El mal está personificado por Satanás, la serpiente que es destruída por la fuerza de Dios quese manifiesta en María.
En la imagen, la Virgen se sitúa por encima de las llamas del infierno para rescatar a los que se han adeherido a la verdadera fe. Satanás en cambio se encuentra entre las llamas, que en las narraciones bíblicas son símbolo del lugar de los que rechazan a Dios.
La iconografía cristiana es rica en mostrar este tipo de situaciones a través de imágenes o pinturas, que tuvieron como intención inicial la evangelización de los creyentes.
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