El desplazamiento de algunos obispos y la reubicación de otros, en la Arquidiócesis de Guadalajara confirma lo que se había señalado en un análisis anterior: al Cardenal Robles Ortega le interesa concentrar el poder. Para ello, ha esperado pacientemente tres años: finalmente ha desmantelado el grupo de obispos auxiliares que fueron promovidos por Juan Sandoval. Al momento han sido desplazados José Trinidad González Rodríguez y Miguel Romano, a los que se les ha aceptado y pedido la renuncia en cada caso. De Trinidad González se entiende la renuncia debido a su estado de salud; de Miguel Romano no han salido a la luz pública las razones, sin embargo, en el mundo clerical se habla de su displicencia en la rectoría del seminario, y de promover al ministerio a algunos seminaristas que no podrían sostener que son dignos del presbiterado. Trinidad tratará de recuperar la salud, y Romano ha sido relegado al ostracismo.
Otros dos obispos han sido reubicados: a José Leopoldo González González, se le ha promovido a Obispo de la recién creada Diócesis de Nogales; y a José Francisco González González ha sido trasladado como Obispo de Campeche. Nogales y Campeche representan puntos extremos en la geografía de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Así, sólo queda Mons. Juan Humberto Gutiérrez Valencia, que el 27 de junio cumple 74 años, y en un año deberá estar presentando su renuncia. Su responsabilidad se reduce a ser el Vicario de la Vida Consagrada, y a la Comisión del Diálogo Interreligioso, que es escaso -por señalar lo menos- en esta zona del país. Gutiérrez Valencia no representa obstáculo alguno.
Con estos cambios, el Cardenal Robles se distancia política y pastoralmente de Juan Sandoval, y al mismo tiempo, se conjetura, empezará a crear un grupo propio; sin embargo, aunque hay vacantes para obispos auxiliares, no parece que esté dispuesto a buscarlos, pues su modo de gobernar no hace eco de la sinodalidad.
Por otra parte, con su cercanía a los grupos de poder, y sus estancias cada vez mayores fuera de la ciudad, no parece alinearse a los pastores queridos por el Papa Francisco: pastores cercanos a la gente y con olor a oveja. Dos preguntas podrían dar cuenta de esta lejanía del Cardenal Robles con la feligresía tapatía, incluidos los sacerdotes: ¿cuántas visitas pastorales ha realizado a las parroquias de la arquidiócesis en los tras años que lleva al frente? y si se mostrara una fotografía a los creyentes de a pie ¿sería reconocido por su nombre como lo era Juan Sandoval?