismo. En sentido distinto y obligado por las circunstancias ha nombrado un nuevo rector en la UNIVA.
En ambos casos se trata de sacerdotes de experiencia, que desarrollaban tareas pastorales y que no estaban en el ejercicio académico, aunque no les resulta extraño. Los cambios empiezan a señalar una forma de entender la vida eclesial, al menos en estos momentos: Francisco Robles está apostando por colocar en puestos clave a personas con experiencia pastoral, algo que se le criticaba a Sandoval, y que resulta fundamental para la formación de los nuevos cuadros.
Estas acciones marcan además, un acercamiento a un clero crítico que había sido desplazado.
Quedan ahora, respecto a la diócesis, las decisiones pendientes que desde hace años se discuten en corrillos: la segmentación de la arquidiócesis para dar origen a nuevas sedes episcopales.
Las circunstancias están dadas: varios seminarios auxiliares y pastores –con probada ortodoxia y experiencia- que pueden ser ubicados como hombres de iglesia a cargo de una porción de la misma.

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