En los días felices, los judíos cantaban "aleluya". Se trata de una expresión de alegría que remite a la convicción de que Dios es compañero de camino. Esta idea pasó al cristianismo con enorme fuerza, al considerar que en Jesús, Dios venció a la muerte.
En días de crisis, los cristianos de distintas denominaciones, podrían continuar cantando "aleluya" desde la perspectiva de la esperanza. En esta misma perspectiva, Freire nos enseñó que la educación esperanzadora es aquella que reconoce sus vínculos con la política.
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