No se cuanto tiempo permanecerá el enlace del IV Congreso Internacional de la Familia que se realiza en Guadalajara, Jalisco organizado por una instancia gubernamental como es el DIF. De cualquier manera es importante establecer algunas consideraciones respecto al asunto central. El periódico La Jornada Jalisco da cuenta del asunto en la nota titulada La ley antiaborto de Jalisco, un ejemplo para otros estados: Emilio. Ahí se reporta la intervención del gobernador sobre el derecho a la vida en los siguentes términos: “Por ello es que retomamos lo que los señores diputados han aprobado, lo hacemos nuestro y lo colocamos como fundamento de la sociedad, reconociendo el derecho a la vida, reconocemos y promovemos en el cumplimiento los otros derechos que son connaturales a la vida”.
Si bien es cierto que la fe de cualquier religión tiene consecuencias en torno a la construcción de la vida -una de cuyas características es la defensa de la misma-, la argumentación de los grupos que promueven explícitamente la ley del derecho a la vida, presenta al menos dos falacias y una inconsistencia.
La primer falacia de quienes defienden la ley del derecho a la vida es considerar que el reconocimiento de tal derecho es -como lo indica el gobernador- el cumplimiento de otros derechos. Eso no corresponde a la verdad dado que se requieren mecanismos que defiendan los derechos y esta defensa no ocurre por decreto. Se trata de una reedición del nominalismo que caracteriza hoy las argumentaciones neoconservadoras: creer que nombrar signifa que ocurre lo que se nombra. La segunda falacia se refiere a la falsa división entre quienes no han estado de acuerdo con esta ley y quienes la promueven como antagonistas. No parecen existir elementos para esta división maniquea, dado que en ambos grupos existen creyentes y matices en su argumentación. Existen por tanto al menos dos falacias en torno a este asunto: el nominalismo y el maniqueísmo.
La inconsistencia se encuentra en la suposición de que con la promulgación de tal ley se funda la sociedad. La inconsistencia presenta al menos dos problemas: la sola propulgación de la ley no defiende la vida en tanto no existan condiciones de ayuden a eliminar la pobreza y sus causas estructurales. Discurso no es realidad. Mucho menos es verdad que la familia funde el Estado, en la medida que son instancias complementarias pero no equiparables. El segundo problema se refiere a la ausencia de medidas que favorezcan efectivamente la defensa de la vida, tales como el saneamiento de las fuentes de agua, la vivienda digna, la creación de vías de comunicación y sistemas de transporte, entre otros que favorezcan la convivencia familiar.
Una aclaración para lo que sospechan de cualquier argumentación que muestra los problemas: plantear estas insuficiencias no implica estar en desacuerdo con la defensa de la vida.
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