viernes, 3 de abril de 2015

Viernes Santo. La necesidad de pedir perdón

La Semana Santa es parte del calendario litúrgico de los cristianos. Cada grupo de cristianos: católicos, ortodoxos, reformados o evangélicos en sus diversas acepciones conmemoran de distintas maneras la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. A este triduo se le conoce como Triduo Pascual. 

En el catolicismo existen dos tipos de celebraciones: las de tipo
Viernes Santo: adoración de la cruz
litúrgico que suelen ser tres: la celebración de la Cena del Señor -como preámbulo al triduo pascual- que se realiza el jueves santo; la acción litúrgica por la muerte del Señor, el viernes santo, y la vigilia pascual, el sábado santo. Cada una guarda una fuerza simbólica que conviene mencionar por separado en otra entrada. Pero, hay un conjunto de celebraciones de tipo popular que recrean a su manera, el dolor por la muerte de Jesús.

Viernes Santo: Procesión del silencio


Entre las celebraciones de tipo popular, que llegan a tener en algunos lugares mayor asistencia que las celebraciones litúrgicas, se encuentran las representaciones de la pasión, el viacrucis viviente o no, las siete palabras, el rosario del pésame con su respectiva procesión del silencio... entre otras.



La celebración que más fuerza tiene en México, es el viacrucis viviente. En él, están presentes los personajes de la Pasión: Jesús, su madre María, la Verónica, los soldados romanos, le centurión, Simón de Cirene -el que ayuda a Jesús a cargar la cruz-, los apóstoles que ven de lejos el asunto, excepto Juan que va junto a María y las mujeres de Jerusalén que lloran y sobre las que se enuncia un mensaje: "Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos" (Lc 23,28). A este conjunto de personas se suman los fariseos -maestros de la Ley- y los saduceos -sacerdotes judíos-. Todos ellos forman un conjunto abigarrado que por distintos motivos acompañan a Jesús: unos para crucificarlo, cumpliendo con la indicación de Pilato, otros para verificar que la sanción máxima sea impuesta, unos más estupefactos ante la terminación de la obra del Maestro. Todos tienen algún motivo. 

En la representación del viacrucis se van representando las catorce estaciones, en las que se ha condensado el dolor del Nazareno. A este conjunto de personajes que se introducen en su papel, le acompañan los creyentes de la parroquia donde se organiza el viacrucis. El camino de la cruz es recreado en barrios, colonias adineradas, pueblos, atrios. Cualquier lugar sirve para recordar el dolor del Nazareno, pero aún más para recordar la situación de pecado del cristiano de a pie, del pecador estándar. Por eso, el viacrucis se acompaña de cantos que expresan el sentir no del Nazareno, sino de los creyentes que acompañan la representación. 

Así, es posible escuchar el canto dolorido que implora "Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor.

De ahí se desgrana la historia vinculada al propio dolor de los actos cometidos, y a la necesidad de pedir perdón. No importa cómo se cante,  la maestría en la interpretación no importa, lo esencial es pedir perdón: algo de lo que ninguno está exento: 

Por tus profundas llagas crueles  
Por tus salivas y por tus hieles 
Perdónale Señor  

Por tus heridas de pies y manos 
Por los azotes tan inhumanos  
Perdónale Señor  

Por los tres clavos que te clavaron  
Por las espinas que te punzaron 
Perdónale Señor 

Por las tres horas de agonía 
En que por madre diste a María 
Perdónale Señor 

Por la abertura de tu costado 
No estés eternamente enojado 
Perdónale Señor

El Viernes Santo, no sólo se recuerda la pasión de Jesús, sino nuestra propia pasión: nuestros encuentros y desencuentros, por eso se tiene necesidad -al menos una vez en el año- de pedir perdón. Aquí es donde la celebración popular adquiere una fuerza expansiva que detona en un sentimiento de dolor, que será superado el Sábado Santo en la Vigilia Pascual, donde el creyente católico, vive la esperanza y la certeza de la Resurrección. Una resurrección de Jesús que prefigura su propia resurrección del dolor que reconoció el Viernes Santo. 


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Un agradecimiento a Ismael Aguilera, por el permiso para compartir este video que muestra la celebración del Viacrucis.

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