La llegada del Cardenal Robles a la iglesia tapatía despertó innumerables opiniones. En mi calidad de estudioso del catolicismo, en distintos momentos escribí o fui consultado al respecto. Así en Animal Político expliqué que el estilo de gobernar de Robles sería distinto al de Juan Sandoval, en CNN expuse el bajo perfil que asumiría; más tarde, en la Revista Proceso señalé que la iglesia esperaba del Cardenal Robles tres cosas: "prudencia en el manejo de la Diócesis de Guadalajara; un perfil discreto y funcional y una línea pastoral conservadora. El nuevo arzobispo puede servir de contrapeso, sobre todo por ser una persona prudente. No obstante faltará ver de qué gente se rodeará".
Finalmente, en Proyecto Diez, escribí sobre el modo de anunciar la sucesión, que presentaba un estilo centrado en el Cardenal Robles, pues el anuncio se realizó en la página del arzobispado de Monterrey desplazando a la Conferencia del Episcopado Mexicano, y a la Arquidiócesis de Guadalajara. Ahí mismo señalé que "este asunto no resulta menor y muestra de qué lado está el ejercicio de la autoridad".
A tres años de distancia, las cosas se confirman. El Cardenal Robles parece decidido a gobernar solo, sin obispos auxiliares; y extendiendo su influencia a otras diócesis a través de la promoción de los obispos auxiliares a otras sedes episcopales.
Por otra parte, entre el clero local se escuchan constantes comentarios a la distancia que el Cardenal mantiene con los sacerdotes. Al mismo tiempo algunos clérigos y laicos, señalan que Robles será un obispo de paso, pues espera ser nombrado Arzobispo primado de México.
Muchos extrañan la fuerza de la voz de Juan Sandoval, que ponía los temas de la agenda pública, no sólo en la ciudad sino en el país. Basta leer la opinión de quienes escriben el El Laico Opina.
Cierto o falso, el rumor más fuerte es el de la ausencia de un pastor que comprenda y atienda la complejidad de la arquidiócesis de Guadalajara.