Una referencia bíblica ha rondado mi cabeza desde que conocí que Velasio De Paolis no establecerá un proceso para investigar la participación de los superiores en el encubrimiento de Marcial Maciel. Algunos podrán pensar que es demasiado fuerte y sin embargo es descriptiva de la situación. La frase es de Isaías (50, 10):
Sus centinelas son ciegos, ninguno sabe nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar, soñadores acostados, amigos de dormir.
Se puede argumentar -como ya se ha hecho- que desde el proceso de indagación no queda del todo claro la participación de los responsables de la congregación y que por lo tanto no es posible saber diciendo:
Hay quien dice que hay que acusar siempre, son doctrinas justicialistas que se dan también en Italia (mani pulite), se corre el riesgo de la arbitrariedad. Hay que tener pruebas. Si hay que elegir es mejor que haya diez culpables sueltos que un inocente en la cárcel. No me gustaría ver a alguno de ustedes injustamente acusado y padecer años y años de sufrimientos.
El asunto es que para eso se ha creado la figura del delegado pontificio. Sin embargo, los datos muestran que poco interesa entrar en contacto con los reales conflictos de la Legión (o como le ha llamado un amigo, con los guerrilleros), y ubicar a los responsables directos. Cuando se conoce la vida religiosa -y Velasio De Paolis la conoce bien porque ha formado parte de ella- se tiene claridad en una cosa: nada pasa sin el reconocimiento y conocimiento de los superiores. Más aun en una congregación como la de los legionarios donde el superior mantiene una posición fuerte, por decir lo menos, y todo gira en torno a él y al ecónomo.
Negarse a investigar -e investigar es buscar evidencias- es atentar contra el planteamiento evangélico "la verdad les hará libres". Lamentablemente esta decisión se suma a otras que marcan una gestión del delegado Velasio condescendiente y proclive a mantener el status quo de la Legión. Como en los casos criminales habrá que preguntarse ¿a quién beneficia que no se investigue? y ¿qué pasaría si se investiga a los responsables de la Legión? ¿a quién afecta que se conozca la verdad?
Si bien los argumentos ad hominem son insufribles y a veces injustos; en este caso, el texto de Isaías puede ayudar la plantear el origen del problema: se trata de perros mudos. Lo más terrible no es la figura del perro, sino que el Delegado Pontificio para la revisión de la vida de la Legión sea "amigo de dormir". Al parecer en el caso de los Legionarios -y tal vez en otros- sigue operando la idea de preservar la forma sobre el fondo, o de dormir en lugar de realizar la tarea asignada.
Vale ahora una pregunta ¿esto es lo que Benedicto XVI quería al emitir su condena a Maciel?