Esta obra es para el público amplio. Se ubica en el ámbito de la divulgación que logra exponer de manera sintética, las ideas y aportes de distintos personajes que con su reflexión se sitúan en las fronteras de la discusión teológica, filosófica y/o social, que se redacta desde la comprensión de fe que tiene cada uno de los personajes tratados en los artículos del libro.
Le hemos llamado Voces contra la ortodoxia, porque todos los personajes de los que el texto habla, mantienen la fe cristiana pero al mismo tiempo buscan una comprensión de la misma más allá de lo que suele defender los responsables de las instituciones, en este caso la iglesia católica.
Observada desde la ortodoxia, la disidencia de los personajes que trata el libro, es sospechosa, y tiene en ciernes la posibilidad del cisma. Pero observada en profundidad, la opinión de estos teólogos es un servicio profético a la misma iglesia. En los casos expuestos, los teólogos disidentes no se retiran de la iglesia sino que se distancian de una comprensión romana de la fe en busca de lo esencial. El ensayo sobre Hans Kung lo señala de esta manera:
La palabra disidencia viene de vivir un grave desacuerdo de opiniones. Y si esto es lo que se quiere plantear con Hans Küng, en cierto sentido está en la categoría de los disidentes; pero si por disidencia se entiende la separación de la doctrina, o de la fe común; entonces la expresión requiere de matices. En sentido estricto, lo que Hans Küng ha hecho es prestar un servicio profético a la Iglesia. Eso no lo hace de suyo estar en contra de la doctrina, sino ser un actor central en el proceso de desenmascaramiento todo aquello –visto por Küng- que se ha adherido a la Iglesia en el trascurso de Galilea a Roma en casi dos mil años.Los desencuentros por causa de la comprensión de la fe, ordinariamente hacen ruido y generan controversia debido a que la iglesia católica romana, se mueve en el plano de la interpretación de planteamientos que se posicionan en el campo religioso como verdades absolutas, sin considerar que las interpretaciones teológicas responden a un contexto histórico, y que son siempre apenas una forma de mirar los hechos históricos, para descubrirlos como acontecimiento.