La finalización de
la lectura de algunos ensayos de Tugendhat tomados de sus libros Lecciones
de ética y Problemas,
ofrece la posibilidad de repensar el asunto de la fundamentación de la moral. ¿Por
qué la moral requiere de fundamentación? La pregunta y la diversidad de
respuestas nos colocan frente a un problema: de ninguna manera resulta evidente
que la moral sea una cuestión anclada en la existencia de una naturaleza
humana. Mucho menos, en la existencia de un mundo trascendente que actúe como
espejo que permita contrastar lo que somos en potencia, contra lo que somos en
acto, y asumir que podemos tender a actualizar el modelo, como lo supusieron
Platón y Aristóteles; y en otros términos las grandes religiones. La
argumentación de Tugendhat sobre las morales tradicionales muestra el rechazo a
los esfuerzos de fundamentación postulados por la razón que se asume con apertura
a la trascendencia. Paradójicamente, reflejan al mismo tiempo, el deseo de
objetivar una cierta fundamentación para dar salida a un deseo universalista de
presentar la moral como una propuesta para todos.
El
problema de la fundamentación de la moral ha pasado por diversos abordajes, que
cubren una gama de respuestas, desde las respuestas universalistas
tradicionales que sostienen el valor de las normas morales en un horizonte
trascendente –algunas veces con Dios a la cabeza como dador de sentido de la
existencia- (Tugendhat, 2010, pág. 65) , hasta la postura de
la filosofía analítica con Wittgenstein que señala la inconsistencia e
imposibilidad de la fundamentación, aludiendo a que la moral es simplemente
estructura del lenguaje que describe apenas proposicionalmente la reflexión
sobre lo bueno, pues “nada de lo que somos capaces de pensar o de decir puede
constituir el objeto (la ética)” (Wittgenstein, 1965, pág.
5) .
Enmedio se encuentran diversos planteamientos, entre los que destacan los
esfuerzos de Kant que intenta la construcción válida de un fundamento de la
acción humana en sus textos Crítica de la Razón práctica y La
fundamentación de la metafísica de las costumbres. La propuesta kantiana se
alinea a la búsqueda de una estructura formal que permita “la universalidad de
las normas, la consideración del ser racional como fin en sí, y la aspiración
al reino de fines, a una comunidad universal de personas” (Tauler A, 1986) . A dicha propuesta,
Tugendhat le cuestiona la búsqueda de una necesidad práctica absoluta
preguntándose “¿Qué sentido podría tener una necesidad práctica absoluta, si
efectivamente existiera?” (Lecciones de ética, 2010, pág. 95) . Por otra parte, al
formular la crítica a las morales tradicionalistas señala “que el potencial
justificador de una moral tradicionalista está limitado por la posición de fe o
dogmática de una concepción del bien” (Tugendhat, 2010, pág. 65) . Esto le hace suponer
que las morales tradicionales son incapaces de discutir con otras concepciones
morales porque se sostienen como superiores (Tugendhat, 2010, pág. 64) . Lo anterior,
expresa una comprensión parcial e insuficiente del modo como históricamente se
han configurado las morales tradicionales, y el carácter dialógico que subyace
en ellas, al considerarlas como propuestas morales surgidas en un contexto
determinado. Tugendhat parece confundir el contenido de las morales
tradicionales con algunos de los sujetos que suscriben estos planteamientos, al
identificar dichas morales como planteamientos cerrados en sí mismos. Esto
supone la intención de deshistorizar las morales tradicionales para dar lugar a
un esfuerzo de fundamentación que coloca en el sujeto particular, al señalar al
deseo como elemento central de la moral, aunque sin dejar de lado sus
pretensiones de universalidad. La crítica de Tugendhat a las morales tradicionales
y su propuesta, exponen un esfuerzo por pensar la moral en lo que considera
tiempos de desorientación, pues supone que las morales tradicionales son una
especie de arquetipo del sometimiento a la autoridad. Al mismo tiempo señala
que existen otros esfuerzos por dar solidez a la moral entre los que destacan
el planteo de Hume que renuncia a la intención justificación; así como el del
utilitarismo y el contractualismo.
En su esfuerzo de fundamentar la moral, señala al deseo como origen y
sentido de la moral, al mismo tiempo que reconoce que es en la
intersubjetivación de las actitudes morales donde puede encontrarse cierta
cercanía con los demás, pero señala que el riesgo es la perspectiva de simpatía
que puede desvirtuar el juicio por lo que es necesario una especie de
objetivación del deseo para que subsista como eje del fundamento, lo que lo
acerca al contractualismo. Sin embargo, nuevamente señala la insuficiencia del
contractualismo buscando una especie de equilibrio que lo lleve al
establecimiento de un contractualismo igualitario, lo que supone ausencia de un fundamento
de raíces religiosas, apriorísticas, sentimentales, utilitaristas; pero
cuidando de no caer en la renuncia a la fundamentación o en su negación como lo
hace Wittgenstein. La suya, es un esfuerzo de fundamentación en la inmanencia.
El riesgo es que al fundarse en una
inmanencia que no parte de la antropología, sino de la cultura y de la
historia, su propuesta no pude universalizarse. El drama de Tugendhat es que en
su intento de fundamentación se aleja del creer para pasar al desear, lo que se
convierte en una nueva forma de creer bajo una perspectiva laica.
Referencias
Tauler A, E. (1986). Los
fundamentos de la ética kantiana. Universum Revista de Humanidades y
Ciencias , Año 1. Obtenido de
http://universum.utalca.cl/contenido/index-86/tauler.html
Tugendhat, E. (2010). Lecciones
de ética. Barcelona: Gedisa.
Wittgenstein, L.
(1965). Conferencia de ética. Obtenido de https://www.cbachilleres.edu.mx/Bibliowiki/libros/W/Wittgenstein%20Ludwig%20%20Conferencia%20sobre%20etica.pdf